En el contexto del Día Internacional de la Mujer, Erika Villavicencio-Ayub, académica de la Facultad de Psicología, destacó que el tema de la inclusión de la mujer en el ámbito organizacional pareciera avanzar en la agenda política; sin embargo, según cifras que reportó la titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social en marzo de 2020, 26 por ciento de las empleadas han vivido con algún tipo de discriminación o violencia laboral (mobbing).
Aseguró que una cantidad importante son madres solteras, quienes toleran estas situaciones por la necesidad de llevar sustento a sus casas; pero cuando las empresas permiten que sus trabajadoras y trabajadores tengan un balance de vida a través de herramientas indispensables para su capacitación y desarrollo profesional y personal, logran que se sientan más dispuestos, comprometidos y obtengan mejores resultados.
“Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en el primer trimestre de 2019 se reportó que más de 10 mil mujeres abandonaron su empleo por acoso laboral. Esto indica que todavía estamos en esos espacios donde aún la cultura machista permea; son elementos que evidencian lo mucho que nos hace falta.”
La especialista refirió que la inequidad en este punto trasciende fronteras, toda vez que en América Latina seis de cada cien personas que trabajan pertenecen al género femenino. México es uno de los países con mayor índice de desigualdad laboral, ya que 60 por ciento de ellas carece de alguna protección social o derecho; de las 37 naciones que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, ocupa el primer lugar en esa materia.
La universitaria afirmó que de acuerdo con entrevistas que ha realizado a distintas colaboradoras de empresas en el país, por cada 10 altos ejecutivos sólo uno es del género femenino; la mayoría indica que sacrificaron aspectos de su vida personal, como la posibilidad de formar una familia o de ser madre; hay quienes tienen la oportunidad de tener ambos roles, pero aseguran es desgastante o poco flexible.
“Los prejuicios sociales influyen mucho, hay creencias irracionales por las cuales a veces las organizaciones prefieren contratar más a hombres que a mujeres, porque la maternidad les ocupa mayor tiempo. Sin embargo, lugares que han dotado su mayor fuerza de trabajo con mujeres aseguran que ellas son comprometidas, ponen más atención al detalle y tienen muchas ganas de crecer profesionalmente.”
Mejores condiciones
Villavicencio-Ayub sostuvo que al otorgar un contrato que contenga prestaciones, capacitaciones, horarios adecuados y derecho a la desconexión, habrá gente más comprometida con la compañía e integrar equipos colaborativos orientados al cumplimiento de objetivos.
Hay buenos perfiles de mujeres y hombres para puestos directivos; por tanto es momento de dejar atrás la cultura tóxica en la que se tomaban decisiones por género o donde hay altos índices de mobbing, aseveró.
De acuerdo con la coordinadora de Psicología Organizacional, durante la pandemia por la Covid-19 se redujo 45 por ciento la participación de la mujer en el ámbito laboral. Además, la distribución de las actividades y responsabilidades en el hogar se le adjudican, y con ello desempeña un triple rol: trabaja, cuida de los hijos y está a cargo de la casa.
“Encontramos que trabajadoras están teniendo niveles importantes de burnout (desgaste profesional), de trastornos de ansiedad o de depresión, e incluso pierden la capacidad de tener una mejor calidad de vida y de salud por tratar de cubrir la demanda de funciones”, apuntó.
Setenta por ciento de las personas que piden ayuda en los servicios que ofrece la Facultad de Psicología, continuó, son mujeres, y esto se debe a que suelen expresar más sus emociones que los varones. El miedo, la inseguridad, el bombardeo de malas noticias y los procesos de duelos han sido temas difíciles para los mexicanos.
“Tenemos que empezar un cambio dentro de nuestras organizaciones, desde nuestro núcleo principal que es la familia, evitar las conductas machistas de agresiones constantes que a veces son inconscientes y que atacan mucho a la mujer. No se trata de ser feministas o de estar en contra de los hombres, sino dibujar un escenario de equidad de género en todos los ámbitos de nuestras vidas”, resumió.
Publicado originalmente en Gaceta UNAM