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A 40 años de la Masacre de La Plata (Parte II)

No nos podemos reconciliar con los asesinos y torturadores

Fuentes: Rebelión

Desgrabación: Ana Laura Xiques.

El pasado 22 de setiembre, al cumplirse 40 años del asesinato de ocho militantes del Partido Socialista de los Trabajadores por parte de la Triple A, la Comisión de Memoria y Justicia de la Masacre de La Plata convocó a un acto en el Centro Cultural Islas Malvinas (19 y 51).

Carlos Povedano, Lidia Agostini, Oscar Lucatti, Adriana Zaldúa, Roberto Loscertales, Hugo Frigerio, Patricia Claverie y Ana María Guzner Lorenzo fueron asesinados en la noche del 4 de septiembre de 1975. Loscertales, Zaldúa, Frigerio, Guzner y Agostini acudieron a la fábrica Petroquímica Sudamericana (en la actualidad, hilandería MAFFISA) para entregar un fondo de huelga a los trabajadores. En esas circunstancias fueron secuestrados, torturados y asesinados. Horas más tarde, Lucatti, Claverie y Povedano fueron también asesinados a manos de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A-CNU). Los autores de la masacre siguen impunes.

Entre otros, fueron oradores Nora Cortiñas (Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora), Miguel Sorans (Izquierda Socialista) y Manuel Martínez (Patria Grande), cuyas intervenciones reproducimos.

 

Nora Cortiñas: Antes que nada agradecer esta invitación, yo no soy de este grupo, acá hay todos militantes genuinos de tres generaciones, me preguntaba qué decirles si ustedes ya lo saben todo. Las Madres fuimos aprendiendo de ustedes en el camino, a diario, crecimos con ustedes. La experiencia que ustedes hicieron fue la que nosotras, las Madres, fuimos asumiendo en este caminar, nuestra militancia no es como la de nuestros hijos e hijas, es de otra forma, levantamos sí las banderas de lucha y tratamos de que se mantenga ese fuego que nos fueron dejando, porque la verdad es que las Madres somos las herederas de nuestros hijos. Siempre se da al revés, los padres dejan la herencia, pero ustedes nos dejaron a nosotras, las Madres, esta herencia de lucha del día a día. Creo que este homenaje que hacen a los compañeros de la Masacre de La Plata tiene que ver con el gran homenaje a los 30.000 desaparecidos, asesinados, masacrados durante esos años que vivimos de terrorismo de Estado.

Como bien se dijo, el terrorismo de Estado no es solamente de las dictaduras cívico-militares y religiosas como la que vivimos, sino que el terrorismo de Estado estuvo ya desde que bombardearon la Plaza de Mayo en 1955, esa fue la primera muestra de lo que era el salvajismo y el terrorismo de Estado, es al día de hoy que no se conoce la lista de todos los nombres de los muertos, fue realmente un anuncio de que hasta ahí llegaba el Estado de Bienestar. Yo no era militante política, pero no me olvido de ese día de junio de 1955, estaba llegando de Castelar a la casa de mis padres, estaba embarazada de Marcelo y llevaba a Gustavo chiquito, que había nacido en 1952; venía el colectivo por avenida de Mayo, entre la neblina, un gris de horror. Cuando llegué llamé a mi marido para decirle que estaba bien, él trabajaba en el Ministerio de Economía y me empezó a gritar como loco: «¿Por qué viniste? ¿Por qué trajiste a los chicos?» Era todo una locura, yo no entendía qué pasaba. La casa de mis padres era en Estados Unidos y Santiago del Estero, el foco de la Policía y los bomberos, ya se veían pasar los aviones que estaban bombardeando Plaza de Mayo. Yo siempre rindo este homenaje a los caídos ese día, todos inocentes. Muchas veces separan entres militantes e inocentes. El otro día me regalaron un libro de un muchacho que trabaja en Tribunales, cuando leo la contratapa decía que su sueño y militancia era hacer un gran encuentro nacional con un gran monumento donde estuvieran los héroes guerrilleros y los héroes militares, y una parte para los inocentes. Yo no lo volví a ver a este joven, pero estoy esperando el momento para aclararle algunas cosas.

¿Me imaginan abrazada a Milani?

