La Argentina actual es el resultado de una doble destrucción. En primer lugar, la demolición del modelo de sustitución de importaciones y en segundo término la aplicación del conocido como de valorización financiera, privatizaciones, paridad monetaria, y apertura indiscriminada de la economía.El primero surgió a partir de la crisis de 1930 y se consolidó durante […]
La Argentina actual es el resultado de una doble destrucción. En primer lugar, la demolición del modelo de sustitución de importaciones y en segundo término la aplicación del conocido como de valorización financiera, privatizaciones, paridad monetaria, y apertura indiscriminada de la economía.
El primero surgió a partir de la crisis de 1930 y se consolidó durante el gobierno peronista. El intentó de destrucción comenzó el mismo 16 de septiembre de 1955. Previamente no se había tenido escrúpulos en bombardear la Plaza de Mayo. Los sucesivos experimentos, de diversa intensidad, se realizaron con la Revolución Fusiladora, en buena parte del gobierno de Frondizi con ministros de economía del establishment, prosiguió con Guido, luego con la autoproclamada Revolución Argentina, y en la dictadura criminal de 1976-1983. Hubo resistencia en algún breve período desarrollista, durante el gobierno radical de Illía y se intentó rehacer el deteriorado entramado durante el gobierno que va desde el 25 de mayo de 1973 al 1 de julio de 1974. Pero aún los gobiernos militares surcados por el liberalismo económico encontraban un freno en la convicción de las Fuerzas Armadas que había empresas estatales que se encontraban alcanzadas por la concepción de la Defensa Nacional. Eso se mantuvo inalterable incluso con la dictadura criminal autodenominada Proceso de Reorganización Nacional. Con el inicio del ciclo de elecciones periódicas, el debilitamiento ideológico y económico del modelo de sustitución de importaciones fuertemente afectado por los embates recibidos, tuvo un nuevo ciclo de resistencia en los dos primeros años del gobierno de Alfonsín, durante el Ministerio de Economía de Bernardo Grispún. Luego que el Presidente diera por finalizada esa experiencia y convocara a «una economía de guerra», se inició el ataque a los remanentes del modelo en el nuevo período. El saqueo al estado por la patria contratista, la anemia a que fue reducido el aparato productivo y el golpe de mercado terminaron en la hiperinflación, que fue a la economía, lo que el terrorismo de estado fue a la política. Ambos hechos siniestros abonaron el camino al esquema de valorización financiera y desguace del Estado que encontraría en la dupla Carlos Menem – Domingo Cavallo sus implementadores consecuentes. Con apoyo popular se consumó la liquidación del ciclo comenzado en 1930 y que tuvo su bautismo popular el 17 de octubre de 1945. Después de las catástrofes padecidas, sectores mayoritarios de la población apostaron como un dogma de fe al empate monetario, parafraseando sin saberlo al poeta Walt Whitman: «Solo estabilidad querían y pagaron sin regatear el precio que le pidieron»
No es un hecho menor puntualizar que los dos intentos de apertura total de la economía, el modelo agro – exportador de 1880 a 1930 y el de valorización financiera e ilusión monetaria se montaron sobre montañas de cadáveres.
Se necesitaron cuarenta y seis años para destruir la experiencia de mayor integración social y mejor distribución del ingreso. En los siguientes diez años, la irracionalidad presentada como razonabilidad económica y la única forma posible de no quedar excluidos del mundo concluyó, en apenas una década, en la peor crisis de la historia argentina.
La orgía privatizadora
Argentina y Bolivia fueron los países que llevaron el remate hasta el ridículo. Salvo EEUU, los únicos países productores de petróleo que carecen de una empresa estatal son Argentina y Bolivia. Esta última la liquidó en 1996. Argentina la enajenó en 1999 a Repsol, la empresa española que carece de petróleo en su país. Lo hizo en la cifra de 15.046 millones de dólares, cuando el barril de petróleo estaba a 15 dólares. Desde entonces se dedicó a vaciar los pozos descubiertos por la YPF estatal, sin mayores inversiones en exploración obteniendo multimillonarias utilidades. Hoy posee la mitad de las reservas recibidas, pero como el precio de barril se quintuplicó, se estima que la empresa puede valer, según algunas estimaciones, 25.000 millones de dólares. Para remachar el saqueo, por ley pueden dejar en el exterior el 70% de las divisas de las exportaciones que son contabilizadas como tales aunque las divisas pueden no entrar nunca al país. De ahí se explica que la empresa tiene proyectado para el período 2005-2009 una inversión exigua de 500 millones de dólares, de lo que sólo cien millones son para exploración.
