Finalmente y como todo lo hacia prever, los escarceos en la primera paritaria, realizada entre los docentes y el gobierno nacional, tuvieron un resultado ajustado a la demanda del kirchnerismo.
Los gremios de los educadores, enrolados en el campo del oficialismo, concluyeron, el viernes 22 de febrero, refrendando un acta oprobiosa cuyo principal objetivo es el de garantizarle al gobierno de Cristina Fernández-Kirchner un año de paz social (180 días de clase), contra un 24 por ciento de incremento en el salario mínimo y que alcanzará a menos del 6 % del gremio. Poco más de 40.000 docentes sobre un total de 825.000, de acuerdo al censo del propio Ministerio de educación. El resto del salario de maestras y maestros dependerá de las paritarias provinciales que ya llevan la impronta de los 250 negociados en Nación.
La burocracia gremial docente le puso el gancho a una farsa, y ahora tratará de completar la maniobra entreguista recurriendo a otra caricatura repetida: la famosa consulta a las bases donde, lo más destacado, es la manipulación «progresista» de los resultados.
En los últimos días, la comedia sobre el salario docente estuvo en un sitial privilegiado del debate social. Los Maldonados, los Nenna, los Baradel… consiguieron sus deseados minutos de fama -con picos de presión incluidos- ocupando un importante centimetraje en los diarios nacionales y en los espacios centrales de la televisión y de la radio.
Para la mayoría de los trabajadores de la educación, esta fue la primera oportunidad que se les presentó para conocerles las caras a estos autoproclamados delegados paritarios, los que durante semanas estuvieron decidiendo sobre sus derechos como trabajadores del magisterio, sin haber sido elegidos por nadie y sin haber convocado a las bases para saber cuales son sus demandas, tanto desde el punto de vista salarial, como desde el punto de vista de las condiciones laborales.
Desde su inicio, pero fundamentalmente en estos últimos días, «la paritaria docente» pasó a ser un asunto de Estado. No es para menos; al gobierno nacional le resulta imperioso el ajuste educativo y prepara una ofensiva en regla en contra de los docentes y la escuela pública, y para esto, necesita de la complicidad de su aliada: la burocracia gremial.
Porque se «trabó» la paritaria
Por mas de dos días, y en medio de extensas reuniones, las direcciones sindicales del magisterio argentino buscaron ajustar semánticamente (puras palabras) los términos de un acta que les permitiera salir medianamente indemnes de una negociación que comenzaba a generar un fuerte revuelo entre las bases trabajadoras, que seguían las negociaciones con su espíritu reivindicativo intacto y en ebullición.
Todo el problema, para los unos y los otros, que participaban de la mesa de negociaciones, se centró en hacer digerible el miserable acuerdo salarial y en no desmejorar la imagen de los representantes gremiales ante la percepción de algo de 800 mil trabajadores de la educación de todo el país.
Infausta tarea, sobre todo si tenemos en cuenta que no habían pasado las primeras horas de una negociación, que adquiría rápido estado público, cuando en las escuelas comenzaba a cobrar forma ese estilo de broma elegante y encubierta, tan característica entre los docentes, cargada con un tonito sarcástico y despiadado: «estos van a dar vueltas y vueltas, para finalmente, vendernos por migajas».
Desde las provincias llegaban noticias desalentadoras: los 250 pesos incorporados como garantía salarial no conformaban a los maestros. Tanto en Río Negro, donde los reclamos obligaron a suspender el inicio de las clases por una semana, como en Salta, donde los educadores de la Puna salteña ya paraban por 48 horas, mientras, la combativa Asamblea autoconvocada calificaba con un «insuficiente» las propuestas salariales del gobernador Urtubey dando los primeros pasos para poner en marcha un plan de lucha, dejaban en claro que la propuesta salarial manejada en paritarias corría el riesgo de entrar en terapia intensiva y en reproducir lo ocurrido en 2007 con los 1040 $ de garantía yaskista. Situaciones similares se reproducían en Entre Ríos, Mendoza, San Juan, etc. donde comenzaban los pronunciamientos demandando un aumento mayor, la eliminación de los tickets canasta, la incorporación de las sumas en negro al básico; denunciando además, las deplorables condiciones en que se encuentran las escuelas para el normal dictado de clases. Si a estas, les sumamos las provincias de Corrientes, La Pampa, Catamarca, Neuquén, Santa Cruz y Tucumán, que -por distintas razones- transitarán negociaciones complicadas, que en algunos casos podrían afectar el inicio de las clases. Tenemos los primeros «ton ton» en los tambores de guerra.