Como ya comentaron, en estos días hubo algunas editoriales en La Nación, y quiero dejar planteado como duda porque me dijeron que en las discusiones va a entrar la posible reconciliación a la que van a ir dos montoneros. Desgraciadamente, tenemos que decir que hay una madre de desaparecido, de un joven de 17 años que no fue reivindicado nunca por su madre, sino que en cada solicitada dijo que al hijo se lo llevaron equivocado y nunca le dio valor a su militancia, estoy hablando de Graciela Fernández Meijide, me da vergüenza como madre, ella siempre fue así, vivió disfrazada de defensora de derechos humanos, pero ahora muestra esta faceta terrible de fascista.

Otra mujer de la que también me avergüenzo, una senadora nacional, Norma Morandini, hace poco me encontré con ella y le pedí que no hablara en mi nombre, ella me respondió que nos teníamos que reconciliar, yo le dije que este pueblo está reconciliado pero no nos podemos reconciliar con los asesinos y torturadores.

No dejemos avanzar a ese grupo, hay que tener alguna reacción, quizás tengamos que salir a la calle, porque con esto se viene otro tema que los abogados tal vez puedan explicar mejor, se trata de la «justicia transicional». Esto se está aplicando en Colombia pero empezó hace 15 años en Sudáfrica; en este tipo de justicia un torturador se sienta frente a un torturado y le dice que le dieron órdenes, que creyó que estaba bien y le pide seguir en paz. Así el torturado se va a su casa sin saber lo que es justicia y el torturador vive libre y posiblemente preparado para repetir lo que hizo. Eso se está murmurando, pero acá cuando hay apenas un murmullo hay que prestar atención. ¿Me imaginan abrazada a Milani ustedes? Pensarían que estoy loca. Como no van a lograr la reconciliación, acá los represores y torturadores así como sus cómplices, todos, tienen que ir a la cárcel común y perpetua, sin ningún perdón ni olvido.

Tenemos mucho que hacer y hay que poner énfasis en defender los juicios, creo que es el logro que tuvimos en esta lucha, todo lo demás, las jubilaciones, las subsidios, que dicho sea de paso tendrían que abrir las fábricas y que todos los que quisieran trabajar lo hicieran en vez de recibir una limosna, además de que la plata que debería distribuirse se usa para pagar la deuda externa que no contrajimos nosotros.

Les quiero explicar una parte de la deuda externa, cuando comienza la dictadura cívico-militar-religiosa, debíamos 6.000 millones de dólares, empezaron a pedir dinero para armar los campos de concentración, para la gran represión, para pagarle extra a los militares y civiles que empuñaron la picana y que torturaron a nuestros hijos e hijas, hicieron una parafernalia de la represión y para eso pidieron mucha plata. Después pidieron mucha plata para hacer el Mundial de fútbol e intentar tapar todo lo que estaba pasando en Argentina. Después hicieron la guerra de las Malvinas, para entregarlas más todavía, cosa que no van a lograr porque vamos a pelear por ellas hasta que no nos quede más que un hálito de vida.

¿Todo ese dinero, de sangre, de dolor, de tortura, de muerte es lo que tenemos que pagar? Lo que pidieron los represores y asesinos y que ahora les sacan dinero a los jubilados para pagar las cuotas de la deuda externa. Tenemos que decir que no, que nos devuelvan la plata los que la robaron que la tienen en sus bolsillos, todo eso tenemos que pelear día a día y agradecer al pueblo que a través de la movilización popular fue que conseguimos los juicios.

Primero reconocer que cuando asume Alfonsín, se comprobó que se podía hacer un juicio, se hizo la CONADEP, se comprobó que las denuncias que habíamos hechos estaban inscriptas para la historia y para que se hiciera ese juicio. Después claudicó Alfonsín, la juventud parece que se quedó dormida y se terminó ahí. Pero seguimos luchando, seguimos en la calle año a año, porque llevamos ya 40 años de movilización popular. Conseguimos estos juicios, que es un logro muy importante, que fuimos escuchados por un gobierno hace doce años, que decidió darle lugar a los derechos humanos, con todos los defectos que tiene, con lo lento que está, tenemos que empujar para que este país no tenga ningún militar ni ningún cómplice que queden listos para volver a cometer cualquier tropelía otra vez. Nunca Más.

