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¡Monsanto, go home!

Fuentes: Otro Viento/Argenpress

En 1996 RoundupReady, el herbicida que hizo famosa a la empresa Monsanto, penetró en la Argentina para regar los campos de soja transgénica. En tiempo récord y sin análisis debidos, Felipe Solá, el entonces Secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos, autorizó a dicha empresa a comercializar semillas genéticamente modificadas sin la evaluación pertinente sobre […]

En 1996 RoundupReady, el herbicida que hizo famosa a la empresa Monsanto, penetró en la Argentina para regar los campos de soja transgénica. En tiempo récord y sin análisis debidos, Felipe Solá, el entonces Secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos, autorizó a dicha empresa a comercializar semillas genéticamente modificadas sin la evaluación pertinente sobre su impacto en la salud humana, animal y ambiental. Rechazada por países como Alemania, Polonia, Francia, Eslovaquia, Irlanda, Hungría, Gran Bretaña y Bulgaria, y tras encontrar tanta tierra virgen en América Latina, decidió instalar la planta de semillas transgénicas más grande del mundo en un país donde los controles de seguridad y ambiente se compran y donde predomina la inversión económica por sobre el bienestar de la población.

A mediados del 2012, la presidenta Cristina Fernández anunció orgullosa la futura inversión de 1.800 millonesde pesos y la creación de 400 puestos de trabajo en la obra que se comenzó a construir en Malvinas Argentinas, una pequeña localidad ubicada en la provincia de Córdoba. Pero el orgullo no era compartido con los habitantes de la región. Inmediatamente la ciudad se movilizó y comenzaron los cortes de ruta.

Meses más tarde, Sofía Gática,referente de las Madres del barrio Ituzaingó – una organización que se creó por causa de la gran cantidad de enfermos de cáncer y niños con malformaciones y que ganó el juicio contra productores y fumigadores acusados de haber causado muertes por el uso de agroquímicos-,juntó fuerzas y decidió bloquear junto a otros pobladores los accesos de las 37 hectáreas adquiridas por la empresa. «Yo propuse hacer el bloqueo a los vecinos de Malvinas Argentinas y no quisieron saber nada, se opusieron. Les aclaré que con ellos o sin ellos íbamos a bloquear el predio porque Monsanto es una empresa extractivista que viene a robar los recursos naturales y a enfermar la siembra», declaró a Otro Viento.

Allí el contraste es fabuloso: de un lado del alambrado, sobre la ruta A-88, está el símbolo del modelo agroindustrial a escala mundial; y del otro, hay unas casillas hechas de palos, barro y techo de plástico, una huerta orgánica y banderas que gritan:»No nos cansaremos de decir fuera Monsanto». Allí, acampan día y noche los integrantes de la Asamblea Malvinas lucha por la Vida que quieren un medio ambiente digno y salud para sus hijos. Es por ello que instalaron sus carpas con la inquebrantable convicción de quedarse a luchar hasta que Monsanto se vaya de Argentina.

Mon¿santo?

Nada de santa tiene esta empresa fundada en 1901 en el Estado de Misouri, Estados Unidos. Entre las actividades a las que se dedicó, se encuentra la producción del PCB,uno de los doce contaminantes más nocivos elaboradoshasta el momento;el Agente Naranja, un veneno que desparramó Norteamérica en la selva vietnamita durante la guerra y produjo, además de miles de muertos, generaciones de niños con malformaciones y cáncer; la llamada hormona bovina, que se les inyecta a las vacas para que aumenten su producción láctea a costa de que se les infecten las mamas y les tengan que suministrar antibióticos y hormonas que transmiten a la leche que se vende en los supermercados; y el glisfosato comercializado bajo la marca RoundupReady que se aplica a la soja transgénica creada por esta misma empresa.

A todo esto, se le suma el MON810, el grano de maíz transgénico que pretende producirse en Malvinas Argentinas. Sofía Gáticaexplicóque «se trata de una semilla que es estéril, sólo sirve para una sola cosecha y en la próxima no se puede sembrar esa semilla, se necesita volver a comprar semillas con el agrotóxico. A los campesinos los perjudica porque tienen que endeudarse y meterle veneno a los alimentos,además crece la pobreza, hay campesinos expulsados y se expande la tala de árboles».

