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Conclusiones de la primera cumbre por la descolonización, despatriarcalización, lucha contra el racismo y la driscriminación

«O se muere la Madre Tierra o se muere el capitalismo»

Fuentes: Rebelión

El colonialismo es uno de los principales flagelos que sufrimos quienes no encajamos en los parámetros etno y eurocentristas, parámetros que han sido impuestos a sangre y fuego en nuestros territorios. El Colonialismo es una de las peores expresiones que tiene la humanidad. Quienes alguna vez hemos sufrido la discriminación y el racismo sabemos que […]

El colonialismo es uno de los principales flagelos que sufrimos quienes no encajamos en los parámetros etno y eurocentristas, parámetros que han sido impuestos a sangre y fuego en nuestros territorios. El Colonialismo es una de las peores expresiones que tiene la humanidad. Quienes alguna vez hemos sufrido la discriminación y el racismo sabemos que lo que busca quien lo ejerce es pisotear nuestra dignidad, es insultar nuestra identidad. A esos valores, individualistas y egoístas, debemos oponer con fuerza la visión de nuestros pueblos y recuperar nuestras culturas y nuestra identidad.

El capitalismo, el colonialismo, el patriarcado y el imperialismo han sido y son instrumentos de opresión de los pueblos. El racismo y la xenofobia son aliados indispensables del colonialismo. El patriarcado, el imperialismo y el capitalismo se complementan para discriminarnos, marginarnos y explotarnos, se combinan para seguir manteniendo vivo este sistema injusto que beneficia a unos pocos y perjudica a amplias mayorías.

Sabemos también que el racismo es un sistema que ha logrado introducirse en nuestras cabezas y nuestros cuerpos, que a veces reproducimos sin tener la intención de hacerlo. Pero esto, lejos de hacernos renunciar a la lucha, nos obliga a redoblar los esfuerzos y a buscar los modos de articular nuestras luchas. En tal sentido, debemos avanzar en la aceptación y la afirmación de nuestras identidades. El trabajo de la descolonización empieza por nosotros/as, por nuestros cuerpos, nuestras cabezas y nuestros espíritus. Cada uno/a de nosotros/as y nosotras debe convidar y contagiar a nuestros hermanos/as para impedir el avance del imperialismo colonial, racista y patriarcal.

Desde la época de la conquista, el racismo ha servido para justificar la opresión sufrida por nuestros pueblos. Los cálculos indican que mas de diecisiete millones de personas fueran trasladadas como esclavas desde África hasta nuestro continente entre el siglo XVI hasta comienzos del siglo XIX. Saqueos, violaciones y genocidios han sido perpetradas utilizando como argumento la supuesta superioridad que el color de la piel les daba a los conquistadores. Pero lamentablemente, los efectos de esta práctica nefasta llegan hasta nuestros días: la educación tradicional y los medios de comunicación masivos refuerzan los paradigmas coloniales y patriarcales que queremos desterrar. La vida moderna nos está conduciendo a la destrucción del planeta. Si las economías se siguen moviendo en torno a la acumulación nos acercamos al final de la existencia humana. Lo que sostiene el mundo colonial es un complejo sistema que combina la cruz y la espada. Es indispensable aunar esfuerzos para extirpar de una vez por todas al racismo y la discriminación, que son la contracara necesaria de la expansión capitalista a nivel mundial, sus aliados invisibilizados que perduran hasta nuestros días bajo nuevas formas imperialistas, tanto materiales como simbólicos. Sino potenciamos nuestra capacidad de inventar un mundo nuevo, sino podemos recuperar nuestros deseos, sueños y espíritus, sucumbimos ante el espíritu colonial moderno.

Vivimos momentos intensos de lucha. Asistimos a una nueva ofensiva imperial para seguir oprimiendo a nuestros pueblos. Son tiempos que nos obligan a redoblar los esfuerzos y hacer los cambios necesarios para vivir bien. Ya no podemos vivir desunidos, las luchas son de todos y todas, hay que unificar las luchas en cada territorio hasta imponer un nuevo orden mundial, de los pueblos y para los pueblos. Es tiempo de levantarse y rebelarse, defender lo conquistado y avanzar más. En todas partes hay pueblos que resisten al imperialismo, inventando en cada paso nuevas formas de construir sociedades más justas, libres y soberanas. De Palestina a Venezuela, de Siria a Bolivia, de Chiapas al Congo, de Cuba a Irán, de Argentina a Kurdistán, del Pueblo Mapuche a Grecia, en todo el mundo obreros/as, campesinos/as, estudiantes, maestros/ as, pueblos originarios y profesionales comprometidos/as luchan por una vida digna.

En todos lados suenan las campanas de la rebelión, que esta vez debe ser definitiva, porque lo que está en juego es el destino de la humanidad. No son tiempos de paz, son tiempos de lucha. La aparente paz en la que vivimos nos tiene que alertar y poner en disposición de lucha, para que de una vez por todas terminemos con el flagelo de los pueblos. Tenemos que levantarnos y luchar hasta vencer.

