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El rescate en Chile en el espejo de otros mineros sepultados y nunca rescatados

Pasta de Conchos: una herida abierta a la luz de Atacama

Fuentes: Rebelión

Son dos gobiernos latinoamericanos, ambos son de derecha y neoliberales. Sin embargo, la diferencia de actitudes es escandalosa ante la tragedia de los mineros que quedaron atrapados en las profundidades de la tierra.El trabajo de la minería en América Latina, históricamente, ha sido uno de los más peligrosos y más castigados para quienes lo realizan. […]

Son dos gobiernos latinoamericanos, ambos son de derecha y neoliberales. Sin embargo, la diferencia de actitudes es escandalosa ante la tragedia de los mineros que quedaron atrapados en las profundidades de la tierra.
El trabajo de la minería en América Latina, históricamente, ha sido uno de los más peligrosos y más castigados para quienes lo realizan. La necesidad de los grandes capitales de extraer la mayor cantidad de minerales al más bajo costo provoca, no sólo que los salarios de mineros sean de los más bajos, sino que sus condiciones de trabajo sean las más extremas. Muchas veces no cuentan con el equipo y la tecnología que aseguraría mejores condiciones laborales, ni se invierte en la infraestructura que garantizaría mayor seguridad a los trabajadores. El propio desierto de Atacama está poblado de cruces que se han ido acumulando a lo largo de 500 años de explotación del pueblo chileno. Los accidentes pueden ser prevenidos y controlados, pero para eso es necesario hacer inversiones, y los voraces empresarios de la minería prefieren quedarse con todas las ganancias.

La conmoción pública que provocan accidentes tan aparatosos y la discusión que generan en torno a la responsabilidad de los poderosos acerca de la vida de los trabajadores, fueron aprovechadas por el gobierno de Piñera, en Chile, para desplegar una campaña de medios que debía incluir, forzosamente, el rescate epopéyico de los mineros, de modo que tanto la empresa como el gobierno salieran bien librados en términos de popularidad. Así, el mundo siguió paso a paso los meses de trabajo para rescatar a los 33 mineros, con especial atención en el último momento.

No se puede escatimar en lo más mínimo el ánimo de fierro de los mineros atrapados que muestra lo mejor de la clase trabajadora, ni la buena noticia de su rescate, ni las implicaciones que esta acción tiene en el estado de ánimo de los trabajadores mineros y del pueblo chileno. Aun así, es muy importante no encumbrar a Piñera como apóstol de los derechos de los trabajadores. El tiempo se encargará de demostrar cuál es su verdadera política laboral, ya fuera de los reflectores.

Vista desde nuestro país, la experiencia chilena pone en evidencia el desinterés, la ineptitud y la cobardía de quienes se han apoderado de México. En la tragedia de 2006 en la mina Pasta de Conchos, el gobierno y la empresa Minera México, de Germán Larrea (uno de las cinco personas más ricas de este país), decidieron simplemente abandonar a los trabajadores en el fondo de la mina y dejarlos morir.

Las condiciones laborales de Minera México son de las peores del mundo en cuanto al trabajo minero. No tienen equipo de rescate, no existen estructuras de contención, en varios tramos de la mina ni siquiera se han hecho mapas, ya que esperaban acabar de explotar las vetas antes de que fuera necesario hacer una evaluación. Todas las normas eran violadas con el aval del gobierno federal. Los propios mineros habían alertado sobre el creciente riesgo de un accidente, antes de que 65 de ellos quedaran sepultados. Suspendieron el rescate a los cinco días, mediante la mentira de que la calidad del aire hacía imposible descender y que no había posibilidad de que hubiera ningún cuerpo, todos estarían pulverizados… a pesar de que la estructura no se había caído en la parte en que estaban trabajando los mineros.

Cuatro años después, sabemos que salieron dos cuerpos completos, ni siquiera quemados y fuera de su lugar de trabajo. Estaban vivos y así los dejaron, morir de asfixia. De haber existido la voluntad de salvar a los mineros, se hubiera podido encontrar la tecnología adecuada para hacerlo, como demuestra la experiencia chilena. Los ingenieros rescatistas estaban a 100 metros de los mineros cuando Germán Larrea logró suspender el rescate, apoyándose en el criterio de unos peritos internacionales contratados por él para que dijeran lo que convenía a sus intereses. Después de ello, simplemente clausuraron la mina sin ningún aval legal; la razón: un grupo de poderosos ocultando un crimen.

Hay culpables, asesinos que sigue no sólo libres, sino gobernando y decidiendo los destinos de los trabajadores. Ellos y los voraces empresarios multimillonarios son los culpables tanto de las condiciones infernales de trabajo de los mineros, como del abandono después de la tragedia.