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¿Pansophia o postsophia?

Fuentes: Rebelión

Hace años que la pléyade de especialistas, técnicos y empresarios de la reforma educativa están «preocupados» por la «crisis» de la escuela y la formación docente, ocultando los intereses que subyacen en la, por lo menos, doble intencionalidad de desposesión educativa. Ya hemos dicho muchas veces que instalaron la crisis como discurso organizativo de la […]

Hace años que la pléyade de especialistas, técnicos y empresarios de la reforma educativa están «preocupados» por la «crisis» de la escuela y la formación docente, ocultando los intereses que subyacen en la, por lo menos, doble intencionalidad de desposesión educativa.

Ya hemos dicho muchas veces que instalaron la crisis como discurso organizativo de la reforma a nivel mundial y particularmente a nivel regional, de la mano de la industria periodística o periodistas ignorantes de la cuestión educativa a lo que se le suma la falta de conocimiento sobre las estrategias corporativas reformistas, y como consecuencia, repite lo que oye de alguno de los reformadores entrevistados.

¿Cómo puede ser que la «crisis» sea una estrategia planificada?

En el caso Argentino, queda demostrado fácilmente, a casi 30 años del inicio de reforma educativa, la «crisis» no sólo continúa sino que se profundiza, según los propios reformadores que siguen pensando en reformas que se continúan en cierres de institutos de formación docente en la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo; y como el gobierno porteño no pudo, entonces implementaron el Caballo de Troya llamado UniCABA para cerrar, paulatinamente, los profesorados.

También el intento del traslado de centros educativos para realizar negocios inmobiliarios y en función del ajuste que propone el FMI, como el caso de la Escuela de Cerámica N°1, suspendido por el amparo judicial, efecto de la lucha de docentes, familias y estudiantes. Y otros tantos casos en el país de intentos de cierres de Institutos de Formación Docente argumentando con la obsoleta fórmula de la «eficiencia y eficacia».

Desde los comienzos de la mal llamada reforma educativa, no sólo ningún gobierno intentó desvincularse, ponerse a pensar qué es lo que la escuela, la educación necesitaban, no; siguieron el mandato «internacional», lo entrecomillo porque es el mandato de la corporación empresarial internacional, no de la comunidad educativa internacional.

No se trató, ni se trata de debatir pedagogía o nuevas didácticas, se trata de enmascarar una faceta más de la desposesión pública.

Y cuando los reformadores ponen sus argumentos de la «crisis» de la escuela en la brecha entre educación y tecnología, otra vez encubren; por un lado el negocio corporativo de los miles de millones de dólares en que está valuado el sistema a nivel mundial (más de tres trillones de dólares, de acuerdo con lo dicho por Sunny Varkey, multimillonario gracias al negocio educativo y cuya fundación también opera en la Argentina cobrando millones de dólares por cursos de capacitación); y por otro, la estandarización, que también es un gran negocio, pero, además, la gran estrategia de modificación en las subjetividades: aprender a ser flexible y adaptable, es decir aprender a no aprender, o aprender lo que la corporación empresarial dice que hay que aprender, eso es, en definitiva, la educación por competencias.

Ahora sí, vayamos al porqué de este artículo inspirado en una entrevista a Mariano Narodowski y Cristina Carriego, cuyo título es «La escuela no existió siempre y puede dejar de existir por sus limitaciones»1 (y que el lector/a podrá leer en su totalidad en el medio que la publica). Por supuesto que no es desconocido el nombre de Mariano Narodowski por su largo recorrido en educación, ni pasará desapercibido, para alguno de los lectores, que fue ministro de educación en la Ciudad de Buenos Aires en tiempos de Maurico Macri como jefe de gobierno. Y tampoco, las razones de su «renuncia», vinculadas a las escuchas ilegales de uno de sus funcionarios devenido en «espía» ministerial, Ciro James.

Pero más allá de eso y que aquí no nos ocupamos de noticias judiciales, también hay que decir que el ex ministro de educación porteño es cofundador de Pansophia Projet, que: «Es un colectivo de pensamiento, experimentación, investigación y formación dedicado a comprender los procesos de disrupción creativa que se están operando globalmente en el campo educativo (…) Los pansophianos entendemos que en los confines del proceso de escolarización y cuando nuevas tecnologías pueden reemplazar a lo escolar, la Pansophia no es negociable» (según su propia página web2).

