Se cumplen 14 años de uno de los intentos de desalojo en Zanon, que los obreros impidieron con la movilización y la determinación de resistir la represión policial
Se cumplen 14 años de un día bisagra en la lucha de Zanon. Veníamos de 2 años de ocupación, atravesando todo tipo de provocaciones, represiones en las calles con decenas de detenidos. Amenazas de muerte a varios de nosotros y a nuestras familias en una provincia gobernada por Jorge Sobisch. Un nivel represivo intenso. Era común que las movilizaciones terminaran en represión.
Incluso por esos años se dio el encarcelamiento de la cúpula de la CTA que encabezaba Julio Fuentes. También habíamos resistido, cuando cumplimos el primer aniversario de la ocupación, el ataque violento por parte de una gran patota organizada por la burocracia de la CGT en el sindicato de empleados de comercio y sectores del MPN, que reclutaron pibes en los barrios a cambio de dinero, junto a la barra brava de Cipolletti, que trasladados en camiones y trafics desembarcaron frente a la fábrica e intentaron ingresar a los piedrazos. La resistencia duró largas horas, y al no poder ingresar se transformó en un «sitio» que sólo fue desbaratado por la movilización a la fábrica del MTD y organizaciones solidarias y el anuncio de un paro provincial por parte de ATE y CTA.
Ante la imposibilidad de quebrarnos con patotas, intentaron hacerlo con el aparato legal del Estado. La jueza Norma Poza resolvió que los síndicos de Zanon «tomen posesión con el uso de la fuerza pública» de la fábrica. Esto significaba la amenaza de un desalojo violento después de un año y medio de la ocupación ante el lock out patronal y la puesta en producción.
Los obreros de Zanon decidimos resistir. Además de una intensa campaña recorriendo las escuelas, los barrios, y el país en cuanta lucha se desarrollaba, también tomamos medidas internas.
El 8 de abril
Fue una jornada histórica. Fue una jornada completa, tuvo emotividad, fortaleza y organización. Era un «día D» para nosotros, ya que había una amenaza firme con orden de desalojo, y la toma de posesión de la fábrica por parte de los síndicos parecía inminente.
Hicimos un gran despliegue militante. En asambleas, en reuniones de consulta y organización con toda la izquierda que apoyaba nuestra lucha, en jornadas enteras en la fábrica con las Madres de Plaza de Mayo, en las reuniones de la Coordinadora del Alto Valle, y en decenas de muestras de apoyo. Un hecho destacable, que muestra la profundidad del apoyo solidario, fue el de las maestras nucleadas en ATEN, que enviaron en los cuadernos de comunicación de los estudiantes primarios una nota a los padres no sólo anunciando el paro contra el desalojo sino también convocando a las familias a la fábrica para ayudar a los obreros.
Lo más contundente que se logró fue la convocatoria a un paro provincial por parte de la CTA y del gremio docente ATEN. Lo mismo pasó con los docentes universitarios que una asamblea ínter-claustro de estudiantes, docentes y no docentes votaron la paralización de la Universidad Nacional del Comahue. Se movilizaron también los movimientos de desocupados de la zona, fue impresionante.
Fue muy fuerte esa jornada. Los trabajadores, habíamos hecho varias asambleas donde discutimos no salir de la fábrica, inclusive si había represión enfrentarla en forma organizada. Esta cuestión llevó a mucha discusión interna. Decíamos cada tanto «de acá solamente nos sacan con los pies para adelante» y puedo asegurar que en la mayoría de los compañeros estaba hecha carne. Esa era la fuerza moral que se transmitía a cada uno de los que vinieron a apoyar. En la Asamblea se dio la opción a los compañeros para elegir entre estar adentro de la fábrica o afuera, junto con el resto de las organizaciones. Todos querían estar adentro. En ese entonces yo era secretario general del Sindicato y discutimos que también estuviera adentro si la policía decidía entrar.
Ese día no faltó ningún obrero de Zanon. Tuvimos un par de semanas previas de preparativos bastante intensos donde nos organizamos para resistir cualquier intento de represión. No iba a ser fácil desalojarnos y eso lo dejamos en claro, que los que vinieran a desalojar a los obreros de Zanon no iban a entrar a pasear a la fábrica.
La entonces Junta Interna del Hospital Castro Rendon emitió un comunicado donde se decía: que los trabajadores del hospital NO iban a atender policías heridos en caso de represión. Todo un mensaje.
Yo creo que esa firmeza la tomó el conjunto de la comunidad que apoyó activamente. El gobierno evaluó el alto costo político que tendría en caso de represión, y tuvo que retroceder.Públicamente defendimos nuestro derecho a los puestos de trabajo, a poner la fábrica al servicio de la comunidad, y también el legítimo derecho a la autodefensa en caso de represión.
Se marcó un hito porque nunca una pequeña fábrica como la nuestra tuvo semejante concentración de apoyo, y esa gesta histórica quedó marcada a fuego entre nosotros. Cuando la clase obrera tiene un programa y una política clara, asume las demandas de otros sectores postergados, cuando actúa como dirección del resto del pueblo trabajador, puede mostrar toda su potencialidad política de clase.
La cuestión del desalojo de la fábrica y como afrontarla fue una batalla fundamental. Nos llevó muchos debates, reflexiones y polémicas, que las asumimos frontal y fraternalmente, sujetos a la crítica permanente, tanto interna como de las distintas corrientes políticas, enemigas, adversarias y de aliados. De todas aprendimos.
Partimos siempre de la base que ningún acontecimiento nos puede caer del cielo. Pesimismo en el intelecto, optimismo en la voluntad. O como decimos siempre en las Asambleas: nos preparamos con la mayor voluntad y militancia para la peor de las hipótesis.
Logramos construir finalmente un arco democrático bien amplio, que llegó a incluir hasta a representantes de la iglesia, todos «contra la represión a los obreros de Zanon». Junto a esto organizamos la autodefensa dentro de la fábrica, con la colaboración de las organizaciones obreras combativas, y un frente único obrero con la CTA que decretó el paro provincial. Todo bajo «disciplina ceramista», como se popularizó en esos días.
Ese, fue el último intento de desalojo serio que tuvimos en nuestra fábrica. El 8 de abril se convirtió en un elemento fundamental en nuestra lucha.