El proceso político mexicano muestra características particulares en el estado de Oaxaca. Tanto por su historia como por su presente, constituye una de las regiones en donde el cambio político es más profundo.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha dicho que su gobierno será el de la «Cuarta Transformación» en referencia a las tres grandes rupturas en la vida pública de la historia mexicana: la Independencia, la Reforma y la Revolución. En lo que va de este proceso político, la vanguardia ha sido y es el estado de Oaxaca, uno de los más pobres en este país de desigualdades desmesuradas e insultantes.
Si bien es vanguardia, en Oaxaca la Cuarta Transformación –o 4T, como se le abrevia popularmente– también se desarrolla de manera diferenciada al resto del país. Esto se debe a que está sólidamente entrelazada con distintas luchas que Oaxaca ha desarrollado desde la izquierda, y este engarce es incluso anterior al nacimiento de MORENA, el partido político que llevó al poder al actual presidente mexicano.
Una historia de rebeldía
Desde la década de los setenta, Oaxaca vivió luchas populares para enfrentar los cacicazgos en distintos ámbitos, en demanda de la democratización de los espacios públicos, de respeto a la autodeterminación y de detener el saqueo de los recursos naturales de las comunidades. Estos movimientos dieron origen a la consolidación, en la década siguiente, de diversas organizaciones con clara adscripción ideológica de izquierda, como la CNPA, el MULT y la COCEI.
Los años ochenta fueron especialmente crueles y sangrientos en Oaxaca, con la represión de una policía entrenada en Estados Unidos. Aún así, continuó la organización de quienes siempre habíamos sido vencidos. Incidió también la conciencia política promovida desde las comunidades eclesiales de base (ciertamente, desde mucho antes, pero en esos años de la década de ochenta tuvo mucho peso). También en ese momento irrumpió la izquierda en la vida sindical de las y los trabajadores de la educación del estado de Oaxaca, que a lo largo de cuarenta años han impulsado el fortalecimiento ideológico del pueblo y mantenido una resistencia histórica frente a las políticas neoliberales de Estado.
En los años noventa, otro elemento inédito fue el reconocimiento de la autonomía de los pueblos indígenas de Oaxaca, que en la práctica política se tradujo en la capacidad de la gran mayoría de los municipios (inicialmente 418 de 570) para elegir a sus autoridades mediante sus propios sistemas tradicionales. Esto implicó un golpe mortal no solo al sistema de partido de Estado, sino al mismísimo diseño de la democracia fundado en un sistema electoral basado en partidos políticos.
La región de Oaxaca es cuna de una gran rebeldía y de un gran rebelde: el anarquista Ricardo Flores Magón, uno de los ideólogos de la Revolución de 1910, quien murió asesinado en una cárcel de Estados Unidos. Los discursos de AMLO suelen estar acompañados de citas del oaxaqueño.
Oaxaca bronco y la 4T nacional
En Oaxaca, la alianza de Andrés Manuel López Obrador siempre fue con esta parte de la historia, con el Oaxaca bronco. Sin embargo, y casi al contrario del contexto local, las articulaciones de López Obrador al nivel nacional tomaron otro rumbo. Fue la presencia de Tatiana Clouthier –coordinadora de su campaña– y, posteriormente, de Alfonso Romo en el más alto espacio de poder de su gobierno, la que dio claras señales para apaciguar a los grandes empresarios del país, constituyéndose en el puente ideal entre su proyecto y una buena parte de la élite que había sido, en los hechos, la dueña del país durante las últimas décadas.
También es de hacerse notar la alianza de López Obrador con el ultraconservador Partido Encuentro Social, con el empresario Ricardo Salinas, con el patronal Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación y, en diversos estados, con otros personajes conservadores: Jaime Bonilla, gobernador de Baja California, Cuauhtémoc Blanco en Morelos y la senadora Lily Téllez. Para quienes buscan la potencia radical de la Cuarta Transformación, todos caminos llevan a Oaxaca.
AMLO en Oaxaca
La mañana del 15 de septiembre de 2007 recibí en la cárcel de Cuicatlán, Oaxaca, una visita sorpresiva. Andrés Manuel López Obrador llegó hasta el penal donde estábamos con mi hermano Horacio en calidad de presos políticos del régimen entonces gobernado por Felipe Calderón. Antes estuvieron en esa misma cárcel mi amigo César Mateos y Jorge Luis Sosa Campos, todos nosotros encarcelados como parte de la represión gubernamental al movimiento social –conocido también como la «Comuna de Oaxaca»– de los años 2006 y 2007, que cobró la vida de al menos 27 personas.
