I ¿Puede Enrique Peña Nieto en verdad entender lo que sufre el pueblo por cada aumento cuando él vive como rey gracias a nuestros esfuerzos diarios, a nuestros precarios salarios y a los impuestos que nos cobran, impuestos que son justamente lo que paga sus grandes sueldos, viajes y demás lujos? ¿Se puede ser más […]
¿Puede Enrique Peña Nieto en verdad entender lo que sufre el pueblo por cada aumento cuando él vive como rey gracias a nuestros esfuerzos diarios, a nuestros precarios salarios y a los impuestos que nos cobran, impuestos que son justamente lo que paga sus grandes sueldos, viajes y demás lujos? ¿Se puede ser más cínico? ¿Por qué el gobierno federal elimina más de veinte mil plazas laborales y no disminuye los sueldos y bonos a los políticos y funcionarios públicos? ¿La reducción de sueldos a políticos y funcionarios públicos acaso no nos permitiría evitar eliminar esas veinte mil plazas? ¿Acaso seguir importando la gasolina no hace perpetuo el sometimiento de nuestra economía al mercado mundial y a los caprichos del imperio norteamericano? ¿No sería mejor construir las refinerías necesarias y producir nuestra gasolina y así poder incluso competir en el mercado? ¿Por qué en su discurso Peña Nieto nos amenaza con suspender recursos a los programas sociales y no menciona ningún ajuste al derroche burocrático y a las prebendas de sus aliados? ¿El discurso del miedo que utiliza el gobierno federal es su última táctica antes de terminar de implantar la dictadura? ¿Seguiremos como sociedad esperando la buena nueva que caiga desde arriba? ¿Cuánto más esperaremos para organizarnos y poner fin a tanto cinismo e hipocresía? ¿Por qué seguir esperando que nos den lo que está en nuestras manos construir? Es tiempo de hacer de nuestro porvenir un acto consciente de nuestro andar social.
II
¿Por qué en vez de preguntarnos cínicamente que hubiéramos hecho no nos preguntan qué es lo que queremos? ¿Será que no desean escuchar que deseamos otro México, que soñamos un país justo, donde la igualdad y la equidad sea el común, donde no tengan lugar las distinciones de piel, género, lengua, pensamiento y palabra? ¿Será que tienen miedo de escuchar que deseamos poner fin a las prebendas políticas, al robo del erario público, que deseamos reducir la cantidad de diputados y senadores para invertir el dinero recuperado en necesidades sociales como educación, salud y deporte? ¿Acaso les da miedo escuchar la voz del pueblo que con dignidad reclama lo que le pertenece? ¿Por qué no nos preguntan qué haríamos con los ladrones de cuello blanco? ¿Será que temen pensar en su futuro? ¿Por qué utilizan el miedo como forma de gobierno? ¿Será que temen al pueblo organizado? Es tiempo de que la sociedad construya otro México.
III
Preparan la represión, infiltran provocadores para pretender justificar la agresión al pueblo, criminalizan los derechos de la sociedad, la protesta es un derecho civil y un acto de dignidad humana, con la voz en alto iremos transformando las conciencias y nuestra realidad. ¿Cuánta más violencia debe vivir el país para que nos decidamos por un cambio verdadero? ¿Por qué permitir que nos dividan con los discursos de miedo y desconfianza? ¿Esperaremos a que los partidos políticos nos salven de nuestra desgracia? ¿No acaso son ellos los provocadores de tal situación con sus campañas falsas y promesas huecas? ¿Hay en verdad un sólo partido que pueda representar al pueblo en medio de un sistema podrido y decadente? ¿De qué color se viste la esperanza si el hambre se ha vestido de todos los colores? ¿Qué evidencia requerimos para terminar de despertar si a diario constatamos el cinismo, la corrupción y el despilfarro? ¿En verdad no sabíamos qué pasaría con la reforma energética y con las demás reformas estructurales, o únicamente nos sigue gustando cerrar los ojos para no ver lo que sabemos que pasará? ¿Por qué seguir sufriendo cuando podemos de una vez revertir la realidad y dar paso a la democracia real constituyendo el gobierno del pueblo? Es tiempo de avanzar al México que necesitamos y deseamos, donde el gobierno sea del pueblo y emane de lo más profundo de nuestras necesidades.
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