El gobierno federal está empeñado en echar gasolina al fuego. Mientras más trata de engañar y apaciguar la indignación del pueblo por el gasolinazo, más enfada a la gente. En su reciente «Mensaje a la Nación con motivo del inicio de año 2017», se trata al pueblo como un ignorante y berrinchudo, que no entiende […]
El gobierno federal está empeñado en echar gasolina al fuego. Mientras más trata de engañar y apaciguar la indignación del pueblo por el gasolinazo, más enfada a la gente. En su reciente «Mensaje a la Nación con motivo del inicio de año 2017», se trata al pueblo como un ignorante y berrinchudo, que no entiende la situación mundial de los hidrocarburos, y que no se da cuenta de que el gobierno federal subió el precio de la gasolina ¡para proteger a los más pobres! ¡Vaya cinismo!
Asegura Peña que «comprende el enojo» de la población, pero que no hay vuelta de hoja en los gasolinazos que ha empezado a recetarnos, pues el aumento corresponde con la situación internacional de los hidrocarburos, y «no se debe a la reforma energética», «ni a un aumento de impuestos».
Miente descaradamente. Por supuesto que la debilidad del sector energético mexicano se debe a la reforma energética y al conjunto de políticas neoliberales aplicadas en ese sector, a la quiebra artificial de Pemex, a la ausencia total de inversión pública en la construcción de refinerías nacionales y a la reciente entrega de la riqueza petrolera al capital privado, principalmente extranjero, objetivo fundamental de esa reforma.
Miente porque los mismos patrones de la Coparmex han señalado que casi el 40% del precio de las gasolinas en nuestro país, está relacionado con los impuestos que recibe el gobierno por esos productos. Así que tienen una posibilidad inmediata de revertir esos aumentos independientemente del precio internacional.
EPN nos explica en su mensaje que en el último año «la gasolina subió cerca de 60%» en el mercado internacional, lo que «nos afecta directamente, porque México importa más de la mitad de los combustibles que consumimos», se trata, dice el cara dura, «de un aumento que viene del exterior». ¡Pero cómo! Es como si el dueño de los huevos de oro terminara comprando oro encarecido del extranjero.
¿Cómo un país petrolero como el nuestro llegó a esta situación? Hay que tener claro que un aumento en los precios de la gasolina y el petróleo no debería afectar negativamente a una nación con tanta riqueza en hidrocarburos como la nuestra, al contrario, debiera beneficiarla pues al vender más caros estos productos, el ingreso nacional aumenta. Pero las políticas gubernamentales aplicadas desde hace años y rematadas por este gobierno peñanietista con su reforma energética, ha desmantelado a toda la industria energética mexicana.
El argumento de los precios internacionales lo usan cuando les conviene. ¿Por qué en 2014, 2015 y 2016 no bajó el precio de la gasolina para los mexicanos si el precio de los hidrocarburos a nivel internacional anduvo por los suelos? En lugar de disminuciones, lo que tuvimos fueron aumentos mensuales en el precio de las gasolinas de PEMEX.
La crisis energética que hoy usan como argumento para asegurar que debemos resignarnos a la espiral inflacionaria que ya está desatando este primer gasolinazo, la generaron ellos, y como siempre, pretenden que la paguemos nosotros aguantando con los brazos cruzados que el nivel de vida de un pueblo ya de por sí castigado, se desplome aún más.
Es un argumento tramposo, decir que 60 millones de los mexicanos más pobres sólo consumen el 15% de gasolina, y el 10% más rico consume 40% de la gasolina, por lo que el aumento perjudica menos a los más pobres. Los precios de la gasolina y la electricidad (que también acaba de subir) afectan a los precios de todos los productos, porque son insumos que se usan en la producción, transporte y comercialización de todos los productos. La ola inflacionaria que esto va a desatar ya ha empezado a sentirse en varios estados. Lo único que no aumenta es el salario. ¡Por supuesto que todo subirá, y la más castigada será la ya precaria economía familiar!
Quieren chantajearnos, diciendo que si no aceptamos el incremento, se podrían recortar los programas sociales, subir impuestos o aumentar la deuda; paralizar todos los servicios del seguro social, interrumpir dos años completos el programa «Prospera», o tres años el seguro popular. «¿Qué hubieran hecho ustedes?» pregunta Peña, como si no hubiera otra opción.
¡Sí hay otra opción! La opción de distribuir de otra manera los recursos que producimos los millones de mexicanos para beneficio de las grandes masas de empleados y trabajadores. La opción de quitar impuestos en los productos que más afectan la economía de los hogares, y aumentarlos a las grandes ganancias de los dueños del dinero. La opción de hacer un cambio en la orientación económica del país, construir refinerías y avanzar en la soberanía energética.
El país es rico y sí hay recursos, el problema es cómo se distribuyen y cómo se lo roban. Por sólo mencionar tres ejemplos: ocho exgobernadores acusados de corrupción y lavado de dinero, entre otras perlas, incrementaron la deuda de sus estados en más de 180 mil millones de pesos en conjunto, durante los últimos 4 años, robando la mayor parte y cargando la deuda a la población. Entre 2015 y 2016 Peña Nieto perdonó a 15 empresas el pago de impuestos por, al menos, 15 mil millones de pesos (en conjunto), de acuerdo a informe de Fundar elaborado con datos oficiales. El puñado de empresas trasnacionales beneficiadas por las «reformas estructurales», acumulan jugosas ganancias que sumaron 18 mil 500 millones de pesos en tan sólo los últimos tres meses, gracias a los contratos con el gobierno federal
¡Sí se puede y se debe revertir el gasolinazo! En este país hay recursos suficientes para subsidiar los productos que consume el pueblo que paga impuestos, pero eso no lo hará el gobierno por voluntad propia. Podemos lograr precios razonables y accesibles de la gasolina, el gas y la electricidad, así como los productos de la canasta básica.
Pero para ello tendremos que desarrollar un amplio movimiento popular, bien organizado y cada vez más fuerte. Un movimiento dirigido por asambleas populares en las que se fortalezcan los lazos de unidad y se decidan las acciones a tomar. Un movimiento unificado. La unidad es posible, pero entre los que luchan y no la falsa unidad a la que llama EPN.
Finalmente, sobre el segundo reto generado por la llegada del nuevo gobierno de Estados Unidos, Peña asegura que «refrendaremos los sentimientos de amistad con el pueblo norteamericano» y se fortalecerán las relaciones entre los dos países. Lo cierto es que la reaparición en el gabinete de Luis Videgaray, quien orquestó la visita de Donald Trump a México cuando era candidato a la presidencia de EU, lo que augura es que la línea del gobierno mexicano será la de buscar que Trump nos perdone la vida, es decir, la línea de la sumisión y el entreguismo, de agachar la cabeza frente al imperio.
Basta de engaños, todos a luchar pare revertir esta atroz medida. Detengamos la liberalización de los combustibles, cerremos el paso a las provocaciones del gobierno para amedrentar la protesta social. Es indispensable organizarse en asambleas, asistir a las movilizaciones y unirnos a otros sectores.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.