Recomiendo:
0

El Cloud Computing en el banquillo

Nube de Tormenta

Fuentes: Revista Debate

Con la proliferación de programas y servicios que utilizan como almacenamiento servidores externos en la web es necesario instalar el debate: ¿Qué nivel de privacidad y protección tienen nuestros datos? Bajémosnos un momento de la vorágine cotidiana y hagamos un ejercicio sencillo: ¿Cuánta de la información que manejamos diariamente está alojada en Internet?A ver,  primeras […]

Con la proliferación de programas y servicios que utilizan como almacenamiento servidores externos en la web es necesario instalar el debate: ¿Qué nivel de privacidad y protección tienen nuestros datos?

Bajémosnos un momento de la vorágine cotidiana y hagamos un ejercicio sencillo: ¿Cuánta de la información que manejamos diariamente está alojada en Internet?
A ver,  primeras en la lista se encuentran nuestra cuentas de e-mail. Una, dos, supongamos que son tres. El cálculo es simple. A cada una de nuestras casillas llegan un promedio de 50 e-mails por día entre personales y laborales. 50 x 3= 150. Multipliquemos ese número por veinte (suponiendo que sábados y domingos no nos acercamos al teclado, cosa que es mentira): nos da unos 3 mil mails mensuales. Restemos un 50% de spam, chistes y demás asuntos pueriles, y nos quedan 1.500 e-mails de contenido importante por mes… ¿Nervioso?
Pero eso no es todo, porque gracias a la proliferación del concepto de “la nube” (es decir, la utilización de programas y servicios en servidores externos al equipo propio), en Internet también guardamos documentos importantes, presentaciones de diapositivas, planillas de cálculo, agenda de reuniones, fotos y videos familiares, música, etcétera. ¿Preocupado?
Y no nos olvidemos de las redes sociales. Pensamientos, datos, fotos enviadas directamente desde el celular via Wifi o 3G a Facebook o Twitter, trabajos compartidos… ¿Le alcanzo una silla? Relájese y respire hondo.
Esto es apenas una prueba (¿exagerada?) de la enorme cantidad de datos que incorporamos diariamente a la red casi sin darnos cuenta. La interacción entre el usuario y la web se ha vuelto tan automática, que muchas veces perdemos conciencia de las implicancias que conlleva ¿O acaso cuando se corta Internet en casa o en el trabajo no nos quedamos por un rato mirando fijamente el monitor sin saber qué hacer?
Y de lo anterior surge la pregunta de esta nota, en un canto a la paranoia informática: dónde y cuán segura se encuentra nuestra información en el mundo virtual.


PAVIMENTADO DE BUENAS INTENCIONES

La tentación de tener todos nuestros archivos al alcance de un click, en cualquier lugar del mundo es difícil de combatir. Ni hablar de contar con una suite de oficina online, gratuita y siempre lista que reemplace tediosas instalaciones de costosísimos programas para procesar textos, planillas de cálculo, base de datos y demás herramientas de oficina (de hecho, esta nota se está escribiendo en uno de esos servicios “virtuales”). Para muestra de la dirección a la que apunta Interent basta el caso de Amazon Cloud Player y Amazon Cloud Drive. El gigante del comercio online lanzó el 29 de marzo,estos dos servicios que permiten almacenar gratuitamente en sus servidores 5GB de música, fotos y video (además de interactuar con el sitio de compras) y luego poder reproducirlos en cualquier PC o Tablets. Se me dirá que esto no tiene nada de novedoso ni de innovador. Es cierto, pero en menos de 24 horas online la gente de Sony ya puso el grito en el cielo (o en “la nube”) y les exigió control y cuidado en el uso de las licencias correspondientes al material subido. Esta fue la respuesta de Amazon: “Cloud Player es una aplicación que se limita a reproducir la propia música del usuario, no necesitamos una licencia de uso porque almacenar la música en el servicio que ofrecemos es como hacerlo en un disco duro o incluso iTunes”. Demás está decir que al día de hoy el servicio ya es un éxito y, por supuesto, aumentó la venta de archivos digitales de la compañía.
Y si hablamos de un flamante jugador que se incorpora al perverso sistema de la información intangible, es importante mencionar al rey de todo este asunto, el gigante Google. Con Gmail como nave insignia, y su enorme cantidad de Apps disponibles gratuitamente “en la nube”, la compañía creció exponencialmente. Si bien hubo ejemplos anteriores, ellos marcaron el camino y le dieron a los servicios “cloud computing” la masividad que necesitaban.
Pero, aunque nos quieran convencer de lo contrario, el paraíso está muy lejos y no es de fácil acceso. En un esquema como el que se propone, la intimidad y el resguardo de nuestra información personal entra en un cono de sombra donde nadie se hace demasiado cargo.