Países feudales como Arabia Saudita y Kuwait, tienen sus respectivas empresas estatales: la Saudi Arabian Oil Company y la Kuwait Petroleum Corporation, en donde las compañías privadas actúan en sociedad con la estatal que se queda con la mayoría de las utilidades.
En Irán, está la estatal Compañía Iraní de Petróleo que controla toda la cadena productiva, al punto que las inversiones de las empresas extranjeras no pueden superar el 25%.
Si pasamos al Africa lo mismo sucede en Nigeria, donde las empresas extranjeras están obligadas a conformar sociedades con la empresa estatal nigeriana. El cuadro de situación se repite en Libia.
En América Latina, Méjico tiene la estatal PEMEX, desde la nacionalización del petróleo por Lázaro Cárdenas. Venezuela posee PDVSA. Cuando hace asociaciones con las empresas extranjeras se queda con un porcentaje que va del 60 al 87% de las utilidades.
Evo Morales ha concretado la nacionalización de los hidrocarburos, postulando que el Estado Boliviano retenga el 82% de las utilidades y las empresas extranjeras el 18%. El sacudón ha provocado reacciones que revelan miserias absurdas como la de Petrobrás, en donde el cuadro de resultados contable tapa todo proyecto continental. Pero donde «las patéticas miserabilidades» se expresan sin tapujos, reflejando sin afeites que los funcionarios estatales son el brazo ejecutor de las decisiones de los directorios de las empresas que representan fue en la cumbre de Viena. El impresentable Tony Blair, criticó las políticas nacionalistas de Hugo Chávez y Evo Morales con el increíble argumento que las mismas afectan a otras naciones. Eso en boca de un británico es una oda a la hipocresía.
El sociólogo y ex presidente del Brasil, Fernando Henrique Cardoso, uno de los mentores de la «Teoría de la dependencia» en los setenta, calificó de expropiadora la decisión del gobierno boliviano.
Pero el que superó todo lo imaginado es Koffi Anann, el Secretario de las Naciones Unidas o mejor dicho jefe de prensa del G-7, preocupado sobre el impacto de las nacionalizaciones sobre la economía mundial. No se le escuchó ningún comentario adverso, cuando las privatizaciones vaciaban los recursos de los países saqueados.
Mentiras verdaderas
Los garúes económicos son la avanzada del ejército de ocupación cuyos misiles lo constituye el drenaje de la deuda externa.
Mentirosos consuetudinarios, gestores de negocios, cipayos irrecuperables, cada una de sus afirmaciones son falsedades.
Proclamaban que YPF era ineficiente y sostenían que era la única empresa petrolera en el mundo que perdía dinero, omitiendo que fueron cargados como pasivo en sus balances cifras multimillonarias en dólares para la provisión de armas durante la dictadura criminal debiendo afrontar los intereses por deudas no contraídas.
Sostenían que cualquier quita de la deuda externa nos expulsaba del mundo. Callaron cuando Argentina obtuvo un descuento superior al 70%.
Afirman que hay que aceptar condiciones flexibles para la radicación de inversiones. En cambio un economista nacional como Carlos Leyba afirma en la Revista Debate: » Una empresa china intentó tomar el control de una empresa petrolera radicada en EEUU y la decisión fue tajante:¡No!……En la misma vena el gobierno español, el mismo de los «campeones nacionales» que incluye a nuestra conocida Repsol se opone tenazmente al asalto de control de los alemanes sobre Endesa, la compañía nacional eléctrica, y por las mismas razones estratégicas y geopolíticas anteriores ¡ Que no te metes en mis pozos, ni en mis llaves de luz!»