El proyecto consta de 240 silos que estarían llenos de semillas (150 toneladas aproximadamente) a las que se les arrojarían insecticidas y otros químicos para que no se echen a perder o los ataquen plagas. Todos esos productos se transmiten al aire, a través de las cáscaras de las semillas que se desprenden y vuelan; y al agua, que si no es debidamente tratada se filtra a napas y ríos. Además de que se utilizarían 600 mil litros diarios de agua más otros miles de agroquímicos.

No es un dato menor el hecho de que la obra se haya comenzado antes de que los estudios ambientales se aprobaran y el gobierno cordobés hiciera los debidos controles. Bajo una ordenanza municipal que pasó por encima de la Ley General del Ambiente que obliga a presentar un estudio de impacto ambiental, se autorizó el comienzo de la obra a principios de 2013. Luego vinieron las protestas, las movilizaciones sociales, el bloqueo, el levantamiento del pueblo que logró que en octubre de ese mismo año se paralizara la construcción y para la fecha en que Monsanto planeaba llenar los silos de semillas, no estuviera construido ni un cuarto de la planta.

Pero los rounds de la lucha continúan y se vuelven cada vez más agotadores. La parte de Malvinas Argentinas que no quiere a Monsanto se alegró al enterarse de que en febrero de este año los estudios ambientales fueron rechazados porque la empresa no cumple con los requisitos de gestión integral de residuos. Aunque a la noticia le siguió la medida gubernamental a la que deben resistir: la Provincia quiere sancionar una nueva ley de ambiente. Para Sofía Gática, «la nueva ley de ambiente que se está discutiendo es para que todas las multinacionales se puedan instalar en la Argentina».

Modales de gente con traje

La Asamblea Malvinas Lucha por la Vida hace siete meses que resiste junto al predio Monsanto. Las dificultades a las que se enfrenta día a día no son solamente las climáticas y la organización de la protesta, sino también hacer frente a la represión policial y las amenazas de los poderosos.

Una vez que el bloqueo se hizo efectivo y no pudo ingresar un sólo camión con materiales por ninguno de los cinco accesos, Infantería, Gendarmería, la policía y hasta el gremio de trabajadores de la construcción (UOCRA)atacaron contra los acampantesque se oponen al actual modelo agroindustrial.

«Hay una represión por mes donde tenemos muchos heridos, muchos internados, golpeados, baleados. Hubo represiones donde tuvo participación la UOCRA que llevó más de 60 personas y me dejaron internada y a un compañero le dieron puntos en la cabeza», contóSofíaGática. Ella es la referente de la protesta, tiene años de experiencia en luchar contra la justicia ycontra las muertes que produce el actual sistema de cultivos. Es la «mujer guerrera», como se apoda en su facebook, es la que está dispuesta a no ceder nada frente a corporaciones de este tamaño. Por eso, se la ensañan con ella y hoy está con custodia policial.»Las amenazas son constantes. Hace un tiempo un hombre en un colectivo se sentó a mi lado con un arma y me dijo que me iba a volar los sesos en Malvinas Argentinas», relató. Y la amenaza excedió los límites. A los dos días, dos tipos en una moto la esperaron a la salida del trabajo y la arrastraron y la golpearon para intentar que el dolor físico calme el instinto combativo que tiene dentro.

No obstante, muchos están en contra de Sofía y la protesta. Muchos creen que el progreso como país va de la mano de la incorporación de tecnología de avanzada, de empresas con un gran desarrollo científico.

Piensan que lo importante son los puestos de trabajo que generan, lo grandioso de que capitales extranjeros ingresen al país. Muchos sostienen que Monsanto es la solución al hambre mundial, que les brinda facilidades a los agricultores, que los alimentos transgénicos son el futuro, que así se alcanza la fórmula del éxito: la máxima productividad de la tierra.

La realidad es que desde fines del siglo pasado crece año a año el consumo de herbicidas y fungicidas, lo que lleva a poner en duda la eficacia de los organismos genéticamente modificados (OGM) que deberían ser resistentes a las plagas. La realidad es que la tierra está siendo adaptada de manera forzada a los monocultivos, que los tóxicos están penetrando los conductos fluviales y aniquilando especies animales. La realidad es que es mejor ni pensar cómo impacta esto en el organismo humano.

La expansión del negocio sojero ha contribuido a profundizar el proceso de concentración y extranjerización de la tierra y la producción. En palabras de Sofía Gática: «no nos están dejando elegir qué comemos, nos lo están imponiendo. Ellos se quieren adueñar de la cadena alimentaria».

Fuente: http://www.argenpress.info/2014/04/monsanto-go-home.html