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Otro diciembre con furia y psicosis cívica desatada

Fuentes: ASC Noticias

Como en diciembre del año 2006 cuando se movilizaron en defensa de los 2/3 en la Constituyente y dizque para defender la «democracia», los cívicos instalan otra vez piquetes de huelga de hambre en la plaza 24 de Septiembre, esta vez en defensa del IDH, de las autonomías departamentales, contra la constituyente y su mal […]

Como en diciembre del año 2006 cuando se movilizaron en defensa de los 2/3 en la Constituyente y dizque para defender la «democracia», los cívicos instalan otra vez piquetes de huelga de hambre en la plaza 24 de Septiembre, esta vez en defensa del IDH, de las autonomías departamentales, contra la constituyente y su mal parto de constitución. En esta oportunidad, como en aquella, a todo momento los «cívicos» desencajados y al borde de la psicosis gritan versiones esquizofrénicas condimentadas con todo tipo de improperios irreverentes, en otra prueba más del carácter ultra anárquico más que de civismo que prima en su conducta.

Por ello esta huelga de hambre es sui géneris. Alguno dice que se inscribe dentro de la tradición de la «no violencia» como fueron esas legendarias huelgas hechas por Ghandi. Pero contrariamente, la huelga instalada por los cívicos es precedida por acciones, verborrea y protagonistas muy violentos, fenómeno que sigue y que, a todas luces, se proyecta al futuro. ¿Acaso el propio Comité Cívico y sus militantes no destacan por agresivos, intolerantes y antidemocráticos? Cómo pueden reclamar ser pacíficos si arrastran a todo lado a esa tropita que llaman «brazo armado» y son los desacreditados matones de la Unión Juvenil Cruceñista pero que ahora dizque son «pacíficos» y devotos de la virgen.

Tampoco hay que olvidar al grupo cívico Resistencia que se dedica a pintarrajear la ciudad con consignas de baño más que de civismo y a asistir a cuanta acción violenta haya. Otro botón de muestra es una mujer cívica que fue vista en la reciente quema de las oficinas de Patrimonio del Estado, perteneciente al Ministerio de Hacienda, ubicadas en la calle Libertad, y que ahora organiza la logística de la huelga.

Esta huelga se instaló principalmente por voluntad de Branco Marincovic, contra la opinión de una mayoría de sus seguidores o diríamos más bien «alquilados», tal como se registró en la llamada «cumbre autonómica» donde casi todos los participantes exigían acciones más efectivas y violentas pero Branco que llegó al final, como César el conquistador, impuso la realización de la huelga de hambre.

Algún analista ha explicado que las huelgas de hambre son instrumentos de los débiles y deben ser usadas por ellos. Efectivamente, es el último recurso de quien no tiene más que su vida para poner en juego. Pero en este caso, paradójicamente, los dueños de la huelga son poderosos empresarios y autoridades cívicas, todos ellos bien comidos, cuya influencia es determinante en la economía y vida del cruceño común, y que manejan grupos violentos. Estos, como dueños, no como débiles, se han apoderado de la plaza e imponen a la sociedad sus caprichos.

Todo ello nos da la pauta acerca de la enorme impostura que estamos presenciando, una desnaturalización del instrumento huelguístico con el propósito maquiavélico de dar una imagen de oprimido y débil, queriendo ocultar cuán armado y violento se es, cosa que por el momento es mal vista.

Como los cívicos buscan que la huelga sea masiva arrastran gente de donde pueden pero como no hay convicción sino engaño, esta huelga de hambre se parece más a una carrera de postas que otra cosa. Por ejemplo, igual que en la anterior huelga, hay obreros de fábricas y empresas de los cívicos que vienen a pasar su horario de trabajo de 8 a 8 en la plaza, también hay vaqueros empleados de ganaderos y mucha gente miserable pagada por tirarse sobre un colchón dizque para hacer ayuno voluntario y «hasta los últimas consecuencias». Esas gentes que no obran por convicción son relevadas cada cierto tiempo porque las tripas no les aguantan.

También hay ex dirigentes indígenas, expulsados de sus organizaciones por someterse a los terratenientes. A tiempo de llegar en una «marcha» de 30 que se sumaron a la huelga, José Urañavi, expulsado de la CIDOB y que estuvo para la presentación del estatuto autonómico, reclamó ser fundador de esa institución y denunció que los actuales dirigentes vulneraban su estatuto porque estaban al servicio de un partido político como el MAS, como si tal hecho justificara su entrega a los patrones.

Estos dizque dirigentes, cuasi funcionarios de la Prefectura, lanzan declaraciones incendiarias como que el gobierno prepara una maquiavélica y diabólica marcha para atacar a «Santa Cruz» y hacer correr sangre a raudales.

En una muestra de quién realmente manda, Ruth Lozada, Presidenta del Comité Cívico Femenino, apareció en TV acompañada de algunos a quienes presentó como «nuestros indígenas», nótese la condición de pertenencia, asegurando que no sólo el gobierno los tiene, sino «nosotros también tenemos los nuestros… nuestros hermanos». Haber si los recibe en su casa para servirse un té con sus amigas las copetudas.