La inseguridad jurídica que siempre se alude sólo cuenta cuando se modifican estipulaciones leoninas a favor de las empresas, pero no cuando las mismas falsifican las cifras de las reservas o las ponen fraudulentamente a su nombre.
El control de precios es visto como la presencia misma del diablo en economía. El economista nacional Jorge Schvarzer afirma en La Nación del 23 de abril: «Contra lo que se dice, Francia tuvo control de precios desde 1936 hasta 1986 y en esos 50 años creció en forma espectacular.»
El recientemente fallecido economista norteamericano Kenneth Galbraith fue el encargado del control de precios en EEUU, que lo aplicó en forma generalizada entre abril de 1942 y 1945 con asombroso éxito. La inflación fue mantenida en el 2% anual.
Nos caímos del mundo
Tenían razón los neoliberales: nos caímos del planeta, pero por aplicar las recetas fundamentalistas que proponían. Hoy lo que se necesita es ingresar al mundo a través, entre otras medidas, de la nacionalización de los hidrocarburos y la minería en general.
Las retenciones sobre las exportaciones de petróleo están en nuestro país en el 38% que sumado a los derechos a las provincias del 12% alcanzan un 50% para el estado nacional y los provinciales, una de las más bajas del planeta.
El presidente si quiere construir poder y cambiar la relación de fuerzas lo obtendrá realmente nacionalizando la renta petrolera y no en el juego chico de asociarse con Barrionuevo y otros impresentables. También es una prueba fuerte si puede independizarse de Repsol, a cuya vera construyó buena parte de su carrera política. Claro que la empresa española tiene una envergadura considerablemente superior a Coto y a otros empresarios a los que el presidente alinea haciéndoles sentir el rigor, pero «uno es tan grande como los enemigos que genera y tan pequeño como el miedo que lo embarga».
La simultaneidad de procesos débiles pero auspiciosos en América Latina representa una oportunidad que sólo la miopía de los protagonistas centrales puede invalidar.
Hace mucho que desde el poder no se escuchaba un discurso convalidado por los hechos como el de Andrés Soliz Rada, el Ministro de Hidrocarburos de Evo Morales. En declaraciones formuladas a Página 12 el 14 de mayo dijo: «En Bolivia se ha reabierto el proceso de una revolución nacional. Nosotros la concebimos como parte de las revoluciones nacionales de nuestra América Latina, y en el Cono Sur de manera especial, que debería culminar con ese ansiado sueño de una patria grande, socialista y latinoamericana»
En política, el marco oportuno genera condiciones de triunfo irreproducibles en otras circunstancias.
Un ejemplo del siglo XIX que es bueno recordar es el de Francisco de Morazán, que en 1830 creo los Estados Federales de América Central, cuando la idea de la unidad continental entraba en su ocaso. Moría Bolívar, San Martín estaba exiliado en Francia y Artigas en el Paraguay. El fracaso en soledad de Morazán, concluyó con su fusilamiento. Camino similar, la muerte o el exilio recorrieron las figuras más importantes que luchaban por la unidad latinoamericana.
La nacionalización de Evo Morales quedará fortalecida con un proceso similar en la Argentina y viceversa. Es, nada más, que la aplicación del Martín Fierro: «La ocasión es como el fierro, se debe machacar en caliente».
El presidente Néstor Kirchner se atribuye una participación en los hechos protagonizados en los setenta por muchos integrantes de su generación que es falsa. Su política de derechos humanos tiene una sobreactuación compensatoria de su ausencia. Si tuvo un protagonismo importante en el acto más entreguista de los noventa: la privatización de YPF. Ahora puede revertir aquella imagen vergonzosa, verdadero símbolo de la época, de diputados abrazándose eufóricos y felicitándose por entregar el petróleo argentino.
Es el momento. Bolivia con su decisión nos ha dejado solos y desnudos, como piezas de museo de una época infame.
Sun Tzú, lo decía en «El arte de la guerra» seis siglos antes de Cristo: «Si quieres triunfar debes tomar la ofensiva». El enemigo es poderoso, pero como afirmaba el héroe de Puerto Rico Pedro Albizu Campos: «Los grandes no son tan grandes sino porque estamos de rodillas. Levantémonos».