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México resiste entre la esperanza y el dolor

Fuentes: Tlaxcala

El diecinueve de septiembre del presente año hemos presenciado un acontecimiento que volverá a marcar la historia de la tierra de Zapata. Sin lugar a dudas, tal como había sucedido hace treinta y dos años después del sismo de 1985 uno de los más fuertes que puso en el escenario un punto de partida para […]

El diecinueve de septiembre del presente año hemos presenciado un acontecimiento que volverá a marcar la historia de la tierra de Zapata. Sin lugar a dudas, tal como había sucedido hace treinta y dos años después del sismo de 1985 uno de los más fuertes que puso en el escenario un punto de partida para el México de los oprimidos, violentados, silenciados pero al mismo tiempo el solidario, generoso y lleno de esperanza por un mejor vivir.

En efecto, lo acontecido es una muestra radical de la crisis civilizatoria que estamos viviendo, un panorama donde la razón del hombre quiere pasar por encima de los mandatos de la naturaleza, y aunque suene lógico cada vez la deuda aumenta y pareciera ser que no estamos preparados para afrontar tan grandes retos que nos demanda nuestro mundo globalizado, uno donde la fetichización del poder (corrupción, clientelismo, violencia, entre otros) hacen parte de las contradicciones del sistema-mundo y el neoliberalismo en su máxima expresión, ese que aboga por la explotación, la dominación y la mercantilización de nuestros bienes naturales.

La cultura del consumismo, el apego a lo material y la necesidad de explotar de forma acérrima la tierra se convierte en un paradigma impuesto e impulsado por las élites, los grupos económicos y el capital transnacional en nuestros territorios. Una lucha histórica que se han dado los pueblos indígenas, las comunidades negras, los campesinos, los artesanos, las mujeres entre otros grupos sociales que exigen desde sus voces «otro» tipo de desarrollo, donde la naturaleza sea concebida como un sujeto vivo, activo y legitimo en nuestro diario vivir, sobra decir que falta mucho por aprender de las comunidades.

Esta vez el sismo de magnitud 7,1°es la muestra más contundente del poder de la naturaleza y la impotencia del hombre. A las 13:14 hora de México, el suelo volvió a moverse, a resonar y retumbar las tierras zapatistas. La Ciudad de México estaba viviendo una historia según los expertos al estilo de la crónica de una muerte anunciada: dolor, llanto y remordimiento; por otro lado solidaridad, esperanza y misericordia son alguno de los imaginarios existente en estos momentos.

Por supuesto, van 273 muertos entre ellos más de 30 niños pertenecientes a diferentes escuelas, un panorama desalentador que ha movido miles de corazones, familias, organizaciones, entidades y grupos sociales todos encaminados a sobrellevar el dolor de las víctimas e intentar aportar un grano de arena frente a los inmensos daños materiales e inmateriales presentes en cada espacio del país.

Un breve balance según las fuentes oficiales, es que son más de 800 personas lesionadas, 200 se encuentran en las unidades médicas, 45 edificios completamente caídos en zonas como la Condensa, Del Valle, Centro, Narvarte, Coyoacán y Xochimilco entre otras. Igualmente, vías de comunicación averiadas, el corte generalizado del servicio eléctrico, las fugas y explosiones de pipas de gas, la interrupción del servicio telefónico así como del transporte público (metro) son algunos datos concretos que ha dejado hasta ahora el sismo en estas tierras.

Sin lugar a duda los testimonios no paran de escucharse, tal como lo podemos apreciar:

Diego Ramírez: «Soy estudiante de la maestría en Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana de origen colombiano específicamente de Ibagué – Tolima. Me encontraba en mi apartamento en el sexto piso de una unidad residencial. Estaba descansando y compartiendo (hablando por teléfono) con un amigo profesor también colombiano, de aquí de la universidad donde estudio. De repente escuche la alarma y a la vez sentí el sismo, fue demasiado fuerte y tuvimos muy poca oportunidad de salir rápido, debido a que al mismo tiempo se escuchó y lo sentimos (fuerte). Soy conocedor que la situación ha sido muy dura en el Sur, en el Centro, en el Norte (Linda Vista) y otras zonas, hasta el momento la solidaridad, generosidad y voluntad de los mexicanos ha sido espontánea, muy bonito verlos, es un signo predominante frente a esta tragedia»

Laura Vanegas: «Vi muchos hombres y mujeres con picas, palas e incluso a mano limpia ayudando a retirar escombros, buscar personas vivas, llevan casi 24 horas sin dormir, comiendo mal y en medio de la presión (lágrimas). No han parado de trabajar, en verdad es mucho amor por la causa en estos momentos tan difíciles».

En últimas, seguimos presenciando fuertes problemas ambientales en el mundo. Puerto Rico resiste ante María, Cuba no se doblega frente a Irma, Estados Unidos intenta llevar las secuelas con respecto a la fuerza del huracán Harvey. Ahora México sobrelleva la situación en menos de quince días ha padecido dos fuertes sismos que han dejado grandes daños, familias en casas resquebrajadas y lo más lamentable, un ambiente colmado de incertidumbre, de temor y de inseguridad una característica de nuestra época. Lo más desastroso persiste cuando pasan los años y todavía la situación continua empeorando, tal como lo comenta el maestro y filósofo Álvaro Márquez-Fernández «El desequilibrio entre la physis de lo natural y la depredación a causa de la physis racional… Nada es gratuito, este siglo nos va a cobrar tanta barbarie y deshumanización capitalista».

Fuente original: http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=21595