No le importó a López Obrador el posible costo político de la cercanía con quienes en ese momento éramos tachados de violentos por todo el aparato de Estado y todos sus instrumentos de comunicación, y perseguidos por un sistema judicial pervertido. Llegó a visitarnos, a darnos ánimo y a decirnos que debíamos continuar, que la lucha debía seguir adelante y que necesitábamos rescatar a la patria.
No es extraño, entonces, que apenas unos días después de la llegada de López Orador a la Presidencia de México, en 2018, fueran liberados los presos políticos de la disidente Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación, mujeres y hombres valientes que se habían opuesto a las reformas neoliberales de Enrique Peña Nieto y que por ello pagaron con cárcel. La mayoría, por supuesto, participantes en el movimiento magisterial de Oaxaca. Con todo eso, y en contraste con esta medida expedita a favor de la Coordinadora oaxaqueña, el Congreso de la Unión de la 4T emitió una ley de amnistía que hoy, a dos años de gobierno, aún no ha sido operada y mantiene en las cárceles a quienes recibieron la promesa de libertad.
En la mayoría de los municipios oaxaqueños, la persona encargada de dar la bienvenida a López Obrador es maestro o maestra. El magisterio oaxaqueño es un magisterio rebelde, izquierdista. La Coordinadora fue, durante los sexenios de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña, la articulación social más importante de movilización y resistencia a sus respectivos gobiernos. El magisterio oaxaqueño estuvo siempre a la cabeza de la Coordinadora en su lucha contra la reforma educativa de Peña Nieto y de las demás reformas neoliberales, como la energética y la hacendaria, que fueron posibles gracias al perverso Pacto por México, aglutinador de la clase política que hoy hace explícito su pacto electoral para derrocar a López Obrador. La masacre de Nochixtlán, de 2016, fue justamente resultado de la movilización magisterial contra las reformas.
La 4T en Oaxaca
Hoy, el gobierno federal que encabeza AMLO sostiene más de un millón doscientas mil becas en el estado de Oaxaca. En lo que va del mandato de López Obrador se han fundado escuelas universitarias en distintas regiones de Oaxaca, y el proyecto para universalizar la educación superior lleva el nombre del prócer oaxaqueño que está permanentemente en el discurso de López Obrador: Universidades para el Bienestar «Benito Juárez García».
Así, para las comunidades de Oaxaca, hablar de la Cuarta Transformación es hablar de políticas públicas que impactan de manera directa en una población olvidada por los gobiernos neoliberales. Además de las becas, participan de manera directa en la pavimentación de caminos que comunicarán a las cabeceras de los municipios, en su mayoría indígenas. Y observan de cerca el avance en un par de carreteras estratégicas para el desarrollo económico: la vía rápida a la costa y la vía rápida al ismo de Tehuantepec.
Pero también se desarrolla en Oaxaca el que tal vez sea el proyecto más ambicioso del sexenio: el corredor transístmico, una propuesta de desarrollo que pretende colocar a México como una alternativa a Panamá en el movimiento mundial de mercancías. Como otros megaproyectos del presidente, es un plan que concita tanto las críticas de sectores indígenas y de izquierda como los elogios de intereses desarrollistas. Independiente de la postura que uno puede asumir, Oaxaca está en el eje del proyecto de nación y en el centro de la Cuarta Transformación.
Oaxaca en la 4T
La Cuarta Transformación no se basa solamente en las acciones del gobierno federal. A pesar de que en Oaxaca el gobierno del estado sigue en manos del PRI, la mayoría legislativa de MORENA en el congreso local oaxaqueño ha logrado importantes leyes que se han considerado vanguardistas a nivel internacional.
Un ejemplo de ello es la prohibición de venta de comida chatarra a menores de edad. Desde el congreso del estado se legisló para ponerle un alto al daño que hacen los refrescos embotellados, las frituras embolsadas y otras golosinas que están provocando obesidad, diabetes y otras enfermedades entre la niñez de México. Las y los legisladores de Oaxaca se atrevieron a enfrentar a los monstruos de Coca-Cola y Pepsico, algo inédito en América Latina que, además, no ha podido replicarse en ninguna otra parte de México.