La cuestión es que la escuela no es el foco de ninguna discusión, sólo su desaparición, borrando las huellas del crimen, por supuesto, y atribuyéndoselo, como durante 30 años a los docentes y a la «pésima» vinculación de la escuela y la tecnología; una nueva versión, decadente por cierto, de «Apocalípticos e Integrados» de Umberto Eco.

La pregunta es: ¿hasta cuándo van a ser escuchados aquellos que fueron los artífices y administradores de la «crisis» escolar, de la denostación de los maestros, de la falta de capacitación, que por otra parte todos los gobiernos dieron y obligaron a tomarla?; y más aún, ¿hasta cuándo hay que soportar a los «salvadores» con sus recetarios «tecnológicos» que no hicieron más que sumarse o crear fundaciones solventadas por organismos internacionales o corporaciones empresariales o el Departamento de Estado de los Estados Unidos, o peor, con los dineros públicos que los gobiernos nacionales o provinciales les destinan a cambio de sus «servicios» a través de convenios? Y que, además, en la mayoría de los casos, esos titulares de fundaciones o empresas corporativas, son o fueron funcionarios gubernamentales, responsables del desfinanciamiento presupuestario y de infraestructura escolar y de la desvalorización de la figura del docente.

Sigamos, Pansophia Projet está vinculada con la Fundación Lúminis3, de hecho en 2017 organizó una charla junto al Instituto de Investigación y Educación Económica I+E, del que también Narordowsky es miembro del cuerpo académico4.

Y, sucede, que la Fundación Lúminis es miembro del Grupo de Fundaciones y Empresas y, también, mantiene «Acuerdo de colaboración con el programa de pasantías de la Universidad de Harvard, mediante el David Rockefeller Center Latin American Studies (DRCLAS)» (según su propia página web).

A eso, tal vez, se refieren con la formación de líderes, nada hay de ingenuo en estas vinculaciones, más que la confirmación del proceso de desposesión educativa que se está llevando a cabo desde hace 30 años.

No hay debate pedagógico, más que el argumento remanido, de que «la escuela atrasa»; la escuela pública es un lugar de intercambio y socialización heterogéneo a través del conocimiento (en una apretada sítesis), pero en realidad eso no se discute, porque de lo que no hablan los reformadores es qué conocimiento para qué modelo social y económico, pensar que las tecnologías son el modelo educativo o pueden reemplazar a la escuela con sus maestros (como lo estructuró «la secundaria del futuro»: 30 % del tiempo los docentes y 70 % las plataformas digitales) es tan ingenuamente estúpido como pensar que realmente el mundo empresarial corporativo esté «preocupado» por la educación desinteresadamente.

Y difícilmente los «clubes» y mucho menos las «parroquias», como aseguran los entrevistados, se puedan hacer cargo de la socialización del conocimiento, porque los primeros socializan a partir del deporte y el esparcimiento y casualmente con el 62 % de los niños/as y jóvenes pobres, el club no debe ser un lugar muy visitado, tal vez algún club de barrio que haya podido sobrevivir a las obscenas tarifas de servicios; y no parece ser la parroquia muy apropiada para la socialización en el conocimiento, porque su tarea es la evangelización, por lo tanto es doctrinaria y para el grupo de fieles. Tal vez la «plaza», nombrada también por los entrevistados, sea uno de los lugares que todavía conserven la posibilidad de la socialización en la diversidad, pero no es un lugar muy seguro para debatir filosofía, por ejemplo, salvo que Sócrates renazca de las cenizas de Platón.

O los trabajadores y estudiantes puedan, en la protesta en la plaza, construir conocimiento sin la presencia del «palito de abollar ideologías» como decía Mafalda, el célebre personaje del genial Quino; o tal vez sin las tecnológicas pistolas taser, tan caras a la «seguridad» ministerial.

Como sea, los intentos de hacer desaparecer la escuela, lejos están del interés social y muy cerca del interés privado y sus interminables y geométricas vinculaciones.

