La amenaza pende tanto sobre Evo Morales, el diputado y líder indígena que cuenta con gran apoyo electoral, y sobre Jorge Tuto Quiroga, el derechista y neoliberal que gobernó a principios de la década con los sectores más reaccionarios de la oligarquía, y que son los principales aspirantes a ganar las elecciones de fin de […]
La amenaza pende tanto sobre Evo Morales, el diputado y líder indígena que cuenta con gran apoyo electoral, y sobre Jorge Tuto Quiroga, el derechista y neoliberal que gobernó a principios de la década con los sectores más reaccionarios de la oligarquía, y que son los principales aspirantes a ganar las elecciones de fin de año.
«Ninguno (de ellos) plantea ni quiere la nacionalización de los hidrocarburos (…) Ninguno recoge esta demanda del pueblo», dijo el dirigente que fue uno de los que encabezó las protestas de octubre del 2003 y de junio del 2005, que culminaron con la caída de los ex presidentes Gonzalo Sánchez de Lozada y de Carlos Mesa, declarados defensores de las transnacionales.
«Van a correr la misma suerte que Sánchez de Lozada y que Mesa si no atienden el clamor del pueblo por la nacionalización», aseguró De la Cruz, quien recordó que los sectores más empobrecidos del país batallaron por expulsar a las transnacionales y recuperar la totalidad de las reservas de gas y petróleo, valuadas en por lo menos cien mil millones de dólares.
«Las riquezas naturales tienen que volver al pueblo para sacarnos de la pobreza. Eso es lo que quiere el pueblo», dijo al sostener que la población no debe dejarse ilusionar con las promesas electorales.
Hasta ahora, Tuto Quiroga y Evo Morales, que son los que tienen las mayores posibilidades para ganar las elecciones, según varios sondeos que difunden masivamente las cadenas periodísticas del país, han dejado en claro que no promoverán la confiscación de las propiedades y reservas de hidrocarburos que están en manos de Repsol, British Petroleum, Petrobras, Total, Enron, Shell y otras compañías extranjeras.
Tuto Quiroga, que encabeza las encuestas electorales y cuya popularidad es fabricada y promovida por los grupos de poder y grandes medios de comunicación que quieren cerrarle el paso a Morales, ha sido absolutamente claro en que defenderá la inversión extranjera y que impedirá con la ley y la fuerza todo intento nacionalizador. En cambio, Morales juega a la ambigüedad y habla con la misma facilidad de la nacionalización de los hidrocarburos como del respeto a la inversión extranjera y de tener como aliados a las transnacionales.
«Los bolivianos queremos socios, no patrones», dice al identificar la esencia de la relación que cree más justa con las transnacionales. Desde el 2003, Evo y el MAS han pugnado por lograr que las petroleras extranjeras paguen más impuestos y regalías al Estado boliviano para seguir operando en las concesiones otorgadas a vil precio por los gobiernos neoliberales. Esta ha sido su posición durante estos dos últimos años, aunque al fragor de la lucha revolucionaria de mayo y junio del 2005 se vio obligado a enarbolar temporalmente la bandera de la nacionalización.
Hoy, dependiendo de los escenarios en los que actúa, adecua esta consigna a sus necesidades electorales. Con los indígenas y trabajadores del agro habla de la nacionalización y de la salida de las petroleras. Con la clase media y los periodistas dice, por el contrario, que quiere una sociedad más justa con las transnacionales.
El pasado fin de semana, cuando fue proclamado a la presidencia en Cochabamba, preguntaba a los suyos si era más adecuado, política y electoralmente, hablar de expulsar a las transnacionales o si era mejor la concertación con las grandes empresas.
En su última propuesta formal, presentada al Congreso de la República en mayo del 2005, Evo y el MAS apostaban por esta segunda alternativa, para lograr que las petroleras entreguen al Estado boliviano una mayor tajada de sus millonarias ganancias.
En la percepción de De la Cruz y de otros dirigentes radicalizados, el próximo presidente de Bolivia, sea quien sea, no accederá fácilmente a nacionalizar los hidrocarburos, por lo que el pueblo no tardaría en movilizarse contra el nuevo gobierno.
«Hay que preparar la insurrección y no distraerse con las elecciones», dice la radical dirigente trotskysta del magisterio urbano, Wilma Plata, que no cree ni siquiera en la candidatura de la Central Obrera Boliviana (COB), que es la única que postula abiertamente la nacionalización de los hidrocarburos y la expulsión de las transnacionales.
«Será un rotundo fracaso para los electoreros de la COB», advierte Plata, aunque otros dirigentes creen se debe utilizar la palestra electoral para crear el instrumento político revolucionario de los trabajadores y preparar la revolución.
«No vamos a respaldar a los reformistas que buscan alianza con la derecha. La candidatura de la COB es una candidatura revolucionaria y que plantea la nacionalización de los hidrocarburos. Si no ganamos las elecciones, nos organizaremos por la vía revolucionaria para tomar el poder», aseguró el ejecutivo de la COB, Jaime Solares.