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Entrevista a Rafael Velasco, rector de la Universidad Católica de Córdoba sobre el robo de niños durante la dictadura

«No habrá reconciliación sin justicia»

Fuentes: Prensared

Rafael Velasco, rector de la UCC afirmó que los hijos apropiados por la dictadura y los juicios por verdad y justicia «son una herida abierta en Argentina que solo sanará con verdad y justicia». La institución financió una investigación que colabora en la búsqueda de datos para identificar niños apropiados en Córdoba.           Un trabajo de […]

Rafael Velasco, rector de la UCC afirmó que los hijos apropiados por la dictadura y los juicios por verdad y justicia «son una herida abierta en Argentina que solo sanará con verdad y justicia». La institución financió una investigación que colabora en la búsqueda de datos para identificar niños apropiados en Córdoba.         
 
Un trabajo de investigación reunió a la Universidad Católica de Córdoba (UCC), al Poder Judicial  (P.J) y a las Abuelas de Plaza de Mayo. Se trata de «La búsqueda de la identidad en el período 1975-1983», iniciada en 2007, con la finalidad de rastrear información que permita detectar posibles apropiaciones de hijos de detenidas desaparecidas encubiertas bajo denuncias de abandono y resoluciones de guardas y adopciones.
 
Rafael Velasco, Sacerdote Jesuita (S.J) y también licenciado en Teología, en diálogo con Prensared, afirmó que esta decisión se relaciona con una visión desde  «nuestra identidad cristiana, católica, y de universidad  jesuítica» que busca «vincular la academia con la realidad» porque formar profesionales para que «busquen la verdad, es algo abstracto». Se diferenció del sector que apoyó a la dictadura y explicó que la postura de la jerarquía no era «unánime» porque «hubo Obispos, curas y monjas asesinados».
 
Destacó que el estudio reveló anomalías que deben ser analizadas. Habló de los juicios, de los grupos laicos acusados de participar en la entrega de niños y opinó que el pedido de disculpas de la jerarquía eclesiástica si bien fue «insuficiente» era más de lo que hicieron otros sectores como la prensa y la justicia.
 
– ¿Cuales son las razones por las que la UCC ha decidido financiar esta investigación que busca aportar a la búsqueda de la identidad de niños apropiados durante el Estado terrorista?

 
– Está en consonancia con lo que venimos haciendo. Usted recordará que en 2006 se le otorgó el doctorado honoris causa a la presidenta de la entidad Estela de Carlotto. A finales de ese año comenzó el trabajo con Abuelas Córdoba que lleva 3 años.
 
Tiene que ver con una postura, con esta gestión, con un cambio de rumbo más explícito de militar por los derechos humanos desde nuestra identidad cristiana, católica, y de universidad  jesuítica. Nos pareció que el tema iba con los objetivos de la universidad. Existen 5 áreas delimitadas  de investigación, donde ponemos dinero para producir conocimientos, y la primera es derechos humanos, marginalidad y discriminación.
 
En este caso, el tema de los hijos apropiados, de la dictadura, de los juicios por la verdad y la justicia, creemos que  son una herida abierta en Argentina que solo van a sanar con verdad y justicia. Y este deseo de contribuir se hace tangible en este proyecto al que además  acompañamos ideológicamente.
 
– ¿Esta postura es bien diferente de la que mantiene la jerarquía de la Iglesia Católica de cuya complicidad con el régimen pocos dudan?
 
-Ciertamente es una postura de esta casa, una marca diferente, por lo explícito. Se diferencia claramente de una postura general, no diría unánime. Hay que señalar que el comportamiento de la jerarquía en los años de la dictadura tampoco era un bloque monolítico. Asesinaron a dos obispos como (Enrique) Angelelli y Carlos Ponce de León; desaparecieron curas, monjas, y hubo obispos como De Nevares, Novak, Hesayne que se comprometieron fuertemente.
 
