En entrevista con Clarín.cl Paco Ignacio Taibo II (1949), habla de Los libres no reconocen rivales (Planeta, 2012): «Cuando haces investigaciones históricas con rigor y reconstruyes a partir de las fuentes, muchas veces no desmitificas, sino remitificas, el mito recobra una dimensión humana. Quiero reconstruir la Historia de México construyendo identidad, me preocupa cómo contar […]
En entrevista con Clarín.cl Paco Ignacio Taibo II (1949), habla de Los libres no reconocen rivales (Planeta, 2012): «Cuando haces investigaciones históricas con rigor y reconstruyes a partir de las fuentes, muchas veces no desmitificas, sino remitificas, el mito recobra una dimensión humana. Quiero reconstruir la Historia de México construyendo identidad, me preocupa cómo contar las historias, y este libro le da municiones al nuevo ejército del pueblo -que se ha integrado a lo largo de los años en el Movimiento de Regeneración Nacional-, escribo para darnos gasolina emotiva a todos los que estamos contra el mal gobierno». En ese sentido opina: «Mi pronóstico es que cada día Peña Nieto se desmorona medio punto y Andrés Manuel López Obrador gana medio punto en las preferencias electorales. Ya llegó la hora».
MC.- Paco, el título de tu nuevo libro: «Los libres no reconocen rivales» proviene de una carta de Ignacio Zaragoza, ¿por qué rescataste la memoria del general que derrotó a los invasores franceses?
PT.- Porque Ignacio Zaragoza se volvió sólo una figura en el billete de 500 pesos, México mata a sus personajes históricos al volverlos solamente nombres de calles y estatuas. Así que mi nuevo libro era una manera de reaccionar en esta búsqueda de varios años para devolverle el sabor, el calor y la identidad a la Historia. La batalla del 5 de mayo de 1862 -en Puebla- fue clave y emocionante, había que contarla bien y con toda la fuerza que amerita.
MC.- Desmitificas la Historia y en algunos casos corroboras las imágenes de la tradición oral, por ejemplo, fue un hecho real lo que describe la litografía de la portada de tu nuevo libro…
PT.- Cuando haces investigaciones históricas con rigor y reconstruyes a partir de las fuentes -en este caso las fuentes bibliográficas y hemerográficas eran muy ricas-, muchas veces no desmitificas, sino remitificas, el mito recobra una dimensión humana. El general Ignacio Zaragoza que triunfa, al mismo tiempo duda si terminar con los franceses, es un personaje trágico, muere muy joven -a los 33 años- por causa de la enfermedad que adquiere visitando a los heridos en los campamentos, tiene detrás de sí la historia de su viudez y la muerte de sus hijos, es un militar sin carrera militar, y sin embargo lleva 10 años en todas las batallas para consolidar la República.
MC.- Previo al Bicentenario publicaste: El cura Hidalgo y sus amigos (2007), la técnica es muy parecida a las estampas de tu nuevo libro -no a las biografías de largo aliento-, pero salió con un ligero retrazo para conmemorar el 150 aniversario de la Batalla de Puebla…
PT.- Salió exactamente el pasado 5 de mayo, pero la editorial tardó en distribuirlo, yo estuve en Puebla para presentarlo; en contraposición al homenaje oficial que tenía tintes ridículos -entre otras cosas- porque deciden reconstruir la Batalla de Puebla con la coreografía de una empresa norteamericana, hazme el cabrón favor, este gobierno no tiene vergüenza. Yo quería ir por el otro lado, decir: la Batalla de Puebla es la victoria de los ciudadanos, es nuestra, nos identificamos.
MC.- ¿Fue difícil la reconstrucción de la batalla a partir de las Memorias de Porfirio Díaz y los telegramas de Ignacio Zaragoza?
PT.- Me conseguí los partes de guerra de 12 militares del Ejército de Oriente y uno de los partes franceses. Eso me permitió tener una visión muy precisa de la batalla y la reconstruí con exactitud; en general trabajé sobre tres grandes núcleos: ya hablamos de los partes de guerra, después me dediqué a leer a los grandes periodistas mexicanos del siglo XIX -Ignacio Manuel Altamirano, Guillermo Prieto, Francisco Zarco e Ignacio Ramírez-, en especial releí los volúmenes de sus Obras Completas que dedican a la Batalla de Puebla; finalmente hice una revisión de la prensa –La Chinaca me parece el periódico más divertido que se ha publicado en este planeta-, eso me dio la perspectiva de la izquierda juarista, así reuní la pedacería, un dato por aquí, otra fuente por allá, hasta armar el conjunto, porque no había una buena biografía de Ignacio Zaragoza, en general cuando investigas en la Historia mexicana te encuentras que han pasado por ella historiadores profesionales y amateurs por poca profundidad y sin poner en orden. Si no analizas las frases, las esquinas, los párrafos y las citas no sabes qué pasó con el Ejército de Oriente y no entiendes la importancia de la reunión la noche del 4 de mayo de 1862, cuando Ignacio Zaragoza les dice a sus oficiales: «aquí nos vamos a morir».
