El 25 de enero, Bolivia corrió a las urnas para aprobar, la nueva Constitución Política del Estado (CPE), dificultosamente elaborada por constituyentes y ajustada en el Congreso Nacional, para gusto de unos y disgusto de otros. En nuestro país, desdichadamente, todo pasa y nada pasa, como lamentaba en el pasado uno de nuestros políticos. La […]
El 25 de enero, Bolivia corrió a las urnas para aprobar, la nueva Constitución Política del Estado (CPE), dificultosamente elaborada por constituyentes y ajustada en el Congreso Nacional, para gusto de unos y disgusto de otros. En nuestro país, desdichadamente, todo pasa y nada pasa, como lamentaba en el pasado uno de nuestros políticos.
La CPE está aprobada, según las reglas del juego. Las minorías, tienen la obligación de someterse a las mayorías. Pero, como en Bolivia «todo pasa», ya surgieron las voces de quienes no reconocen una tercera derrota en solo tres años.
Tras los resultados, los perdedores, comenzaron a tejer nueva teoría sobre un supuesto «empate técnico». Nuevamente la visión de las dos Bolivia, otra vez el respeto a las regiones que votaron por el NO.
Grupos y logias interesadas, no entienden que la votación fue nacional, no por circunscripciones, departamentos o regiones. Los resultados, tienen validez nacional, aunque el SI, hubiera ganado por un solo voto.
A los sectores oligárquicos, no les cuece la derrota democrática. Y no les gusta, porque desde el inicio de la república, vivieron arriba, en el mando del Poder, sin bajar para nada a mirar que grandes sectores vivían en una pobreza espantosa.
En los últimos treinta años, gobernaron primero con las dictaduras militares y luego recuperada la democracia, éstos la convirtieron en «democra-dura» , para seguir saqueando los bolsillos del Estado, manejando la cosa pública con puño duro, obstaculizando todos los procedimientos verazmente democráticos, para mantener sus privilegios y distribuir únicamente la pobreza.
Con la teoría del «empate técnico», cualquier día el equipo de Oriente Petrolero, vencerá a Blooming por tres goles a dos y los perdedores reclamarán empate técnico, no admitirán perder por un solo gol, se exigirá respetar los dos goles encajados, por tanto Oriente Petrolero no podrá llevarse los tres puntos así nomás, habrá que negociar para que ceda por lo menos un punto..¿verdad? .
Los respetuosos del juego verazmente democrático, esperan que los actuales gobernantes no sigan cediendo a las argucias de ese reducido pero poderoso sector oligárquico, acostumbrado a encumbrar Presidente al tercero en elecciones amañadas o a juntarse para usufructuar la «democracia pactada», con porcentajes no superiores al 20 y 30%.
Con los resultados del 25 de enero, terminaron dos centurias de equivocaciones, de racismo, pobreza y desigualdad. Algo, está terminando y mucho está comenzando en Bolivia en base a una Constitución aprobada por las mayorías. Así de claro.
Con el nuevo pacto social aprobado el domingo, el 20% de la población privilegiada, que posee el 80% de la riqueza y los medios de producción, tiene que ceder para equilibrar la posesión de la riqueza. Bolivia es rica y de ninguna manera su destino es la pobreza. El 25 de enero, los bolivianos han firmado el nacimiento jurídico del Nuevo Estado, Bolivia finalmente se descoloniza y deja de ser víctima de cinco siglos de opresión. Eso es lo que está pasando.
Termina el latifundio
Si algo está terminando en Bolivia, es el latifundio. Esto es lo que más le duele a las castas privilegiadas. El referendo del 25 de enero, decidió mayoritariamente que nadie debe poseer más de 5.000 hectáreas .
Esta es la verdadera razón para el surgimiento de oposiciones, pedidos de concertación y reconocimientos a los sectores votantes por el NO. ¿Algo está terminando?, claro que sí, está terminando la era de los crueles hacendados con pongos y esclavos. Está terminando el latifundio improductivo, inexistente ya en otras latitudes del mundo.
Quienes asaltaron miles de hectáreas al amparo de gobiernos de la democra-dura, están alarmados, porque la justicia social les pisa los talones. El nuevo Estado, beneficiará a las mayorías, sin duda. Los minoritarios, quedaron huérfanos con la salida de su principal mentor, el exembajador Philip Goldberg. Y ahora lo están más, con el cambio de los republicanos por los demócratas en Estados Unidos.
Millones de campesinos e indígenas, sin tierra, podrán recuperarlas para producir alimentos con el respaldo de créditos provenientes del Banco Sur, ALBA, CAF y el ahorro interno. La justicia social, será posible si la nueva carta magna, es aplicada para privilegiar a los más pobres que estuvieron vendiendo únicamente su fuerza de trabajo.
Los que unen y los subversivos
El nuevo pacto social está aprobado, pero el camino no se presenta fácil, los opositores minoritarios, pero con mucho poder económico, seguirán en su empeño por descarrilar la proyección de nueva sociedad visualizada por la mayoría de los bolivianos.
Estos sectores, son muy capaces de volver a las calumnias y la violencia para buscar la fragmentación del país entre oriente y occidente, en aplicación de sus dudosas dos visiones. Estos sectores están reclamando, «confederación» de las dos Bolivia, en otras palabras siguen empeñados en el separatismo, siguen en la subversión.
Los que unen, tendrán que enfrentar a los subversivos que no aceptan ninguna legalidad. La Bolivia que predica unidad, tendrá que hacer ver a los otros su cansancio por la violencia y que es hora de hacer cumplir la ley.
Subversivos como el «cadáver político», Jaime Paz Zamora, tienen que ser aislados rápidamente. Paz Zamora, que rara vez abandona su afición al alcoholismo, reapareció proponiendo el separatismo de Tarija con la estructuració n de un gobierno departamental, blindado ante la nueva Constitución.
«Muertos políticos» como éste, están aterrorizados ante la nueva Constitución, pero sobre todo ante la pronta aprobación de la ley que permitirá investigar las fortunas mal habidas. Para «blindarse» ante esta posibilidad, no dudarán en llegar al separatismo como la propuesta que acaba de lanzar. No son pocos los de esta casta.
Pese a todo, la «Nueva Bolivia», está vigente, sólo falta ponerla en marcha acelerada con la aprobación de nuevas leyes. A todos nos toca empujar el carro, porque finalmente es nuestro.