Hubo un grupo despreciable, promilitar que se amparaba en esto de «algo habrán hecho». Y también un sector intermedio de la jerarquía que no se jugó y que su pecado fue no levantar la voz; porque probablemente no acordaba con los métodos de la dictadura, pero no dijeron esto no se hace, y eso se le factura. Podríamos  decir que nuestra actitud esta en comunión con un sector eclesial de aquel momento que se comprometió.
 
– ¿Se refiere a la Teología de la liberación, al tercermundismo?
 
-Bueno, son cosas distintas.  El tercermundismo, dicho así, es  como una mirada despectiva que tenían los grupos más conservadores respecto de la postura del tercer mundo que en el fondo era una forma de pensar la teología desde los que sufren, los pobres, y  por eso estaba enmarcada en la teología de la liberación. Había otra postura desde el magisterio, más inmutable  y desde ahí se juzgaba la realidad. Ahora, ¿yo me defino como tercermundista? No. Pero, sí  estoy  comprometido con una mirada teológica que tiene que ver con la realidad, con  Latinoamérica, con los sectores que más sufren.
 
-¿Cómo se traducen esas ideas en lo concreto?
 
-Intentamos vincular la realidad con la academia porque creemos que desde ahí se genera otra experiencia de Dios, de comunidad y adscribimos a esa línea teológica. Por ejemplo, realizamos acciones públicas a favor de los vecinos de Nuestro Hogar 3 con el tema del basural; participamos en la Red Ciudadana Nuestra Córdoba que busca transparentar las decisiones en la municipalidad. En esa dirección van las áreas de investigación y de aprendizaje. Los estudiantes de arquitectura van a las villas de emergencia a resolver problemas concretos, los de salud a Barranca Yaco, en derecho está  consultorio jurídico gratuito…
 
Esta posibilidad de tender puentes es un paso más para superar esos rótulos sin poner a la universidad en el lugar de «buscar la verdad».  Formar gente para que busque la verdad solamente es algo abstracto. La cúpula en esto tiene dificultades para aceptarlo, no proscribe, pero si mira con desconfianza esto de mirar la realidad.
 
-Llama la atención que líneas intermedias de la iglesia y del poder judicial cuyas superestructuras son cuestionadas, hayan emprendido una actividad conjunta con Abuelas de Plaza de Mayo.
 
-Es interesante porque revela que la realidad es mucho más compleja de lo que parece. Yo critico a los grandes medios que hacen una excesiva simplificación de las cosas. Blanco o negro, a favor o en contra.  Y eso pasa con la imagen de la Iglesia. Cuando escucho: «Iglesia basura, vos sos la dictadura», me molesta porque yo no soy eso y no es toda la iglesia. Hubo obispos a los que mataron.
 
Hay un laicado clericalizado, refractario a los temas de derechos humanos y con una mirada muy estricta de la moral sexual. Y en otros temas, por los que se interesaba Jesús como la pobreza, la injusticia, y tantos más, hacen la vista gorda. Pero hay  sectores que tenemos carta de ciudadanía y otra postura.
 
-Poniendo el foco en la investigación, ¿qué le parece relevante?
 
-Una de las cosas rescatables es que se detectaron anomalías. Hay unos 60 casos que están en estudio y pueden ser chicos apropiados o situaciones de adopciones ilegales. A mitad de año se hizo la presentación  en el Cabildo, estuve ahí y creo que tiene una utilidad práctica como la base de datos, la sistematización de lo que no estaba y relevar situaciones anómalas que pueden ser de chicos apropiados o no.
 
– En varios juicios por violaciones a los derechos humanos, testigos han denunciado al Movimiento Familiar Cristiano (MFC) como intermediario entre los apropiadores y los represores en la entrega de niños para que crezcan sin ideas comunistas ¿En Córdoba, ocurrió algo similar?
 