MC.- ¿Y qué referencias literarias encontraste sobre la Batalla de Puebla?
PT.- Leí El sol de mayo de Juan Mateos, y recientemente Tiempo de héroes de Víctor Hugo Flores Solís.
MC.- También citas al novelista Victoriano Salado Álvarez…
PT.- Sí, pero quería recomendarte un libro clave, que había olvidado: Jecker, el hombre que quiso vender a México de Martín Reyes Vayssade.
MC.- ¿La biografía del banquero francés que pretendió convertir una deuda privada en deuda externa?
PT.- Ese libro habría que reeditarlo «en chinga» (al tiro), porque te explica la intervención francesa y el gran fraude, una deuda de 3,000,000 contraída por particulares fue el pretexto para la invasión de Francia; afortunadamente tenemos acceso a todo el material de Francisco Zarco, que como Ministro de Relaciones Exteriores analizó cada centímetro de la deuda que «justificaba» la intervención francesa y la dejó desmontada.
MC.- ¿Se te cayó del pedestal algún personaje de santoral laico del siglo XIX?
PT.- No, descubrí una veta que no les conocía, la veta burlona y cáustica de Guillermo Prieto al inventarse el «Diario de un francés», las locuras que se le ocurren. O el discurso delirante de Ignacio Ramírez en Mazatlán, donde dice que los franceses son malparidos, que ni siquiera inventaron el vino -porque se los trajeron los romanos-, según Ramírez lo único que sí crearon los franchutes fue la Santa Inquisición (sic). Pero te imaginas al Nigromante, harto de sufrir persecuciones, maltratos y encierros, de pronto le dan el micrófono en el puerto de Mazatlán y se desquita con todo de los invasores franceses. Gocé al escribir este libro.
MC.- Me gustaría citar una frase de Ignacio Zaragoza: «El enemigo salió hoy de Tepeaca» (Pág. 111), y gracias a las vueltas de la vida, 150 años después otro cobarde salió huyendo de Puebla, me quedó dando vueltas el nombre del poblado donde -esta semana- corrieron a Peña Nieto…
PT.- ¿Curioso, no te parece?, un libro como Los libres no reconocen rivales tiene una intención muy clara: quiero reconstruir la Historia de México construyendo identidad, me preocupa cómo contar las historias y este libro le da municiones al nuevo ejército del pueblo -que se ha integrado a lo largo de los años en el Movimiento de Regeneración Nacional-, escribo para darnos gasolina emotiva a todos los que estamos contra el mal gobierno.
MC.- ¿Alcanza el combustible para la recta final de las elecciones?
PT.- Nos sobra combustible, los vamos a ver morder el polvo.
MC.- ¿Cuál es tu pronóstico a 15 días de las elecciones presidenciales?
PT.- Mi pronóstico es que cada día Peña Nieto se desmorona medio punto y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) gana medio punto en las preferencias electorales. Ya llegó la hora, es viable que gane una opción diferente a lo que hoy gobierna a este país.
MC.- ¿Escribes un Diario de campaña con AMLO?
PT.- Llevo tres meses sin escribir nada.
MC.- Pero no es por falta de inspiración…
PT.- ¿A qué horas?, tienes razón debería escribir mi Diario de campaña, tengo un montón de experiencias vividas a lo largo de estas semanas. Desde cuando el gordito me quiso quitar el micrófono en la manifestación del Yo Soy 132, pero ojo, no me lo quitó -esas son calumnias del enemigo-, me bajé del templete cuando terminé de decir lo que quería compartir con los jóvenes y salí caminando entre palmadas y algunos aplausos. Pinche gordito me dijo: -«de eso no puedes hablar aquí», le iba a pegar con el micrófono, pero me controlé (risas), porque con las cámaras de Televisa me hubiera hecho picadillo; le dije al gordito, ¿te atreves a decirme sobre lo que puedo hablar o no en un mitin por la libertad de expresión?, ahora sé que el pinche gordito no pertenece al Movimiento Yo Soy 132, sino que fundó Generación MX, el gordito está con los empresarios, es un priísta de closet (risas).
MC.- ¿Qué te dice el respaldo de Camila Vallejo al Movimiento Yo Soy 132?
PT.- Está muy bien que venga a México, hemos pecado de una desconexión con Latinoamérica y es importante que venga Camila Vallejo y cuente las experiencias de los estudiantes chilenos para intercambiar las reflexiones de los estudiantes mexicanos.
MC.- ¿Irás a la Universidad Autónoma Metropolitana para escuchar a Camila Vallejo?
PT.- Trataré, por la tarde voy a dar una conferencia en la Colonia Obrera, después tengo que hacer una donación de libros en Tlatelolco, así que en un rato libre intentaré ver a Camila.
MC.- Finalmente, ¿en qué proyectos trabajas?
PT.- En una novela sobre el genocidio del dictador Porfirio Díaz contra los indios del norte de México. Y terminé de grabar -en Texas- un nuevo programa para History Channel sobre la batalla de El Álamo, espero que los texanos no me quieran matar por destruir su mito, es una historia no apta para Hollywood.
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