Pero hay que empujar, porque tenemos una gran riqueza en este juicio, tenemos testigos maravillosos, que no tienen otros países, no se olvidaron de sus compañeros que quedaron soterrados en el infierno de esos campos, de esas compañeras que parieron como si fueran animales en vez de seres humanos, que les apropiaron los bebés para dárselos a esas familias de militares, policías y civiles. Tenemos un equipo de abogados y abogadas extraordinarios, que escuchan los testimonios y los plasman en papel para los jueces con una ética y una verdad puesta ahí sin tergiversar una sola palabra. Tenemos algunos jueces y juezas, algunos fiscales y fiscalas que también son un ejemplo y que van a dejar una huella de honestidad y de la verdadera justicia. Tenemos un equipo que va llevando los juicios, los empleados que nos reciben en Tribunales con afecto y que acompañan. Esa riqueza que tenemos hay que defenderla con dientes y uñas, porque no la tienen otros países de Latinoamérica, valoremos lo que tenemos que valorar y empujemos, salgamos a la calle si hace falta y como decía el compañero abogado, hay que salir a hacer una movilización.

Cada día que tenemos es un día de esperanza para seguir luchando, sin bajar los brazos, pensando que los que no están nos están mirando desde ese otro mundo y nos piden que sigamos porque vamos bien, que sigamos levantando sus banderas de lucha, que en este país no haya más hambre, que toda la gente pueda vivir con dignidad. Todo lo que querían los que no están y lo que queremos nosotros. Tenemos que defender esto y no separarnos por partidismos políticos, no dejar de respetarnos, que podamos tener diferencias y que seamos todos respetuosos unos de los otros, para poder salir. Ojalá no tengamos que juntarnos otra vez todos porque tengamos adelante un enemigo como ya tuvimos, ojalá que no pase nunca más, que podamos salir a la calle a luchar juntos por la justicia social, por un país digno, un país donde realmente no haya represores por las calles, que estén en la cárcel, donde corresponde.

Hay mucho por hacer y ustedes son la fortaleza para que las Madres sigamos hasta que no estemos más. Hoy faltan algunas Madres, falta Mirta, Delia, las que salimos siempre, falleció «la Pepa» Noia, que era dulce y fuerte y sabía pelearla, estaba muy clara política e ideológicamente. Ustedes tienen que seguir dándonos fuerzas y nosotras vamos a responder con nuestro cariño, nuestra mirada de madres, queriéndolos y recordando siempre a los que no están, decirles que no vamos a bajar los brazos y que estaremos luchando día a día. Los detenidos desaparecidos, los asesinados, los masacrados, ¡Presentes! ¡Ahora y siempre! ¡Hasta la victoria siempre! ¡Venceremos!

Cuarenta años después podemos decir que los asesinos de nuestros compañeros fracasaron

Miguel Sorans: Agradecemos a la Comisión de memoria y justicia la realización de este homenaje unitario a 40 años de la Masacre de La Plata. Es un acto de homenaje pero también es un acto de lucha, de exigencia de juicio y castigo a los culpables. Seguimos reclamando que el crimen de nuestros compañeros no quede impune. Siempre supimos quiénes fueron los responsables de aquella masacre, fueron el gobierno peronista de Isabel Perón y sus Tres A, aliada a la burocracia sindical, fueron responsables ellos y sus cómplices políticos de entonces; Ricardo Balbín y los dirigentes del radicalismo se callaron, miraron para otro lado. Seguimos reclamando castigo a los culpables, hoy el gobierno peronista K habla mucho de derechos humanos pero la impunidad política continúa.

Un año antes de la Masacre de La Plata habíamos sufrido otra masacre, la de Pacheco, entonces el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) llamó a la más amplia unidad de acción contra las bandas fascistas, pero su llamado lamentablemente no tuvo eco, ni la Juventud Peronista, ni Montoneros, ni ningún sector de la izquierda lo tomó, salvo la honrosa excepción de Ortega Peña y el Peronismo de Base.

En junio/julio de 1975 la huelga general había derrotado al Rodrigazo y tumbado a López Rega, el jefe de las Tres A. La burocracia volvió a traicionar y no dio continuidad a la movilización, pero el movimiento obrero siguió dando pelea. Estos crímenes buscaban acallar a los trabajadores, a los delegados, a las Comisiones internas combativas y a las organizaciones como el PST que tenían la enorme valentía de apoyar las huelgas y en especial aquella heroica huelga de Petroquímica Sudamericana. Enfrentábamos todos los combativos a la burocracia sindical y a todo el movimiento antiobrero de Isabel Perón.

