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Mirando a Bolivia desde la fila

Fuentes: Rebelión

  … Ocurrió que por una circunstancia que le sucede en algún momento de su vida a todo ciudadano de este país, me encontré a las 8 de la mañana de un día cualquiera en las puertas de una oficina pública… rostros mañaneros mezclaban su cansancio en un gran tumulto de personas que tomó forma […]

 

… Ocurrió que por una circunstancia que le sucede en algún momento de su vida a todo ciudadano de este país, me encontré a las 8 de la mañana de un día cualquiera en las puertas de una oficina pública… rostros mañaneros mezclaban su cansancio en un gran tumulto de personas que tomó forma alborotada cuando las puertas se abrieron y todos corrieron en pos de la deseada ventanilla en el interior del vetusto edificio… a continuación aparecieron sendas colas que serpenteaban por el patio todo cubierto de material de construcción, mientras decenas de obreros demolían parte de las oficinas de los pisos de arriba, derramando pedazos sobre los empeñados madrugadores…

… Así transcurrió la primera hora, en filas que nunca avanzaban, y donde en los rostros se observaba la parsimonia de aceptar lo que siempre ha sido así, sin protestar, sin conversar, sin molestar, continuar esperando… mientras tanto, ya en lo avanzado de la hora, empezaron a llegar otras personas que apresuradas y sin ningún miramiento acudían a los primeros puestos aduciendo premura. Esas decenas de individuos eran los que impedían que las filas avanzaran, pues algunos que veían que la viveza criolla funcionaba, no dudaban en romper el orden asumido para plegarse al tumulto de los coladores… algunos tímidamente reclamaron el respeto al orden y tuvieron como respuesta el desdén y el insulto.

… En algún momento apareció un guardia de policía que intentó ordenar algo en alguna fila, pero al menor descuido tenía a alguna persona colada con la excusa de que «sólo quería preguntar algo»… en otras filas se sentía el cansancio, del sol, de los materiales de construcción que no cesaban de caer, de los golpes del mazo del albañil, de las entradas y salidas de los camiones con escombros que hacían que las filas se desintegraran por un instante, y luego se rearticularan con nuevos coladores recién llegados…

… Alguien luego de las dos horas de espera, empezó a repartir fichas con números en una de las filas, no sabemos bien si fue parte de la iniciativa de los que hacían cola o de los funcionarios, lo cierto es que dicha iniciativa no funcionó nunca en las otras múltiples filas…

… En fin luego de larguísima espera, y con el número 132 en la mano, llegué a destino en la única fila organizada; para encontrarme con la novedad de que mi trámite recién debía ser realizado al año siguiente y no ahora porque existen demasiados pendientes de otros años… la funcionaria simplemente me insinuó que debía pasar por informaciones… donde por supuesto me aguardaba otra interminable cola que gastó otra parte de mi tiempo para que simplemente me repitieran la información…

… Apesadumbrado y luego de haber perdido la mañana, tuve el sentimiento común de frustración de todo ciudadano que pasa por esta experiencia cotidiana… luego pensé que detrás de las filas del país existe un horizonte de vida que merece ser reflexionado…no es un tema tan sólo latinoamericano y del tercer mundo, pues también las encontramos en el primer mundo con el ritmo ordenado y matemático que suelen tener esos ciudadanos junto al Estado que los ordena…

… En las filas siempre está mayoritariamente el pueblo trabajador, los que madrugan y suelen hacer del esfuerzo su cotidianidad, es decir sobrevivir con el trabajo que realizan aunque alcance para muy poco. Son los que suelen creer y soñar con un mundo que valore su esfuerzo y que están convencidos de que es la forma correcta de hacer las cosas y de dar ejemplo para los demás… sin embargo su tarea termina cuando su trámite concluye o bien le toque una siguiente fila en alguna otra parte, es así que las filas, como el sistema, muchas veces individualizan las conciencias y priorizan las necesidades propias sobre las de los demás…

