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Misiles contra la dignidad nacional

Fuentes: Rebelión

Dentro de las acepciones de la palabra «dignidad», el «respeto de sí mismo» es la que más se ha perdido en Bolivia. Y si alguien no se respeta así mismo, no puede pedir respeto de los demás. El tema tiene relación con la entrega a EEUU de la ridícula cifra de 28 mísiles, donados por […]

Dentro de las acepciones de la palabra «dignidad», el «respeto de sí mismo» es la que más se ha perdido en Bolivia. Y si alguien no se respeta así mismo, no puede pedir respeto de los demás. El tema tiene relación con la entrega a EEUU de la ridícula cifra de 28 mísiles, donados por China Popular, en 1993, cuyo costo, incluyendo el transporte, no llega a 10 millones de dólares, lo que daba al país la ilusión de contar con capacidad defensiva, frente a posibles agresores foráneas. Tales mísiles han sido entregados «voluntariamente» a fin de «garantizar la seguridad nacional».

El peregrino argumento ha sido usado por el comandante del Ejército, general Marcelo Antezana, quien destacó que la decisión garantiza que no se producirán «accidentes» que podrían causar daños personales. A su vez, el Ministro de Defensa, Gonzalo Méndez Gutiérrez, explicó que, de acuerdo a compromiso suscrito con los norteamericanos, los mísiles no podían ser desactivados dentro del territorio nacional, por falta de tecnología apropiada, pero que, sin embargo, obtuvo un triunfo increíble: Los mísiles, una vez desactivados. serán devueltos al país.

La afrenta de llevarse un armamento de escaso valor era suficiente. ¿Para qué añadir la burla y el desprecio a una Bolivia cuya disgregación avanza cada día? ¿Para qué gastar en la reimportación de un material desactivado? ¿Es que se piensa abrir un museo con las incesantes afrentas a Bolivia? La falta de veracidad alcanzó al Presidente de la República, Eduardo Rodríguez Veltzé, quien, en discurso ante los militares y en conversación con el candidato presidencial del MAS, Evo Morales, aseguró que los mísiles nunca salieron del país. Como complemento, el Ministro Méndez Gutiérrez aseguró en la Cámara de Diputados que los mísiles habían sido dañados por la «humedad» del altiplano. El perspicaz burócrata olvidó que el altiplano boliviano es una de las zonas más secas del planeta y que, por tanto, casi carece de humedad.

El trasfondo de tanta incoherencia es muy simple: EEUU exigió a Bolivia destruir su minúscula defensa antiaérea para no tener el mínimo problema en caso de ejecutar sus plantes de intervención militar. En días pasados, la Embajada de EEUU ha anunciado que volverá a exigir que Bolivia ratifique el Tratado de Inmunidad para sus tropas, ya aprobado por el Senado de la República, pero aún no ratificación por los diputados. La instalación de una base militar estadounidense en Paraguay, a 200 kilómetros de la frontera, es otro indicio en la misma dirección,

En mayo de 2004, José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, promovió una intervención militar a Bolivia, en cumplimiento de la «Carta Democrática» de ese organismo, la que se lleva a cabo a pedido de un gobierno democrático en riesgo de ser derrocado. La denuncia fue formulada por el Canciller del Presidente Carlos Mesa, José Ignacio Siles del Valle («El Diario», 5-X-05)

La dignidad de Bolivia ha sido globalmente desmantelada, a partir de las políticas neoliberales que destruyeron al Estado Nacional. Sólo el gobierno del general Aldredo Ovando y Marcelo Quiroga Santa Cruz (1969-1971), logró fortalecerlo con la nacionalización del petróleo y la instalación de fundiciones estatales de minerales. A partir de entonces, nada se hizo sin permiso de los centros de poder mundial y los organismos internacionales.

La donación de los mísiles fue un descuidado que EEUU acaba de subsanar. Si eso sucedió con las decisiones «macro», las «micro» quedaron en manos de cientos de ONGs que no reúnen cuentas de lo que hacen. Un intento por hacer aprobar una «Ley de Ongs• provocó el rezado airado rechazo que se inició en la Embajada de EEUU y terminó en la jerarquía eclesiástica y en las iglesias evangélicas. La mayor indignación provino de las representaciones diplomáticas europeas. Como puede advertirse, el episodio de los mísiles es sólo un eslabón en la cadena de indignidades que cotidianamente sufre el país.