Podemos seguir verificando que la Fundación Lúminis también tiene alianza con la Fundación SES, que también está preocupada por los jóvenes: «El Proyecto NOEMI tiene el objetivo de generar incidencia en las políticas públicas para la inclusión educativa y el acercamiento al mundo del trabajo de adolescentes y jóvenes de 16 a 24 años5

Sus «preocupaciones» son en vincular a los adolescentes y jóvenes al trabajo, por supuesto la preocupación es para que sean más adaptables y flexibles para, si tienen suerte, estar empleados en alguna de las empresas «aliadas y colaboradoras» de la fundación, como «Coca-Cola Femesa» o «Microsoft», entre otras; pero sobretodo Microsoft de Bill Gates, principal lobista contra la educación pública en Estados Unidos y promotor de las escuelas chárter como lo proponía también, hace unos 20 años, de cara a la charterización en la provincia de San Luis, el actual entrevistado, Mariano Nadorowski: «coordinador general del área de Educación de la fundación, explicó que cada escuela deberá garantizar los contenidos básicos comunes nacionales y el plan de estudios provincial. El Estado controlará la gestión a través de una evaluación pedagógica y una auditoría financiera y administrativa que está en proceso de creación.«6 La fundación a la que se refiere es, Gobierno y Sociedad, presidida por el economista Miguel Angel Broda, con la dirección de Antonio Cicconi, egresado de la Escuela de Educación de Harvard.

Ese es el proceso de privatización y por qué no de invasión en la educación pública, la charterización, asociaciones privadas que se hacen cargo de las escuelas públicas, recibiendo los dineros públicos y gerenciándolas de manera privada, seleccionando matrícula y reclutando docentes por afinidad ideológica y por contrato sin estabilidad laboral. Es decir que lo que tienen de públicas es la infraestructura y los dineros y gratuita para los alumnos que se encuadren dentro del perfil de la asociación gerenciadora.

El breve recorrido que realizáramos en este artículo es una pequeña muestra más del avance de los intereses privados, vía fundaciones y ong siempre vinculadas con el mundo empresarial corporativo en todas sus variantes y con la participación de la pléyade de especialistas que trabajan para ellos, algunos desde los inicios de la mal llamada reforma educativa a la que deberíamos llamar «proceso de reorganización escolar», porque de lo que se trata es de una política extractiva más y la desposesión como consecuencia ya conocida.

Lo que debe quedar claro es que no se trata de no poner en debate la escuela, es más, no sólo la escuela es lo que debe entrar en debate, es todo el sistema educativo (para no abundar), ese sistema vertical, autoritario que ningún reformador cuestiona. Parece ser que el problema es el último eslabón de una cadena esquizofrénica de «mandatos», donde además se incorporan las organizaciones privadas para «indicar» el «deber ser». Es decir, las políticas a aplicar en un Estado privatizado de orden colonial, donde la influencia de los mercaderes y/o funcionarios gubernamentales se intercambian para responder a los intereses de las minorías que traman nuestro destino.

La revolución educativa no está en la tecnología, está en un sistema público de educación pensado desde los que lo hacen, los educadores, los docentes. Las políticas, los modelos pedagógicos y las prácticas didácticas no pueden estar definidas por multimillonarios, dueños de corporaciones, ni por los conservadores y obsoletos organismos internacionales, ni por economistas titulares de fundaciones financiadas por empresarios o bancos mundiales o el Departamento de Estado de los Estados Unidos o los coloniales funcionarios que cuando dejan el cargo se alinean en fundaciones corporativas o universidades privadas para continuar su peregrinación por los sitios que brindan la colonialidad segura.

Irrumpir para quebrar la colonialidad del poder ya se transforma en una urgencia por una batalla cultural contra el pensamiento único de los reformadores, de lo contrario, también habremos canjeado el territorio simbólico del conocimiento, por una plataforma digital y la era de la postsophia habrá ganado la partida.

Notas:

1 https://www.infobae.com/educacion/2019/03/09/la-escuela-no-existio-siempre-y-puede-dejar-de-existir-por-sus-limitaciones/ 09-03-19

2 http://pansophia.org/que-es/

3 http://www.fundacionluminis.org.ar/tag/pansophia-project

4 http://ie.org.ar/2018es/avada_portfolio/quienes-somos/

5 http://www.fundses.org.ar/es/lineas-de-accion/educacion

6 www.lanacion.com.ar/164372-debutan-en-san-luis-los-colegios-charter

NOTA: pueden seguir ahondando el tema de la desposesión educativa en mis artículos publicados en los siguientes portales: «ContrahegemoníaWeb»; «Rebelión.org » y «Otras Voces en Educación».

Y en el libro: La educación en la era corporativa que próximamente, será publicado, en un esfuerzo editorial, por «Ediciones Herramienta» y «Contrahegemonía«.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.