Cuarenta años después podemos decir que los asesinos de nuestros compañeros fracasaron en sus objetivos, porque los trabajadores y el pueblo siguieron peleando, la dictadura genocida finalmente fue derrotada y se recuperaron derechos democráticos fundamentales, pero también fracasaron porque estamos recordándolos en este acto unitario, para seguir batallando por los cambios de fondo por los que dieron su vida.

Desde Izquierda Socialista seguimos luchando por su misma bandera, por un gobierno de los trabajadores, por una Argentina y un mundo socialista y por la construcción de un partido revolucionario como el glorioso PST. Por eso también este acto es un acto de un nuevo compromiso militante, estamos aquí para ratificar el compromiso asumido hace 40 años, en el discurso de despedida del compañero Ernesto González cuando decía: «Su tremenda muerte no ha sido en vano porque tenían razón, ellos sabían que estaban en el camino justo, era el único posible.» Nosotros vamos a continuar por ese camino aunque tampoco algunos de nosotros veamos el final, estamos firmes, total y absolutamente convencidos de esa victoria de la clase obrera, que al terminar con todos los explotadores y sus asesinos brindará la mejor y única reparación posible. Laucha, Hugo, Vicky, Adrianita, Patricia, Lidia, Ana María, Oscar ¡hasta el socialismo siempre!

Ocho de los nuestros cayeron entregando la vida por la causa de la revolución y el socialismo

Manuel Martínez: Compañeras y compañeros, para mí es muy emotivo estar acá compartiendo con las hermanas Zaldúa y con otros familiares de mis antiguos camaradas del PST asesinados impunemente hace 40 años.

1975 fue un año muy difícil, un año bisagra, el de mayor polarización política en el país. Aquel ascenso obrero y popular que se había iniciado con el Cordobazo entraba en un momento de grandes contradicciones y empezaron a actuar las bandas fascistas y empezó la represión.

Fue el año de la gloriosa huelga de Villa Constitución en la que hubo decenas de compañeros asesinados, centenares de compañeros detenidos, incluso la dirección nacional del PST cayó detenida en esa huelga. Fue el año del Rodrigazo, el de las Coordinadoras interfabriles del Gran Buenos Aires, el año en que se realizó la primera huelga general del movimiento obrero contra un gobierno peronista. El año del Operativo Independencia, de los decretos de aniquilamiento firmados por el gobierno tanto de Isabel como de Lúder, en ese contexto se produjo la masacre de La Plata, en un año tan difícil en el que había que trazarse una perspectiva clara para rechazar la ofensiva que estaba en curso, incluso en vida de Perón y luego de su muerte mucho más todavía.

En ese contexto nuestras compañeras y nuestros compañeros que estaban realizando una actividad de solidaridad con la huelga de Petroquímica Sudamericana en la cual estaba Néstor Liberato, que tengo el orgullo de ser compañero de su hijo que milita en mi organización, Patria Grande.

Esa fue una huelga heroica que enfrentaba esa difícil situación y nuestros compañeros habían hecho un fondo de huelga y fueron para allá, en el camino fueron interceptados y sus cuerpos aparecieron descuartizados. Todo esto es historia, todo es parte de nuestra historia. Al día siguiente cuando estábamos organizando las actividades de solidaridad para difundir y denunciar el crimen que se había cometido, organizábamos grupos de a cinco compañeros para que salgan del local del partido que estaba a dos cuadras de la Plaza San Martín, el primer grupo salió y fueron secuestrados tres en la esquina y dos volvieron al local.

En esa jornada trágica, desde la madrugada hasta la tarde, 8 de los nuestros cayeron entregando la vida por la causa de la revolución y del socialismo. Yo fui del PST desde el día de su fundación en 1972, ya militaba de un tiempo antes en el PRT. Han pasado 40 años y toca hacer una reflexión sobre qué hemos hecho durante este tiempo. En este momento estoy en otra perspectiva política, buscando un nuevo camino en la izquierda popular latinoamericana, que pueda pensar el socialismo del siglo XXI; reivindico plenamente toda esa trayectoria, a mis compañeros y a mis compañeras, ellos entregaron lo mejor de cada uno y cada una por la causa de los trabajadores y creo que esa tradición debe recogerse y debe sumarse. Nuestro mejor homenaje es que seguimos buscando el camino de la liberación humana.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.