ALGUIEN TE ESTÁ MIRANDO

Desde los medios de comunicación, en forma de programas de entretenimiento invasivos, paparazzis o cámaras ocultas y afines, nos han hecho creer que el concepto de privacidad pasó de moda. Internet no es la excepción y en su cruzada cobran vital importancia los servicios antes mencionados. Cada foto familiar, cada documento de texto, cada archivo que se aloje en el cyberespacio es pasible de ser visto y analizado por ojos ajenos. Haga la siguiente prueba: mande algunos e-mails mediante cualquier servicio web y verá cómo en los espacios de la página destinados a la publicidad aparecerán recomendaciones relacionadas a las palabras escritas en cada misiva. Por supuesto que se nos aclara que quienes hacen ese trabajo no son seres humanos, sino complejas computadoras. Pero ¿alcanza la explicación para quedarse tranquilo?
Hay que reconocer, claro, que las empresas avisan de este tipo de prácticas en sus “Políticas de privacidad”, mejor conocidos por esos textos larguísimos que deben aceptarse antes de usar un programa o servicio, y que nadie lee.
Veamos algunos ejemplos reales de ellos:

“Al registrarse […] el solicitante debe proporcionar información personal. Es posible que combinemos los datos que nos proporciona el usuario a través de su cuenta con la información procedente de otros servicios propios o de terceros, para ofrecerle una óptima experiencia y mejorar la calidad de nuestros servicios”.

“El administrador de su dominio tendrá acceso a la información de su cuenta, incluyendo al correo electrónico. Para más información, consulte la política de privacidad del administrador de su dominio”.

“La información recopilada al habilitar una aplicación externa se procesará de acuerdo con lo estipulado en esta Política de privacidad. La información recopilada por el proveedor de la aplicación externa se regirá por sus propias políticas de privacidad”.

“Al acceder se envían una o varias cookies a su equipo o a otro dispositivo. Las cookies se utilizan para mejorar la calidad del servicio, incluidos el almacenamiento de las preferencias del usuario, la mejora de los resultados de búsqueda y de la selección de anuncios y el seguimiento de las tendencias del usuario como, por ejemplo, el tipo de búsquedas que realiza”.

Como decíamos en la página anterior, el otro problema de los servicios online son las cuestiones de seguridad. Al estar los datos fuera de nuestro equipo, dependemos de la fíabilidad de los servidores externos. Y no siempre se comportan como uno espera (ver recuadro).
La tecnología e Internet van de la mano rumbo al cielo, y poco y nada se puede hacer para evitarlo. La opción más radical sería aislarse del mundo exterior, y volver a abarrotar los discos rígidos de datos, en un plan de paranoia y soledad. Suena sensato.
Pero, por otro lado, quién puede resistirse a la tentación de tener música, videos o fotos a dos clicks del celular, PC o tablet. O negarse a erradicar pendrives y similares pudiendo empezar un documento en colaboración, y continuar escribiéndolo entre todos desde la oficina, un avión o la otra punta del planeta. No sé ustedes, pero yo estoy seguro de que no.

El día que desaparecieron los mails

El 28 de febrero de este año, 150.000 personas entraron como todos los días a revisar su correo electrónico y vieron, mientras un escalofrío les corría la espalda, que lo único que les ofrecía Gmail era una simpática bienvenida a utilizar el servicio. Todos sus mails y agenda de contactos se habían borrado.
La empresa explicó que el error se había producido por una serie de fallas en la actualización de su sistema de mantenimiento. Sólo eso, todavía no hay un anuncio de solución definitiva.
A principios de año, el afectado había sido hotmail quien, de un día para otro, había dejado a 17.000 usuarios sin poder ingresar a su cuenta.
A partir de estos sucesos, cada vez más usuarios entendieron la necesidad de tener un backup en el disco rígido de sus datos. Esto se puede hacer de manera sencilla sincronizando el webmail con soft de escritorio como Outlook Express, Thunderbird, etcétera, o recurriendo a programas específicos para hacer respaldos como el Gmail Backup (http://www.gmail-backup.com).

http://www.revistadebate.com.ar//2011/04/15/3828.php