Otra vez perdieron la apuesta, quienes estaban convencidos que las reglas del neoliberalismo siguen rigiendo entre los países de esta parte del mundo. Se equivocaron los sesudos analistas, quedaron chasqueados los negociadores que ponen precio a todo, no pudieron ni hablar los voceadores del enfrentamiento. Entre los presidentes Lula y Evo, pactaron la recompra de […]
Otra vez perdieron la apuesta, quienes estaban convencidos que las reglas del neoliberalismo siguen rigiendo entre los países de esta parte del mundo. Se equivocaron los sesudos analistas, quedaron chasqueados los negociadores que ponen precio a todo, no pudieron ni hablar los voceadores del enfrentamiento. Entre los presidentes Lula y Evo, pactaron la recompra de las refinerías petroleras.
La lógica de los mercaderes reinó durante tanto tiempo -no sólo los treinta años del neoliberalismo-, que no conciben otra forma de entendimiento entre los países. Peor aún: están convencidos que, los acuerdos que se dan entre los presidentes de Bolivia y Brasil, así como con Venezuela, Argentina, Cuba y ahora Ecuador, están destinados al fracaso.
Sin embargo, cada paso que está dándose en ese sentido, los desmiente. No era posible firmar nuevos contratos con las empresas, porque éstas se irían; se firmaron y no se fueron. Era absurdo esperar que Argentina y Brasil pagasen más por el gas; están haciéndolo. Las refinerías sólo volverían a ser de Bolivia, si se pagaba lo que Petrobras pedía; se pactó un precio moderado.
Una nueva dimensión
Ha comenzado a construirse una estructura distinta de reracionamiento entre los países de esta parte del continente americano. Hace unos años, cuando se proclamó la aspiración a formar la Comunidad Sudamericana de Naciones, en los centros de poder se hicieron gestos de sorna; era previsible que, aquella declaración, no fuese más que otra utopía cocida al calor de un entusiasmo momentáneo.
Pero, cuando se proclamó el ALBA en Caracas y luego el TCP en La Paz, que se unieron y comenzaron a funcionar en La Habana, se mostró gestos preocupados. Luego viene Bancosur, cuya función será sustituir a esos mecanismos que, a título de promover el desarrollo de estos países empobrecidos, de hecho nos imponen políticas dispuestas por los estados poderosos.
Y vamos tejiendo lazos. La comunicación es un arma poderosa. Durante los años ’60 y ’70 pasados, se hizo un gran esfuerzo mundial, demostrando que el poder económico de los países centrales, tenía su correlato en la comunicación. Esto se demostró mediante el conocido «Informe McBride» que decidió preparar nada menos que UNESCO. Pero, cuando el informe postuló un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación, Estados Unidos e Inglaterra se retiraron del organismo y no volvieron hasta que cambió su secretario general y el informe fue proscrito.
Pero los frutos de esa lucha, aparecen ahora en un sistema de televisión, TELESUR, que nos da la posibilidad de conocer nuestra realidad con nuestros propios ojos. Ya no son las agencias transnacionales ni los canales estadounidenses, que nos dan su visión del mundo.
Pequeños pasos, grandes avances
Es cierto que nadie puede cantar victoria, sin haberla obtenido. Lo que nuestros países están haciendo ahora, es apenas dar pequeños pasos. Pero, para nosotros, son grandes avances.
El acuerdo entre los presidentes Lula da Silva y Evo Morales devolvió las refinerías a su origen. No es como un trofeo. Es una herramienta con la cual será posible el programa de industrialización de nuestros recursos. Ya no se trata sólo de fabricar aceites y aditivos. Lo que se intenta es incorporar valor agregado a toda la materia prima que sale de nuestros campos petroleros. Extraer los líquidos que el gas contiene, antes de venderlo a Brasil o Argentina. Producir el diésel que se requiere para disminuir las importaciones y terminar cubriendo por completo los requerimientos internos.
Lo principal es «sembrar petróleo». En otros términos: que el gas -nuestra principal riqueza actual- llegue a todos los hogares y, básicamente, sea la raíz de un proceso de industrialización. Debe ser también elemento fundamental para el desarrollo del campo. Agricultura y ganadería requieren de energía que debe ponerse al servicio del programa de soberanía alimentaria.
Estas son condiciones que, ahora, se hallan al alcance de los bolivianos. La política del gobierno de Evo Morales y el apoyo de los países amigos, están haciendo lo posible en tal sentido.
Las razones del nuevo entendimiento
Es posible que los analistas, negociadores y voceros del mercado libre, no logren comprenderlo. Pero es bueno reiterarlo, para ellos y para nosotros mismos, quienes creemos que la sociedad puede y debe mejorar. El primer paso es poner en su lugar el término «mercancía». No todo es objeto del mercado; hay elementos que son imprescindibles para la vida del ser humano y no deben ser materia de oferta y demanda. Todos tendrán acceso a ellos y mientras eso no sea así, ninguna economía podrá funcionar correctamente.
Los lujos, los artículos suntuarios, tales son los objetos del mercado. Aunque, por cierto, es un absurdo que alguien gaste cinco mil dólares en un reloj o se compre un calzado en 500 dólares para lucirlo una noche.