Parece ser que el exministro de educación y actual candidato a senador por Cambiemos, Esteban Bullrich, ha sido influenciado por la película documental, producida por el multimillonario, Bill Gates, «Esperando a Superman», un libelo contra la escuela pública y firme defensor e impulsor de la educación privada y de las escuelas chárter (apropiación corporativa de […]
Parece ser que el exministro de educación y actual candidato a senador por Cambiemos, Esteban Bullrich, ha sido influenciado por la película documental, producida por el multimillonario, Bill Gates, «Esperando a Superman», un libelo contra la escuela pública y firme defensor e impulsor de la educación privada y de las escuelas chárter (apropiación corporativa de la escuela pública).
La película califica a la escuela pública como una «fábrica de desertores» y hace una perversa comparación: un preso le cuesta al estado 33 mil dólares por año, esto es que por 4 años se gastará en el preso 132 mil dólares; mientras que una escuela privada cuesta 8.300 por año; es decir que por 13 años de escolaridad el monto asciende a 107.900, quedando un remanente de 24.000 dólares para pagar parte de los estudios superiores.
La intención del mensaje del libelo cinematográfico va más allá de lo que dice de la escuela pública: «fábrica de desertores», en realidad la equipara con una fábrica de delincuentes, siendo que si la sociedad invierte en enviar a sus hijos a la escuela privada se aseguraría, en principio, la no deserción y finalmente que no sean delincuentes y, siguiendo la lógica de la película, que el estado no invierta en educación, mucho menos sosteniendo futuros delincuentes y que desplace el manejo del sistema a manos privadas.
De esto último hemos hablado en los trabajos anteriores, el sistema ya está en manos privadas, los decididores de las políticas educativas son las ong, las fundaciones corporativas y las universidades de élite (y si me preguntan cuáles, los remito a mis artículos anteriores), un proceso creciente de endo-privatización ; incluso, la propia del exministro, Formar Foundation (buscar en Open Corporates- Panamá Papers), cuyo socio es el actual ministro de educación de la provincia de Buenos Aires y ex director del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET), el economista (recibido en la Universidad de San Andrés), Gabriel Sánchez Zinny, también titular de Kuepa (una empresa que presta servicios educativos), entre otras.
Pero los dichos del ex ministro, el licenciado en sistemas, Esteban Bullrich (egresado de la universidad CAECE con un máster en la universidad Kellogg de los Estado Unidos), podemos arriesgar, sin temor a equivocarnos, que responden a esta lógica de pensamiento que plantea la producción del millonario norteamericano.
Una de sus frases había sido que » la escuela era una máquina de hacer chorizos «, claro que después habló del compromiso de la » gallina » y el » cerdo «, en una apreciación surrealista sobre el » compromiso del cerdo «, pero lo importante es ver cómo se desarrolla esa lógica mecanicista de fábrica o máquina en términos siempre peyorativos en la comparación con la escuela pública.
Otra de las intervenciones, tiene que ver con una entrevista realizada por la agencia Télam, en la que pidió que la escuela no expulse a los jóvenes para que no se transformen en delincuentes y terminó diciendo: » No se va a cambiar con planes sociales: a ese pibe le podes dar un plan social, pero esa plata la va a usar para comprar balas «.
Es, ya una falacia que se hable de escuela pública expulsora, todo lo contrario, la escuela pública es receptora de los alumnos y alumnas que las escuelas privadas dejan fuera de su sistema mercantil por motivos económicos o porque no «encajan en el perfil deseado por la institución», en definitiva porque la escuela privada selecciona la matrícula.
Además, la escuela pública con todas las críticas que le vienen haciendo desde un variopinto escenario político tradicional es la que alberga a los vulnerados y vulneradas sociales por efecto de sus políticas y con esto, no sólo me refiero a su gobierno, sino a todos los que impulsaron estos 27 años de reformas educativas alineados con las «recomendaciones» de los organismos internacionales y sus viralizaciones locales. Recomendaciones que se sustentan en los intereses de las grandes corporaciones.
No se ve, ni siquiera en época de elecciones, debates sobre el sistema educativo, sobre todo el andamiaje, vetusto y obsoleto del verticalismo sistémico cada vez más adornado de técnicos formados en los cursos de universidades privadas o con maestrías en el exterior (en la mayoría de los casos en universidades privadas o escuelas de negocios).
27 años de reformas, si tomamos desde la Cumbre de Jomtien, Tailandia, el documento firmado «Educación para Todos» (1990), reafirmado en la cumbre de Dakar (2000) y la «escuela está en crisis». Lo que se firmó es la desposesión de la educación pública, por eso mantienen la obsolescencia vertical del sistema, para seguir castigando al último eslabón, la escuela pública, hasta que con las repetidas operaciones psicolingüísticas logren la charterización. Esto es que las propias fundaciones, a las que en su mayoría ustedes pertenecen, se hagan cargo de la gestión escolar.
¿No era, acaso, ese el » Proyecto de escuelas autónomas» del grupo Sophía en 1996?
¿No era, acaso, que ese proyecto establecía un ranking de escuelas y la competencia entre docentes?
¿No era, acaso, que ese proyecto proponía la necesidad de descentralizar y darle mayor autonomía a las escuelas y el financiamiento a través de la demanda, de la creación de incentivos por performance?