La indecisión que caracteriza a la burocracia centroizquierdista, hizo que las «primeras paritarias docentes» se debatieran en un clima de incertidumbre.
¿Firmar en primera instancia tal como estaba acordado o no firmar? hasta que la atmósfera del patético «como si… luchamos», tan desgastado a esta altura de los acontecimientos, fuera parte de la escena, «that is the cuestion». Al kirchnerismo, toda esta puesta en escena, para salvarle la ropa a la dirigencia burocrática docente, empezó a resultarle molesta. Sobre todo, porque el «operativo encubrimiento» ponía en cuestión, y en debate público, los índices que estaba dispuesto a manejar con el resto de los gremios. La voz de la UIA se hizo escuchar, el aumento debe ser de un 12%. La cosa empezó a complicarse, porque con un 12, el conflicto tocaba a la puerta; con lo cual, la Cristina se vio obligada a recurrir a un peso pesado.
Dentro del movimiento… todo
«Sorpresivamente, el titular de la CGT, Hugo Moyano, acordó el aumento para su gremio en sintonía con las pretensiones oficiales. El acuerdo sorprendió a muchos empresarios y sindicalistas, que no esperaban empezar las negociaciones sino hasta los primeros días de marzo. Un representante de la industria alimenticia, que estaba enfrentando incrementos salariales cercanos al 30 por ciento, se alivió con el anuncio y sostuvo que «el acuerdo con Camioneros va a marcar la pauta». (pagina12).
Fue necesario que Moyano pasara con su camión por encima de todo el debate salarial abierto. El gobierno presentó el acuerdo con el «gordo» Moyano como ejemplificador de lo que se denominan «reclamos mesurados» y para eso, preparó una conferencia de prensa de apuro en medio del debate con los docentes que amenazaba con entrar en una larga impase.
En realidad, el acuerdo salarial con los camioneros es un acuerdo oscuro, un acuerdo «para la gilada» según los propios representantes de la CTA; pero, sin duda, necesario y adecuado a las pautas oficiales en medio del debate abierto.
Moyano, selló la pauta del reclamo salarial por debajo del 20% (por lo menos para la tapa de los diarios) y con esto, volvió a marcar el lote.
Sin ninguna cláusula de paz social a futuro, el líder de la CGT le demostró a la presidenta que a la hora de hablar de salarios, «el Gordo», es imprescindible. Por otro lado, envió un mensaje a la paritaria docente y a la opinión pública: «ustedes, con sus reclamos, ya alcanzaron un 24%; haber si se dejan de joder».
Pero, hay algo más. La relación entre el gobierno y el Hugo Moyano, se sabe, aparece rodeada de una cierta ambivalencia. El camionero, que parece haber estudiado todas las biografías de Augusto Vandor y haber reestablecido la escuela del «pegar para negociar mejor», fue desplazado de la primer paritaria, ya que, amenazaba con un pedido de aumentos de sueldo de acuerdo a la «inflación de supermercados». Al gobierno, conocedor de sus manipulaciones del índice de precios, estas amenazas, hacían que Moyano le resultara un poco impredecible, pese a las negociaciones permanentes que vienen desarrollando para la reconstrucción del pejotismo, con un 33% de participación de la patota sindical.
Quizá, por esa razón, el kirchnerismo convoco en primera instancia a los yaskistas a discutir en la primera paritaria del año.