… Luego están los que llegan tarde, y sin esfuerzo encuentran acomodo para adelantarse, estos sólo existen porque están los otros, los que se callan y aguantan sumisamente el atrevimiento ajeno… Aquellos son los que normalmente conocen las reglas de lo urbano y de lo que se ha mal denominado «viveza criolla» para explicar el oportunismo y aprovechamiento de las circunstancias en beneficio propio; muchos dirigentes políticos han sido parte de esta escuela y los hay de dos clases, aquellos que sobre las miradas y algunos insultos suelen colar descaradamente y aducir luego premura, o bien mimetizarse en la fila para luego «putear contra los coladores»; y están los otros, los segundones que calladamente se asimilan a la iniciativa de los más osados para lograr beneficios propios si le va bien…

… Están las condiciones en las que la fila-vida se mueve en el país, con lluvia de escombros y dificultades; pero la vida sigue con la terca convicción de que todo es parte de la trama de la sobrevivencia que hay que aguantar, de esta manera, son horas, días, años de hacer lo mismo pensando que quizás ese día será mejor, y si es peor, consolarse con la alegría de seguir vivos… hasta cuando y hasta cuanto puede seguir una vida de fila de nadies que sólo hace lo que debe y hace mucho que ha dejado de soñar en una vida sin filas?… sin embargo son esos nadies que tienen la sola preocupación de sobrevivir que han hecho un país como el nuestro; con un pueblo profundamente explotado, aplastado pero también con una resistencia silenciosa de largo aliento y la explosión intempestiva cuando los argumentos se agotan… por eso la fila guarda en los espíritus tantos sentimientos individuales como rebeldías colectivas …

… Pero aún hay otro elemento que subyace al comportamiento de todo: la ausencia de reglas con todos y de todos. Aquellas que existen son improvisadas por los funcionarios de turno o bien por los integrantes de la fila que buscan el respeto de lo común a través del cumplimiento de sus derechos. Los primeros en medio de las vetustas estructuras, improvisan recursos para cumplir mínimamente sus funciones, normalmente tienen sobrecarga de trabajo y se dan modos para lograr un extra salarial que recae en los ciudadanos, que para lograr que se haga efectivo su derecho deben pagar un plus económico o político a estos micro espacios de poder, que según suben en jerarquía se convierten en verdaderas fortunas que se hacen en el espacio público y demasiadas veces con el erario público…

… Los otros, los de la fila, son los ciudadanos anónimos que han hecho posible este país, los movimientos y organizaciones sociales que han organizado la resistencia y no han dejado de interpelar al poder excluyente hasta proponer otra Bolivia posible… también están los que representan al silencio rebelde de los otros, los comunitarios que desde la memoria larga y desde la identidad propia, siempre fueron parte de las luchas… todos, sin embargo y aún cuando el Estado ha sido permeado a la presencia ciudadana, siguen esperando que alguien atienda la fila…

… En definitiva, encontramos en la fila reflejado el mundo desinstitucionalizado en el que todavía vivimos, en el que no terminamos de reconstituir un contrato social asumido por los pedazos que hacen este país, que permita que las cosas funcionen, que los derechos de todos se respeten y que la autoridad (comunitaria y estatal), como servicio encomendado, establezca puentes de encuentro para una mejor convivencia. Todavía no termina de existir una institucionalidad libremente asumida, Estado Plurinacional le llamamos, que haga sentir parte de un mismo país a las diferentes identidades que la componemos, aunque ya tenemos una visión plurinacional del país que somos. Todavía existen quiebres estructurales no resueltos que impiden que las razones que nos unen se conviertan en el fundamento para seguir. Siguen las filas en una marcha caótica y sin sentido, bajo las reglas del Estado Republicano que heredamos, todavía no asumimos en lo cotidiano que la historia es nuestra, que las reglas se reinventan en función de todos, que los ciudadanos tenemos el poder de crear y somos los que estamos construyendo al Estado Plurinacional desde nuestra propia idea del servicio y la participación… necesitamos descolonizar nuestras instituciones, pero sobre todo el pensamiento y la acción ciudadana para liberarla de la opresión y la domesticación de esperar un amo que ordene, para hacer posible que nuestro sueño colectivo y posible nos haga creativos y responsables del poder colectivo que estamos construyendo…

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.