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Tres mujeres que llevan un mes en huelga de hambre

Peregrinando para abrir los siniestros archivos de las dictaduras militares

Fuentes: www.econoticiasbolivia.com

Desde abajo y con la sencillez de los que se han codeado con el dolor y la injustica, las organizaciones defensoras de los derechos humanos de Bolivia han comenzado a tejer un manto de solidaridad con las tres mujeres que llevan un mes en huelga de hambre, peregrinando para abrir los siniestros archivos de las […]

Desde abajo y con la sencillez de los que se han codeado con el dolor y la injustica, las organizaciones defensoras de los derechos humanos de Bolivia han comenzado a tejer un manto de solidaridad con las tres mujeres que llevan un mes en huelga de hambre, peregrinando para abrir los siniestros archivos de las dictaduras militares y así dar con el paradero de más un centenar de desaparecidos políticos.


En solitario, Marta Montiel, Olga Flores Bedregal y Hortensia Gutiérrez de Flores habían emprendido a principios de mayo la batalla para hallar los restos de sus seres queridos y un poco de paz, con una huelga de hambre que interpela y pone a prueba el compromiso del gobierno del presidente indígena Evo Morales contra la impunidad y la injusticia.


Tras un mes de huelga, el manto solidario comienza a emerger desde el altiplano.

«Apoyamos a estas tres hermanas que hacen huelga de hambre, pidiendo les atiendan porque sabemos que son mujeres mayores, entonces su salud está en peligro», dice una nota de la Asamblea de Derechos Humanos de la altiplánica población de Omasuyos.


 «¿Por qué las autoridades no respondieron a estas hermanas cuando tenían tiempo?, ¿será que todavía hay funcionarios que son llunkus (serviles) de los neoliberales que hacen tropezar el proceso de cambio y continúan discriminando a las personas que lucharon y dieron su vida?, cuestionan Franz Mamani y David Inka desde la Asamblea de Omasuyos.


Cobrando distancia de aquellos que le han dado la espalda a la lucha de estas tres mujeres para «no molestar» al gobierno de Morales ni enturbiar su muy buena relación con los mandos militares, que hasta hace menos de una década masacraban y disparaban impunemente contra el pueblo, la Asamblea de Omasuyos ha sido clara: «como institución que defiende los derechos humanos no podemos ser parte de la impunidad, la injusticia y la discriminación. Por tal motivo es que nos manifestamos para no ser consideramos cómplices o encubridores de la impunidad con nuestro silencio».


Otros que no han callado son los activistas de la Asamblea de Derechos Humanos de El Alto. «Lamentamos que tres mujeres hayan tomados esta sublime actitud, pero entendemos que es un método de lucha contra la injusticia, la impunidad y la discriminación. Reiteramos nuestro pleno apoyo de todos los militantes de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de El Alto, a la huelga de hambre de estas tres mujeres que solo piden reencontrarse con sus seres amados», dice la presidente de la liga humanista Juana Cabrera.


Estos gestos solidarios contrastan, sin embargo, con la actitud de otras organizaciones que han preferido mirar hacia otro lado y han optado por acompañar las gestiones del presidente Evo Morales y del Alto Mando Militar, que han asegurado que en manos militares no hay «archivos clasificados» de las dictaduras y menos de los desaparecidos.


La promesa gubernamental, hecha pública por el viceministro Sacha Llorenti para comenzar abrir este martes los archivos secretos del Estado Mayor del Ejército, quedó en nada, y tanto el Alto Mando Militar, los ministros de Estado y organizaciones humanitarias se limitaron a conformar una comisión que se trazó la tarea de encontrar los secretos de las sangrientas dictaduras muy lejos de los recintos militares, muy lejos de los centros de tortura y de fusilamiento.


Por ello, no es casual que las tres huelguistas no crean en las promesas y acciones gubernamentales. «Los documentos de la dictadura que pueden facilitar pautas para dar con los restos de los desaparecidos se encuentran en la Sección II del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y para acceder a ellos se necesita una orden presidencial de desclasificación», le dijo ayer Olga Flores al matutino La Razón.


Esta tarde, en conferencia de prensa, las tres mujeres huelguistas dirán otra vez su verdad, aquella que en Bolivia casi todos conocen, pero que, por ahora, muy pocos se atreven a luchar por ella. El manto de solidaridad que ha comenzado a tejerse desde el altiplano intenta que sean más los que luchen contra la impunidad y la injustica. «La sangre de nuestros muertos no se negocia», han dicho desde Omasuyos.