Si el líder camionero se mostraba impredecible al paladar oficial, la CTA, por el contrario daba suficientes muestras de buena voluntad (rastrerismo): había soportado estoicamente el reto de la presidenta en La Rosada y asomaba como más potable en las futuras negociaciones. Yasky lo ayudaría a fijarle un techo a los futuros incrementos, en la negociación salarial con los empleados públicos, que de paso serviría de techo al resto de los gremios.
No casualmente gremios y gobierno se pusieron de acuerdo, en la primera reunión paritaria, sobre un mecanismo destinado a regular los conflictos provinciales docentes (Comisión federal de mediación).
«A los tibios los vomita dios»
El acuerdo con camioneros fue un punto de inflexión, que hizo, que más de uno soportara un pico de presión. Sólo quedaban acordar los términos del acta para recuperar el espacio perdido. Otra vez «el Gordo» Moyano marcaba la pauta y tomaba la ofensiva del debate salarial. Los tibios, que no habían sabido comprometerse con la consigna «dentro del movimiento, todo», debieron salir de apuro a firmar sin condicionamientos lo que hasta horas antes habían rechazado. De todas maneras ya era tarde. El kirchnerismo, que se ajusta al viejo axioma capitalista, «la vergüenza no da ganancia», los volvería a colocar entre el desprecio y la humillación.
Un acta de puras palabras
El acta en cuestión se reduce a un compromiso por parte de las direcciones sindicales, para que el Gobierno nacional no tenga que enfrentar conflictos docentes durante el ciclo lectivo, es decir: entrega el derecho de huelga, claro que en el marco de la ley 25.864, pedida en su momento por la propia burocracia sindical.
Formaliza la participación de los gremios nacionales de los trabajadores de la educación como bomberos en caso de que los conflictos provinciales amenacen con salirse de madre (Comisión nacional de mediación).
Señala una pauta salarial de 250$ que rápidamente será licuada por la inflación.
Se compromete a futuro, a la discusión de la «carrera docente» en términos convenientes a las políticas oficiales.
Desplaza al gobierno nacional de la responsabilidad por los futuros conflictos en las provincias. El kirchnerismo, tiene una verdadera obsesión por las parlamentarias del 2009 e intenta que cualquier conflicto adquiera un carácter provincial, sin que dañe la figura de Cristina y el Néstor.
A la denuncia, sobre el pago en tickets en algunas jurisdicciones se le encontró la siguiente vuelta semántica: «proponer» que las provincias tiendan al saneamiento de los sueldos y «promover» la eliminación de los tickets. Pura basura.
De la incorporación de los montos en negro al básico, queda en discusión de cada provincia.
Sobre un salario nacional acorde ala canasta familiar, ni una palabra.
Los acuerdos con Moyano, por un lado, y con los laderos de Yasky, por el otro, le sirven al gobierno para que los sindicatos -que estaban pidiendo aumentos superiores al 30 por ciento- comiencen a bajar sus pretensiones.
Kirchnerismo vs. Kirchnerismo
Las direcciones nacionales docentes forman parte del armado del poder. Su alianza con el kirchnerismo y la firma del acta humillante, deberían poner en debate en todo el gremio la cuestión de que los sindicatos sean independientes del poder político y de sus partidos.
No pueden estos hombres que responden a la línea política del partido gobernante autoproclamarse como delegados de las reivindicaciones de las bases docentes. Las negociaciones de la «histórica paritaria docente» dejan mucha tela por cortar. Lo principal, es que todos los esfuerzos de los kirchneristas por convertirse en referentes de la clase trabajadora conducen a la frustración de las demandas obreras y a la entrega de sus reivindicaciones.
Todavía queda una semana antes de que empiecen las clases, en la mayoría de las seccionales del país los docentes discutiremos los alcances y contenidos de esta acta, a la cual seguramente repudiaremos. Repudio que alcanzará también a quienes la firmaron.
El año recién comienza y los docentes, en las escuelas, se resisten a seguir siendo carne de ajuste; por mas que a los Maldonados, Nenna y Baradel, yaskistas ellos, se les suba la presión.