La privatización de la industria petrolera boliviana fue posible por una inocultable victoria ideológica del neoliberalismo que pregonó, y aún lo sigue haciendo, las bondades de la inversión extranjera, y paralelamente denigró el rol del Estado en las actividades productivas, particularmente en las actividades de extracción de recursos naturales; sancionando su «intrínseca ineficiencia» y su […]
La privatización de la industria petrolera boliviana fue posible por una inocultable victoria ideológica del neoliberalismo que pregonó, y aún lo sigue haciendo, las bondades de la inversión extranjera, y paralelamente denigró el rol del Estado en las actividades productivas, particularmente en las actividades de extracción de recursos naturales; sancionando su «intrínseca ineficiencia» y su «congénita corrupción».
Con fuerte apoyo de los organismos internacionales lograron imponer a los políticos y gobernantes de turno la idea que los bolivianos no podemos ni debemos gestionar nuestros recursos naturales y que la mejor manera de hacerlo es recurriendo a la inversión extranjera.
¿Cómo lo hicieron? Recurriendo a mentiras simples pero efectivas, como lo demuestra la presente cartilla. En lo referente a la industria petrolera, por ejemplo, mintieron en el número de pozos perforados y las reservas descubiertas, mintieron en los costos de producción y en las utilidades recibidas por las empresas, etc. Mentiras que de tanto ser repetidas crearon verdaderos mitos. Como ese que indica que las transnacionales son necesarias e imprescindibles para el país, que son las únicas capaces de realizar inversiones riesgosas, inversiones que el país no tiene y qué además permitieron descubrir las enormes reservas de gas. O el otro que dice que las transnacionales aplican tecnología de punta, son eficientes, cumplen con las leyes, son transparentes y para nada corruptas. O aquel que señala que la exportación de gas natural facilita el abastecimiento del mercado interno. O el que indica que el cobro de regalías e impuestos «elevados», genera pérdidas a las empresas, ahuyenta a los inversores y perjudica el desarrollo de la industria.
Tan efectiva ha sido esta labor que aún hoy los gobernantes repiten que la inversión extranjera es imprescindible y que debemos buscar ser socios de ella. La experiencia histórica del país, reciente y pasada, ha demostrado que los inversores extranjeros sólo despojan al país de sus riquezas. Así lo corroboran los argumentos y datos vertidos en esta cartilla. Urge recuperar la experiencia económica previa al neoliberalismo, desmontar los mitos y mostrar la realidad detrás de las mentiras neoliberales, para acabar de descolonizar el pensamiento boliviano sobre la inversión extranjera y construir una verdadera política nacional de hidrocarburos.
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ÍNDICE
- Los bolivianos no podemos, ni debemos gestionar nuestros recursos hidrocarburíferos
- Gracias a las transnacionales, Bolivia ha descubierto sus hidrocarburos
- Las transnacionales son necesarias porque hacen inversiones riesgosas que el país no tiene
- Las transnacionales manejan tecnología de punta
- Los impuestos y regalías elevados ahuyentan a la inversión extranjera
- Las transnacionales son transparentes y cumplen las leyes
- La exportación de materia prima es complementaria a la satisfacción de la demanda interna
Centro de Documentación e Información Bolivia
REALIZACIÓN
Investigación: Gustavo Rodríguez Cáceres y Marco Gandarillas G.
Edición: Marco A. Gandarillas G.
Diseño e ilustraciones: Efraín Ramos Y.
Apoyo: Observatorio de Multinacionales en América Latina – Paz con Dignidad y la Agencia de Cooperación del Gobierno Vasco.