Otro logro importante del congreso oaxaqueño es legislar para prohibir en nuestro estado el uso, venta y distribución de envases, popotes y bolsas desechables de plástico como medida para combatir la contaminación ambiental. En la Ciudad de México existe la prohibición a ciertos productos de plástico desechable, pero la legislación de Oaxaca fue más radical, prohibiendo el uso de botellas desechables de PET para refrescos y agua, que generan 70% del volumen de la basura plástica en el estado. Por supuesto, esta reforma provocó la reacción de la industria refresquera, que con amparos pretendió frenarla y desató una campaña de desprestigio contra los diputados que la presentaron y promovieron.
El congreso de Oaxaca logró también ampliar los derechos de las mujeres, legislando para despenalizar el aborto en nuestro estado doce años después de que se lograra en la capital del país. Hoy son los únicos dos lugares del país en donde las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo sin ser perseguidas penalmente. Aquí también se sanciona el acoso callejero y otras formas de violencia de género.
La legislación contra violencia de género no ha sucedido en ningún otro estado, menos en el ámbito federal. Como índice tanto de su papel vanguardista como de su diferencia en relación a la 4T federal, esta brecha posiblemente tenga que ver con la alianza entre MORENA y el ultraconservador PES, que está en contra incluso de la educación sexual en las escuelas.
No todo es miel…
Es claro que la Cuarta Transformación se trata de un proceso social que no depende solamente de lo que disponga el presidente. Su consecución se juega, en gran medida, en la apropiación social de las medidas de gobierno, que está permanentemente bajo el ataque de las fuerzas políticas que históricamente han detentado el poder en México y que hoy son afectadas por los cambios políticos impulsados por el nuevo régimen.
Ello hace especialmente peligroso el tiempo que pasa antes de que se cumpla cabalmente lo prometido por la 4T, que puede ser aprovechado por los voceros del antiguo régimen como instrumento político en las elecciones intermedias que se realizarán este año, lo que a AMLO le implica el riesgo –lejano, pero riesgo al fin– de perder la mayoría en el Congreso de la Unión y enfrentar aún mayores dificultades para ejecutar su programa de gobierno.
Uno de los pendientes clave en ello es el de la seguridad pública. La violencia desatada desde el gobierno de Felipe Calderón en la mal llamada «guerra contra el narco» es hoy menor que hace dos años, pero su disminución no es lo suficientemente amplia para ser percibida como tal por la sociedad. En el caso de Oaxaca, además de la violencia juvenicida generada por los cárteles, las juventudes han sido invadidas, como territorio, por la droga llamada speed, ice o cristal, problema que debe ser atendido de manera integral.
La violencia de género, que deriva en el asesinato de mujeres por ser mujeres, es otro fenómeno que no ha dado tregua al nuevo régimen. En este aspecto, hacen falta acciones radicales para acelerar en los hechos la igualdad entre mujeres y hombres, como una apuesta sistémica a favor del empoderamiento de las mujeres, que logre un cambio en la perspectiva social acerca de las relaciones entre mujeres y hombres.
En Oaxaca, las y los trabajadores de la educación han construido el llamado Plan para la Transformación de la Educación en Oaxaca (PTEO), un proyecto educativo que recoge distintas experiencias pedagógicas populares que se han desarrollado a lo largo y ancho del estado y que consideran la realidad pluricultural de Oaxaca. Hacer ley nacional el PTEO es uno de los pendientes de la 4T.
La resistencia sigue
Aquí, la Cuarta Transformación está hecha de esperanza, de resistencia y luchas populares. Se construyó defendiendo la tierra y el territorio de mineras canadienses y proyectos eólicos que se llevan la energía y sus ganancias, dejándonos con división y muerte. La Cuarta Transformación en Oaxaca está forjada en la lucha contra la reforma educativa, en la lucha por la defensa de la autonomía de pueblos y comunidades indígenas.
La Cuarta Transformación en Oaxaca es la suma de todos estos esfuerzos. Es el resultado de la lucha contra los cacicazgos y la resistencia al neoliberalismo. La 4T no es solo una suma de votos: es, sobre todo, la acumulación de las victorias populares de 2006, 2010, 2012 y 2018. La 4T en Oaxaca es también un estado de ánimo colectivo y un estado de conciencia política. En el imaginario colectivo oaxaqueño, el sueño puede ser posible: en México, por el bien de todos, los pobres deben y pueden ir primero.
Fuente: https://jacobinlat.com/2021/02/26/oaxaca-y-la-cuarta-transformacion/