Dirigentes de organizaciones campesinas advirtieron este sábado que ante la crisis que vive el agro mexicano será necesario importar el 50% de los alimentos que se necesitan. A su vez, criticaron el veto del presidente Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional (PAN, conservador), al decreto sancionado por la Cámara de Diputados para canalizar 10.000 millones […]
Dirigentes de organizaciones campesinas advirtieron este sábado que ante la crisis que vive el agro mexicano será necesario importar el 50% de los alimentos que se necesitan.
A su vez, criticaron el veto del presidente Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional (PAN, conservador), al decreto sancionado por la Cámara de Diputados para canalizar 10.000 millones de pesos (770 millones de dólares) y destinados a solventar los estragos provocados por las contingencias climáticas en el agro.
El diputado Federico Ovalle, de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos; Max Correa, de la Central Campesina Cardenistas, y Marco Antonio Ortiz, de la Coalición de Organizaciones Democráticas Urbanas y Campesinas, criticaron la negativa de Calderón a atender la crisis que se vive en el campo mexicano.
Ovalle calificó de «irresponsabilidad» el rechazo presidencial a ejercer esos recursos que son urgentes y añadió que eso evidencia que al gobierno «le falta mucha sensibilidad y responsabilidad ante una situación tan grave».
Los tres dirigentes llamaron al presidente Calderón y al Congreso a establecer «un verdadero acuerdo que solucione los problemas que padece el campo».
Alertaron que ante la crisis alimentaria que prevalece, México «está al borde de la hambruna y de un estallido social, situaciones graves sobre todo en un año electoral», en alusión a las presidenciales de julio entrante.
El mensaje desesperado también avisó que es necesaria una atención inmediata a los problemas agropecuarios derivados de sequías, heladas e inundaciones, pues advirtieron que los meses más críticos para la agricultura mexicana serán marzo, abril y mayo.
Los directivos agrarios consideraron que podrían dejar de sembrarse unas 2 millones de hectáreas de granos básicos por dichas contingencias, y la producción tanto de maíz como de frijol podría caer casi 50%.