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El capitalismo mata

Ni las llamas ni los muertos detienen la producción

Fuentes: FRAGUA

El pasado 20 de abril, una explosión cimbró Coatzacoalcos, Veracruz y sus llamas inundaron todo el país. Ese día más de 30 obreros (32 oficialmente, 58 según los propios trabajadores) murieron en un accidente a todas luces evitable en la Planta Industrial Pajaritos. Según han informado los trabajadores, se reportó una fuga en el complejo […]

El pasado 20 de abril, una explosión cimbró Coatzacoalcos, Veracruz y sus llamas inundaron todo el país. Ese día más de 30 obreros (32 oficialmente, 58 según los propios trabajadores) murieron en un accidente a todas luces evitable en la Planta Industrial Pajaritos.

Según han informado los trabajadores, se reportó una fuga en el complejo ante lo cual los obreros decidieron dejar de laborar por los riesgos que esto implicaba. Los directivos de la planta la desalojaron, se fueron a comer y posteriormente ordenaron a los trabajadores seguir sus actividades pues, según ellos, la fuga había sido eliminada; sin embargo, el olfato no engañaba: la fuga seguía ahí, pero  nada detiene la producción.

Pese al temor, los trabajadores siguieron realizando sus tareas cotidianas hasta que fue demasiado tarde: en algún lugar hubo una chispa y todo terminó. Una explosión dejó en cenizas gran parte del complejo III de Pajaritos y le arrancó la vida a decenas de trabajadores, quienes fueron condenados a morir con tal de no perder ni un segundo de ganancia: nada detiene la producción.

A los pocos minutos, cientos de personas se apostaron a las afueras del complejo Pajaritos para saber si sus familiares y amigos estaban bien. Pronto se hablaba de tres muertos, luego 15, luego 20, algunos dijeron que eran cientos… la situación se volvió caótica y los familiares cerraron el paso a camiones de militares pues, decían, ahí llevaban cuerpos escondidos para que no se supiera la verdad. Poco a poco los anónimos héroes del pueblo trabajador fueron sacando a los heridos y los cuerpos de nuestros hermanos de clase de entre las cenizas; se dice que cerca de 136 personas resultaron heridas. Con todo, nada detiene la producción.

Las declaraciones de las autoridades seguían jugando con los números pues, para quienes nos explotan, nosotros no somos humanos, somos simples bestias marcadas con un número de serie cuya vida no vale nada. Las lágrimas corrían y los gritos se elevaban. Al final, nada pasó. Dos días de funerales y velorios, dos días donde nuestros hermanos de clase fueron enterrados junto con la rabia y la impotencia, que la tierra les sea leve. Al fondo se escucha el ruido de los motores: nada detiene la producción.

Sin embargo, para ser claros, el crimen de Pajaritos no inició el 20 de abril del año 2016, ni siquiera con la venta de Pemex al gran capital nacional y extranjero o con la Reforma laboral. No, el crimen de Pajaritos comenzó a gestarse en el sexenio de Vicente Fox cuando este complejo, junto con otros tantos, abrieron sigilosamente la puerta trasera a la inversión privada y al outsourcing. Así, poco a poco los trabajadores más calificados fueron desplazados de sus espacios de trabajo y reemplazados por empleados sin experiencia ni preparación, quienes eran mandados como ovejas al matadero sin la capacitación necesaria para manejar los químicos, como el preciado etileno que se produce en Pajaritos. Nada detiene la producción.

La empresa Mexichem fue la encargada de estas operaciones, las cuales iniciaron con la compra de otra empresa cuyo 40% de sus ganancias pertenecía a todos los mexicanos: Cloro de Tehuantepec. Después de que Mexichem la compró, esta empresa se dedicó a vender cloro a Pemex, quien, curiosamente, devolvía este producto procesado a la propia Mexichem. Nada detiene la producción.

Con estas complicadas y oscuras transacciones se inició la entrada de empresas de outsourcing como Gamza, Ica Flour o Welding, las cuales contrataban a quien fuera con salarios de hambre y prácticamente sin derechos laborales. Esta relación tramposa es la que hoy mismo exime a Mexichem de toda responsabilidad para con los fallecidos, pues se lavaron las manos diciendo que ninguno de los trabajadores muertos pertenecía a su plantilla, como si eso le devolviera la vida a los fallecidos. Pero qué importa, nada detiene la producción.

El desdén que los empresarios y las autoridades muestran hacia la vida de los trabajadores es tal que el primer movimiento que realizaron los directivos de Mexichem (claro, después de lavarse las manos), fue el de emitir medidas de seguridad… para sus acciones, pues el 10% de la producción de la empresa se vería afectada por lo ocurrido en Pajaritos y no es permisible perder ni siquiera un centavo de la ganancia porque «unos sucios empleados tuvieron mala suerte». Nada, absolutamente nada, detiene la producción.

Lo ocurrido en Pajaritos, desafortunadamente, se une a la larga cadena de muertes laborales que acosan la vida de nuestra clase, como ocurrió con los mineros de Pasta de Conchos o los cientos de albañiles que mueren al año en construcciones enormes a lo largo y ancho de todo el país. El ansia de obtener mayores ganancias para los capitalistas acarrea que nuestros derechos y nuestras propias vidas pasen a segundo término. Lo único que importa es la obtención de plusvalor con la explotación y el robo de nuestra fuerza de trabajo: nada detiene la producción.

En este sentido, medidas antipopulares como la Reforma laboral o la Reforma energética se convierten no sólo en un candado para gozar de una verdadera soberanía, sino también en sentencias de muerte donde los trabajadores ya no tienen derechos ni condiciones dignas para trabajar en sectores tan complicados como el petrolero, lo cual, sin duda, llevará a más accidentes como éste si no alzamos la voz y comenzamos a organizarnos para detener la producción capitalista, para detener la explotación capitalista.

La Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP) envía un saludo solidario a todos los familiares de los trabajadores fallecidos en el complejo Pajaritos, así como a los familiares de todos y cada uno de los obreros que han muerto en circunstancias similares, producto del capitalismo voraz que cada día nos ahorca un poco más. Es momento de alistar la defensa de la soberanía del pueblo y de la vida digna como una bandera de lucha que movilice a las grandes masas para obtener justicia para nuestros caídos y la victoria para quienes vivimos y los que vienen.

¡Contra el despojo, la explotación y la represión; resistencia, organización y lucha por el socialismo!

 

NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección TRABAJO del No. 17 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 23 de mayo de 2016.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.