Luego de un año marcado por la crispación política, el presidente Evo Morales parece dispuesto a que su segundo año en el Palacio Quemado sea más sereno y así poder dedicarse más a «la gestión». Su principal apuesta es recuperar a las clases medias que lo votaron el 18 de diciembre de 2005 pero se […]
Luego de un año marcado por la crispación política, el presidente Evo Morales parece dispuesto a que su segundo año en el Palacio Quemado sea más sereno y así poder dedicarse más a «la gestión».
Su principal apuesta es recuperar a las clases medias que lo votaron el 18 de diciembre de 2005 pero se distanciaron asustadas por el regreso de los conflictos sociales y regionales. Para ello, Morales comenzó a alejarse del estilo «chavista» -de confrontación verbal permanente- y empezó a vestir el traje de presidente «de todos los bolivianos».
Al menos tres hechos confirman la nueva orientación: el acuerdo en la Asamblea Constituyente (que incluye la aprobación de los artículos de la nueva Carta Magna por dos tercios, como pedía la oposición, y un referéndum para los temas sensibles en los que no haya consenso), la flexibilización de la posición oficial ante la espinosa cuestión de las autonomías regionales, y el cambio reciente de los ministros más cuestionados.
El vicepresidente Alvaro García Linera fue el encargado de dar la cara ante este «giro». «Vamos a corregir el discurso, suspendiendo esa retórica innecesaria, porque encima no corresponde con nuestros hechos prácticos… en este año no hubo una sola medida que haya afectado a las clases medias e incluso a las clases altas de Bolivia», explicó en una entrevista con el matutino La Prensa. Luego enfatizó, con el fin de ahuyentar todos los fantasmas que se abatieron sobre la gestión socialista, incluyendo una pulseada con la Iglesia por la educación laica: «Repetimos una y mil veces: el gobierno del presidente Morales respeta la propiedad privada, respeta la religión, respeta la actividad sana del empresariado, garantiza la actividad privada en la enseñanza y la salud». Semanas atrás, el vice había reconocido que «fue un error no liderar (el gobierno) el pedido de autonomía» impulsado por el rico departamento de Santa Cruz.
Las clases medias bolivianas (que no incluyen a los prósperos comerciantes aymaras o quechuas) son un puñado de la población.
No obstante su presencia en los medios lo vuelve un sector creador de opinión difícil de ignorar. Especialmente cuando todo indica que el año próximo habrá elecciones para renovar todos los cargos públicos en el marco de la nueva Constitución que deberá estar redactada antes del 6 de agosto de 2007.