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Oposición a la imposición

Fuentes: Rebelión

En política la forma es fondo, dicen, y eso explica la reciente reunión de Felipe Calderón con Enrique Peña Nieto. Como representantes de la oligarquía ahora empiezan a negociar una transición pactada. Entre espurios se pondrán de acuerdo en la continuidad del poder formal con una toma de protesta a modo en cualquier lugar, hasta […]

En política la forma es fondo, dicen, y eso explica la reciente reunión de Felipe Calderón con Enrique Peña Nieto. Como representantes de la oligarquía ahora empiezan a negociar una transición pactada. Entre espurios se pondrán de acuerdo en la continuidad del poder formal con una toma de protesta a modo en cualquier lugar, hasta en Televisa.

La impunidad e incongruencia legal es absoluta: ¿si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) todavía no otorga la declaratoria de presidente electo, por qué Calderón Hinojosa recibe en Los Pinos a Peña Nieto para negociar un «proceso ordenado de transición administrativo y política»? Ni la oligarquía respeta sus propias leyes. ¿Para qué sirve el fraude? Pues para seguir profundizando el actual modelo de desarrollo neoliberal que beneficia solamente a una ínfima población que requiere de una constante trasgresión de todos los derechos ciudadanos. Se trata, pues, de una intentona de imposición del poder dominante para preservar este modelo revistiéndolo de una legalidad para una pretendida legitimidad.

En cierta forma podríamos afirmar que este fraude electoral constituye una especie de «golpe técnico de Estado», en este caso no contra un gobierno establecido, sino contra la voluntad ciudadana para elegir gobierno. En México la historia de los fraudes electorales es muy larga, pero la más reciente nos remite al de 1988, al 2006 y al 2012. Todos sabemos que en uno se «cayó el sistema», en otro hubo una diferencia porcentual del 0.5, y en este hubo diversos mecanismos espurios. Una definición de fraude electoral es la intervención deliberada en un proceso electoral con el propósito de impedir, anular o modificar los resultados reales. Son las maniobras de distinto tipo, antes, durante y después del sufragio falsificando la voluntad ciudadana y los resultados del comicio para imponer a los candidatos del poder dominante.

Algunos de los mecanismos espurios son: suplantación del elector; coacción al elector para impedirle que libremente elija el candidato; robo de ánforas o paquetes electorales antes de que sean debidamente computados; adulteración de las actas de la elección modificando los números de sus resultados reales; sustitución de paquetes electorales, actas, etcétera; introducción de fajos de boletas previamente votadas en la urnas para inflar la votación de una candidatura, partido u opción electoral (técnica conocida también como embarazo de urnas); caída de los sistemas de cómputo en red para confundir a la opinión pública y manipular los resultados electrónicamente; utilización de recursos ilícitos para aumentar el gasto de campaña y obtener ventaja ilegal en la publicidad; complicidad con funcionarios de los procesos electorales para ocultar las evidencias del fraude electoral; intervención del gobierno para favorecer a un candidato, partido o propuesta electoral mediante propaganda maliciosa o ejecución de obras concretas ofrecidas por el candidato o partido al que se quiere favorecer de manera fraudulenta; control de los medios de comunicación para confundir y engañar a los electores haciéndolos creer que el resultado fraudulento es legítimo; uso de la fuerza pública contra los inconformes; manipulación de los sistemas de cómputo; soborno de las personas que cuentan los votos; compra de votos [http://es.wikipedia.org/wiki/Fraude_electoral]. Añadamos los consabidos sondeos con base a estadísticas infladas para inducir a la ciudadanía que existe previamente un candidato ganador.

En el argot electorero mexicano existe la fauna de los mapaches, ratones locos, o los carruseles, operación tamal, urnas embarazadas, etcétera; además, de estas conocidas técnicas de alquimia electoral ahora se utilizó la «Operación Monex». Todo un proceso electoral acorde a una «República bananera». ¡Que los politólogos nos expliquen ahora en que ha consistido la «transición democrática»!

Este tinglado electoral que está por consumarse el 1 de diciembre próximo puede evitarse con la condición de que la ciudadanía se movilice masivamente en contra de la imposición. La Convención Nacional realizada los días 14 y 15 de julio en San Salvador Atenco declaró, entre otras cosas: «No cederemos ante el poder del dinero. No hay democracia cuando se compra el voto. No aceptamos como futuro una sociedad dirigida por las televisoras. No estamos dispuestos a esperar hasta el 2018. Por tanto, esta Convención se propone luchar porque Enrique Peña Nieto no sea presidente, rechazando la imposición y desconociéndolo. Llamamos a la unidad nacional de todas las organizaciones del pueblo para emprender esta lucha. Nos proponemos rescatar y devolver la soberanía a nuestra nación y declaramos que quienes cayeron en la ilegalidad son quienes quieren imponer a Peña Nieto. Luchamos contra la imposición de las reformas neoliberales (laboral, hacendaria, energética y de seguridad social), y nos pronunciamos por el juicio y castigo a los responsables de los más de 70 mil muertos y desaparecidos en México. Nos proponemos construir una organización nacional que trascienda la coyuntura electoral y permita seguir luchando contra el neoliberalismo y por la liberación de nuestro pueblo.»

Se propone, para empezar, realizar el 22 de julio una Marcha nacional que en el DF tendrá el recorrido: Los Pinos-Ángel de la Independencia-Zócalo.

Se trata de hacer valer el Artículo 30 constitucional: «… el pueblo (soberano) tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.