El capitalismo y la riqueza concentrada siguen sembrando injusticia, miseria, degradación, explotación, marginación y muerte. Lo que ocurre en Oriente Medio, la historia de muerte que se inicia con la invasión a Irak por parte del imperialismo yanqui ha generado un foco de contradicciones que ha dado lugar a que cada día 43 mil personas huyan de sus países. 2014 es el año con la cifra más alta de desplazados desde la segunda guerra mundial: son 60 millones de hermanos/as que buscan un lugar donde vivir.

Estados Unidos y Europa están cosechando lo que han sembrado, terror, muerte y destrucción. El imperialismo es el que ha generado este caos, dado que el capitalismo no está pensado para satisfacer necesidades humanas ni de la madre tierra, sino para la acumulación de unos pocos. Durante 150 años las multinacionales y los bancos norteamericanos dictaron la política imperial de para América del Sur. El imperialismo, con la CIA y su ejército, realizó invasiones y golpes militares para minar y debilitar las democracias. Sus apéndices (BM, FMI, BID) impusieron políticas neoliberales para saquear nuestros recursos naturales, imponernos deudas externas y esquilmar las fuerzas productivas de nuestros pueblos. En la actualidad, recurren también a otros mecanismos, más sofisticados, como ser los golpes blandos que incluso cuentan con apoyos locales. La derechización de varios procesos de Latinoamérica también debe ser una señal de alarma para nuestros pueblos. Pero fue, es y será la organización y movilización de los/as explotados/as, de los/as oprimidos/as, de los pueblos la única posibilidad de superar las relaciones de dominación del capitalismo y generar nuevas prácticas y nuevos horizontes, con valores y principios ligados a la solidaridad, la comunidad y la vida.

Es por eso que quienes participamos de esta histórica cumbre declaramos nuestro repudio a todas las formas de racismo y discriminación y nos comprometemos a enfrentarlo, condenarlo y exterminarlo en todo el mundo. Es por eso que nos comprometemos a unirnos en una lucha común contra la ofensiva imperialista y capitalista, que intenta terminar con nuestros avances y conquistas. Sabemos que es un momento para profundizar las conquistas y transformaciones, no es tiempo de conceder nada, no es momento de retirada, no es momento de repliegue, no es momento de vacilación, es momento de avance, de conquista, de lucha y pelea. Aquellos/as que piden moderación, aquellos/as que hablan de correlaciones de fuerzas negativas e inmovilizan las luchas, ofenden y condenan a los pueblos a seguir padeciendo la miseria, el hambre y la muerte. Es el momento que nuevamente se levanten de los pueblos, de obreros/as, campesinos/as, estudiantes, maestros/as, pueblos originarios y profesionales comprometidos/as. Son tiempos de lucha y no de actitudes tibias y concesiones. El momento histórico nos lo demanda, la industria cultural imperialista, la política guerrerista imperialista, la intromisión política imperialista debilitan los procesos de liberación y nos obliga a ponernos de pie y construir un definitivo levantamiento de los pueblos oprimidos. Si fuera necesario, estamos dispuestos/as a dar la vida en esta lucha por la liberación y la emancipación. Nos acompañan los innumerables motines, sublevaciones y revueltas protagonizadas por nuestros/as hermanos/as que se han levantado de norte a sur y de este a oeste. Su lucha, anónima y subterránea, nos inspira en este camino de la construcción del hombre y la mujer nueva.

Por nuestros/as abuelos/as, por nuestras madres y nuestros padres, por nosotros/as y por nuestros/as hijos/as es que proponemos:

• La Historia de lucha de nuestros pueblos nos convoca a iniciar desde ahora, el 2015 el Segundo y Definitivo Levantamiento Continental.
• Intensificar los métodos de lucha en todo el mundo y en todos los rincones donde se encuentre el imperialismo.
• Recuperar el nombre de Abya Yala para nuestro continente
• Declarar la descolonización como piedra fundamental
• Revalorizar el rol de la memoria y la transmisión oral como forma de preservación de nuestras identidades
• Incorporar en los planes de estudio escolares la descolonización como eje transversal de todas las materias.
• Establecer escuelas populares de nuestras lenguas para asegurarnos que se mantengan vivas las concepciones del mundo que estas lenguas expresan
• Exigir que nuestros medios estatales de comunicación disputen en el imaginario social contra los conceptos etno y eurocéntricos y difundan la visión de nuestros pueblos
• Recuperar nuestros héroes como forma de recobrar la historia de nuestras luchas

NUNCA MÁS RACISMO Y DISCRIMINACIÓN EN NUESTROS TERRITORIOS POR UNA PATRIA GRANDE LIBRE Y SOBERANA HASTA QUE EL PUEBLO MANDE POR UN MUNDO DONDE QUEPAN MUCHOS MUNDOS O SE MUERE EL CAPITALISMO O SE MUERE LA MADRE TIERRA

HASTA LA VICTORIA SIEMPRE

Bolivia, La Paz, noviembre del 2015

http://www.descolonizacion.gob.bo

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.