-Algo de eso parece haber. Lo escuché en la exposición pública. En algunas adopciones parecería que había un grupo del MFC involucrado. Creo que es algo a indagar porque no hubo algo concreto que haya salido a la luz. Y  no solo del MFC, sino otros grupos, porque esa ideología estaba en muchas mentes que comulgaban con esas ideas. Algo aberrante, indefendible. Y en grupos más recalcitrantes como los integristas, debe haber  habido personas vinculadas a esa ideología que pensaban de ese modo. No eran solo los obispos, había un laicado que creía eso, lamentablemente. Se hizo un pedido de disculpas público durante el Jubileo en 2001, hubo un documento.
 
-Bastante criticado…
 
-Si, tímidamente. Pero es más de lo que han hecho periodistas, empresarios, jueces, ¿no? No he escuchado que los periodistas hayan dicho hemos publicado tonterías en la revista Gente, o hemos silenciado a periodistas, o negamos hábeas corpus como en el caso de la justicia. Más de lo que dijeron los obispos no van a decir.  Creo que es insuficiente, pero es más de lo que hicieron otros sectores.
 
– ¿En una institución verticalista, se puede pensar diferente?
 
-Es verticalista pero no necesariamente monolítica. No es verdad que  todos pensemos igual. Hay  grupos que son capaces de tener mayor disenso.  Nosotros hacemos lo que hacemos en la universidad. Hay ciertas voces disonantes, críticas y estamos dentro de la iglesia. Es como en una familia. Los padres escuchan a unos más que a otros. Me imagino que al Poder Judicial le pasa algo semejante. La justicia acá es muy solemne, está todo muy estratificado. Y esto tiene que ver con que Córdoba sigue siendo la ciudad de los doctores- por los abogados-una ciudad chica donde se ven tendencias conservadoras.
 
-¿Como  miembro de la Iglesia, cómo ve a la sociedad actual?
 
-Como universitario intentamos que el centro de la universidad esté afuera.  Mucho tiempo estuvimos mirando hacia dentro metidos en nuestras lógicas de docencia, investigación y concursos. Como hombre de la iglesia creo que debemos avanzar en una mirada más crítica de la sociedad y más autocrítica como institución.
 
No es posible generar la crítica a determinados manejos políticos si nosotros no criticamos nuestros manejos políticos. No es posible pedirle a la sociedad más democracia, sino democratizamos nuestras instituciones. No podemos decirles a nuestros fieles que pasemos de habitantes a ciudadanos si cuando se comportan como tales y opinan lo contrario los condenamos. Tenemos que soportar el disenso y eso no implica traición o estar en contra de, sino la posibilidad de  pensar distinto sobre temas que no son de doctrina. Uno puede decir que esta a favor o no del matrimonio igualitario o de políticas sociales.
 
– ¿Está bien que se hagan juicios por delitos de lesa humanidad?
 
-Estoy completamente de acuerdo que se hagan los juicios porque será un signo de que la Argentina salde una deuda. No se pueden traer a los muertos, pero si hacer justicia. Creo que es algo importantísimo y valoro que este gobierno haya derogado las  leyes de Obediencia Debida y Punto Final; no habrá reconciliación sin justicia. Aquella auto exculpación que hicieron los militares no era posible. Los responsables deben pagar en cárcel común como cualquier otro preso.
 
Por otra parte, como sociedad también nos merecemos una reflexión sobre la violencia política en el periodo  democrático, incluso de las organizaciones que fueron parte del gobierno como Montoneros. No hubo dos bandos, acá hubo un Estado terrorista; no vinculo una cosa con otra ni digo que se juzguen esos delitos que han prescripto según la justicia. Creo que hay que dar un paso ético porque hubo muertes inocentes. He leído la Carta de Oscar del Barco -No Matarás- y creo que es una autocrítica muy valiente donde hay un reconocimiento de que hay cosas que no se deben hacer. No veo que haya una autocrítica en el sentido de decir nos equivocamos.
 
Fuente original: http://www.prensared.com.ar

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.