En otro espacio de la plaza están los residentes chuquisaqueños que responden a sectores de clase media íntimamente comprometidos con los cívicos locales usando la bandera adoptada de los tercios de Flandes, grupo de elite y de choque del Felipe II para sembrar el terror en sus conquistas.

Nuevamente hace huelga una miss, la «reina de la tradición», casi una chiquilla, aparentemente obligada al ayuno para conseguir respaldo en su carrera. La rodean viejos carcamanes de las fraternidades que parecen caimanes tras la presa, todo un espectáculo repulsivo.

Como corolario están los empresarios, sus esposas copetudas, lujosamente ataviadas con joyas exclusivas, cuya máxima meta es salir en las secciones de sociales, posando como modelos y diciendo «¡todo es por Santa Cruz! Están los transportistas y los banqueros. Ellos hacen huelga en colchones pullman mientras la cambada lo hace en hediondas payasas tiradas sobre el suelo y que con la lluvia de los últimos días quedaron totalmente empapadas.

En su paranoia los cívicos han puesto matones llamados «guardia de honor» que vigilan dispuestos a masacrar a cualquiera que vean con cara de «masista» o espía, con ello cierran también la opción de que otros medios masivos de comunicación puedan hacer la cobertura abiertamente de la dichosa huelga, puesto que hasta ahora los medios se han limitado a mostrar «la masificación» de la medida, sin mayor cuestionamiento.

Los nuevos unionistas, los que responden esta vez al MNR y a Desireé Bravo, unos roperos con patas que rondan «haciendo seguridad». Estos, el día jueves, descubrieron a un individuo, que resultó ser un militar, haciendo tomas con una cámara. Lo agredieron, le quitaron la memoria y finalmente lo despacharon no sin antes proferir amenazas brutales de muerte en su contra. Esa es la huelga a lo Ghandi.

En fin, es una huelga disparatada y carnavalesca, donde abundan huelguistas con sobrepeso y, lo más cómico, tomando el vasito de tradicional café con leche que se vende en la plaza o comiendo en las sombras pero también delante de esas cámaras cómplices que no se encienden porque todo vale ¡por Santa Cruz! La noche de su instalación el ambiente era de relajo total, con escenas cómicas de gente jugando sobre los colchones como en el teatro de la orgía.

Pero no importa, porque todo es a nombre de valores profundos como la defensa del IDH, la defensa de «Santa Cruz», de la «libertad» de los ricos y de su «modo de vida», que consiste en el robo en toda institución que caiga en sus manos como las cooperativas de servicios públicos y así enriquecerse como les pegue la gana hasta generando la especulación en los precios de los alimentos, también es en defensa de la inexistente democracia en Bolivia, en defensa de las autonomías, contra la constituyente y levantando de manera macabra los muertos en Sucre habidos hace unas semanas atrás; no se acaba de luchar por eso porque también es por libertad de la educación privada y elitista, de la religión católica que predica contra otras religiones (en defensa de sus influencias exclusivas sobre el Estado boliviano) y así infinitamente.

Como parte del caldo del conflicto que cocinan, los «pacíficos» militantes cívicos organizaron una marcha de teas donde, como suma sacerdotisa del movimiento cívico femenino, Ruth Lozada, al conjuro de un discurso altisonante y muy irreverente, presidió un acto de quema de un ejemplar de la constituyente aprobada en grande por la mayoría masista, en medio del griterío de sus adherentes, todo como en un aquelarre. Parece que lo decidieron hacer así porque antes, el primer día de la huelga, intentaron quemarla sin mayor éxito porque dominaba un ambiente lluvioso, aunque luego, el propio Urañavi también quemó su propio ejemplar. Mas temprano, se habían apostado sobre la avenida Grigotá, en el monumento al chiriguano, los «pacíficos» unionistas precedidos por el cocinero mal hablado Caito Flores, para impedir la marcha de los indígenas. Ahí trataron de dar rienda suelta a su deporte preferido, golpear indios.

Con todo esto, qué imagen quedará en la retina de la historia. Los cívicos trabajan para ser reconocidos como un movimiento de gran idealismo y pureza. Se han dado cuenta de que por el momento no pueden usar la fuerza contra Evo Morales por eso montan tanta mentira pacifista como estrategia de marketing, usando mucha plata. Para el consumo internacional ya han ido al exterior cinco prefectos en persona, en un acto sin precedentes, dando a conocer su versión pero mostrando claramente que son abiertamente favorables a la intervención extranjera cosa que paradójicamente critican al gobierno. Lo cierto es que dejaron a Bolivia en la lona y con seguridad lo seguirán haciendo.

Todo dependerá de quién venza en esta contienda porque ellos son los que contarán la historia. Pueden ser los cívicos, el gobierno u otra parte de los bolivianos que tiende a darles la espalda a ambos.