Grupo en el que estaban, el actual jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta y el actual ministro de educación de la provincia de Buenos Aires, Gabriel Sánchez Zinny, quien desde la titularidad del INET firmó un acuerdo con la ong «Enseña por Argentina» (subsidiaria de «Teach for América» para intrusar sus «docentes» en el sistema público); también el ex ministro de Educación, Esteban Bullrich (quien en 2006 escribió un proyecto de ley de educación en el que el salario de un docente debería ser igual al mínimo, vital y móvil y el resto por performance, tal como lo definía el proyecto Sophía diez años antes); Soledad Acuña, actual ministra de educación de la Ciudad de Buenos Aires y otros tantos que hoy ocupan otros cargos gubernamentales, como la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal.
Pero volvamos a la lógica del ex ministro y sus dichos «… a ese pibe le podes dar un plan social, pero esa plata la va a usar para comprar balas».
En el supuesto que un docente le insinuara, lo que dijo el entonces ministro, Esteban Bullrich, a un padre o a una madre, hubiera sido sumariado y separado del cargo, pero la impunidad del poder hasta puede naturalizar ese tipo de reflexiones, esas generalizaciones obscenas y estigmatizantes.
No vamos a abordar aquí el «…tutún – tutún por el sí se puede…» (una variante onomatopéyica cardiovascular que el ex ministro de educación usó en una charla a los jóvenes pro en uno de los actos de campaña) por el escaso o nulo contenido político.
Tampoco vamos a decir nada, en este artículo, de la relación que estableció entre la despenalización del aborto y el Ni una Menos, porque efectivamente, no comprendió la consigna y realizó una sobreinterpretación (el término es de Umberto Eco) de la mano de su posición ideológica.
Pero hay más, «Esta es la nueva Campaña del Desierto, pero sin espadas con educación», dijo en (septiembre 2016), en la Universidad Nacional de Río Negro». Y agregó, «Me refiero a ese proceso histórico, del avance en un territorio que no estaba conquistado, ocupado. Ahora, a partir de una construcción distinta con la educación, los pueblos originarios tienen que ser reconocidos, hay que trabajar con ellos para que haya una cultura común y no la aniquilación para que [una cultura] predomine».
«Campaña del Desierto, territorio que no estaba conquistado, ocupado…»
En principio, sigue con las categorías del encubrimiento del genocidio; además, según el ex ministro «no estaba conquistado». ¿Pues, entonces, había que conquistarlo, hacerlo rentable, ponerlo en valor, según el pensamiento Sophía?
Agrega al «no estaba conquistado», «ocupado». Sí, estaba ocupado, habían comunidades originarias, entre ellas el pueblo mapuche. Pero no en el sentido de «ocupación» que tiene el liberalismo en general o el neoliberalismo en particular. Eran y son parte de la tierra, aunque usted no lo crea.
«…Ahora, a partir de una construcción distinta con la educación, los pueblos originarios tienen que ser reconocidos…». La letra de la propia Constitución lo dice, es cuestión de estudiar el artículo 75 inciso 17.
Así que no me queda claro, porqué un ex ministro de educación, que pretende hacer la «revolución educativa» y habla de las habilidades y destrezas que se requerirán en el siglo XXI, no tenga conocimiento de la Carta Magna y continúa aplicando categorías del siglo XIX para referirse a ese «proceso histórico».
Tampoco es muy «revolucionario» decir que «vendría muy bien que todas las religiones tengan su espacio» en las escuelas públicas (Diario Clarín 25-04-17), claro que no serían tampoco «las religiones», sino la católica, que es la que sostiene el Estado (es decir los dineros públicos) con miles de millones de pesos. Tal vez, la idea de formar en los conocimientos del para el siglo XXI incluya la vuelta al siglo XV, esto es, formar en la «pedagogía de la obediencia», aplicada por los invasores a los Pueblos Originarios, con el acompañamiento de la iglesia católica. Esta es la pedagogía que marcó y marca la historia de la colonialidad de la burguesía latinoamericana, en general y argentina, en particular.
Por último, debe ser cierto eso que también dijo sobre » la incertidumbre como valor», en su imaginario de «revolución educativa», puesto que lejos de haber respetado lo que la Constitución dice sobre los Pueblos Originarios, se los continúa reprimiendo en lugar de encontrar el tan declamado «diálogo» político. Y no solo en estos días se volvió a reprimir a la comunidad mapuche de Cushamen en la provincia de Chubut, por manifestarse en contra de la prisión que sufre uno de sus líderes, Facundo Jones Huala; sino que en estos raptos de «campañas a su desierto» de mediana intensidad, también hubo un desaparecido , Santiago Maldonado. Ahora entiendo lo de » vivir en la incertidumbre «, pero estoy seguro que esta no es ninguna categoría pedagógica, son categorías represivas, que en la educación del futuro deberían estar excluidas y no incrementadas.
Sin embargo, ese hecho obsceno se emparenta con su pensamiento: «El camino que hemos emprendido todos los días tiene un metro más de asfalto, una sala más, un pibe más que está preso».
A modo de conclusión… pero no de cierre…
Si todos los millonarios que están «preocupados» por la educación, están «Esperando a Superman», es tiempo de abastecernos de kryptonita.
No se trata de reformas educativas, sino de transformación, socialicemos la educación con políticas educativas que surjan de las escuelas, de las universidades públicas y no de las ong y fundaciones corporativas o universidades privadas.
Un ministerio de educación que no tiene escuelas, ni paga salarios docentes, como dijeron todos los ministros después de la reforma, es solo un operador transgénico para convertir la educación pública en alimento de las corporaciones.
Antes de que entremos en la era del pospensamiento…
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