Presentó sus cartas credenciales ante el presidente Evo Morales el pasado 13 de octubre; pero tres meses antes de su arribo a Bolivia, cuando aún se encontraba en Pristina desempeñándose como jefe de la misión de Estados Unidos en Kosovo, ya se decía que el nuevo Embajador norteamericano designado por George Bush para este país andino, Philip Goldberg, vendría para tomar partido en el proceso separatista que comenzaba a gestarse en pos de horadar al régimen boliviano.
El 13 de julio del 2006, el periodista de El Deber de Santa Cruz Leopoldo Vegas publicó un reportaje indicando que «en criterio de tres politólogos consultados después de conocer la decisión de la Casa Blanca, la experiencia que adquirió Goldberg en la región del este europeo donde se produjeron luchas étnicas después de la separación de la ex Yugoslavia puede ser utilizada en Bolivia, en ocasión de los cambios que pretende introducir el actual Gobierno».
Uno de los entrevistados por Vegas fue el académico Róger Tuero, ex director de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma René Gabriel Moreno (Uagrm) de Santa Cruz, quien asegura que los perfiles de cada embajador son determinantes para la diplomacia estadounidense. «No es por azar que este señor es trasladado de Kosovo a Bolivia», señaló Tuero.
El embajador Goldberg es hoy uno de los principales sustentos políticos y logísticos del todavía Prefecto de Cochabamba Manfred Reyes Villa, quien gestó la peor crisis étnica, social, regional e institucional de la que nunca se tuvo memoria en la historia republicana de Bolivia.
¿Quién es Philip Goldberg?
De acuerdo al currículum vitae distribuido oficialmente por la Embajada de Estados Unidos en La Paz, Philip Goldberg participó desde los comienzos de la guerra civil yugoslava que estalló en la década de los noventa, hasta la caída y enjuiciamiento del presidente serbio Slobodan Milosevic.
Entre 1994 y 1996 se desempeñó como «oficial de escritorio» del Departamento de Estado en Bosnia, coyuntura en la cual estalló el conflicto entre los separatistas albaneses y las fuerzas de seguridad serbias y yugoslavas.
En ese mismo periodo se desempeñó como Asistente Especial del Embajador Richard Holbrooke, quien fue artífice de la desintegración de Yugoslavia y la caída de Milosevic. «En ese último cargo» -informó la Embajada- «fue miembro del equipo negociador estadounidense en la preparación de la Conferencia de Paz de Dayton y Jefe de la Delegación Estadounidense en Dayton».
El Embajador Goldberg fue también funcionario político y económico en Pretoria, Sudáfrica, posteriormente funcionario consular y político en la Embajada de Estados Unidos en Bogotá, Colombia, donde comenzó a interesarse en la política latinoamericana.
Tras ejercer el cargo de Ministro Consejero de la Embajada de Estados Unidos en Santiago de Chile del 2001 al 2004, Goldberg retornó a los Balcanes para dirigir la misión estadounidense en Pristina, capital de Kosovo, desde donde apoyó el enjuiciamiento en el Tribunal de La Haya del ex dictador Milosevic (fallecido el 11 de marzo del 2006).
De Kosovo a Bolivia
Antes de su traslado a Bolivia, Goldberg trabajó desde Kosovo para la separación de los Estados de Serbia y Montenegro, que se produjo en junio del año pasado como el último resabio en la desaparición de Yugoslavia.
La desaparición de Yugoslavia se desarrolló durante una sangrienta década de guerra civil gestada a partir de procesos de «descentralización» y «autonomías» que se impusieron finalmente con la intervención militar norteamericana y la presencia de tropas de la OTAN y la ONU que ocuparon los Balcanes para pacificar esa región.
La guerra civil yugoslava tuvo como rasgo principal la llamada «limpieza étnica» que consistió en la expulsión y aniquilación de los tradicionales grupos étnicos que componían los territorios de Yugoslavia. El más cruel de este exterminio racial se produjo entre serbios y croatas.
Bolivia, a sólo tres meses de la llegada del Embajador Goldberg, comienza a sufrir un exacerbado proceso de racismo y de autonomías separatistas, como en los Balcanes, que se gestaron desde la ciudad oriental de Santa Cruz, donde gobierna una élite integrada, entre otros, por empresarios de origen croata que crearon un movimiento federalista denominado «Nación Camba».
Uno de los principales líderes cruceños de aquel movimiento separatista es el empresario agroindustrial y socio de capitalistas chilenos Branco Marinkovic, quien asumirá el próximo mes de febrero la conducción del Comité Cívico de Santa Cruz, ente que motoriza este proceso ejerciendo presión movilizada contra el gobierno de Evo Morales.
La autonomía separatista
La «Nación Camba» de Marinkovic arrastra junto a Santa Cruz a los departamentos de Beni, Pando y Tarija (donde se encuentran los mayores reservorios de gas natural en Bolivia), cuyas poblaciones votaron a favor de las autonomías departamentales en un referéndum celebrado en julio del año pasado, conformando la llamada «media luna» que representa la mitad oriental del país.
Los departamentos occidentales de La Paz, Chuquisaca, Potosí, Oruro y Cochabamba votaron por el No a esa autonomía, manteniendo su vinculación directa con el gobierno central de Evo Morales y separados en los hechos de los cuatro departamentos autonómicos de la «media luna».
Este separatismo «autonómico» -que deberá ser reconocido por la nueva Constitución Política del Estado en virtud a una Ley de Vinculariedad con la actual Asamblea Constituyente- se agravó con una decisión improvisada por el gobierno del ex presidente Carlos Mesa, en el 2004, cuando la «Nación Camba» había presionado mediante cabildos y huelgas cívicas para la elección en urnas de Prefectos (gobernadores departamentales). Anteriormente los prefectos eran designados directamente por el Presidente de la República manteniendo la unidad del Poder Ejecutivo, atribución que no podrá ejercer el nuevo presidente Evo Morales quien se ve obligado a gobernar casi en forma separada de los cuatro prefectos autonómicos.
En Cochabamba, Departamento que se halla exactamente al centro entre oriente y occidente -y donde comenzaba a gestarse una alternativa integradora al separatismo con el planteamiento de autonomías megaregionales en vez de las autonomías departamentales- su prefecto Manfred Reyes Villa, abusando su condición de autoridad electa, pretendió desconocer los resultados del Referéndum del 2 de julio y forzar ilegalmente una nueva consulta para anexar Cochabamba a la «media luna», rompiendo el frágil equilibrio entre autonómicos y no autonómicos.
La razzia de Cochabamba
Pese a ser cosa juzgada en las urnas, Reyes Villa trató de forzar la realización de un nuevo referéndum autonómco para unir Cochabamba con Santa Cruz, movilizando a los sectores urbanos más conservadores de la sociedad cochabambina.
El movimento popular y sobre todo las organizaciones agrarias e indígenas de las 16 provincias de este Departamento, que venían exigiendo una cogestión campesina en la administración prefectural ante la forma excluyente, prebendal y corrupta con que Reyes Villa gobernaba desde la ciudad de Cochabamba (capital del Departamento), llegaron aquí para exigirle al Prefecto una rectificación de su política.
Más allá de atender el justo reclamo de las provincias, Reyes Villa promovió la organización de grupos fascistas juveniles, asesorados por la Unión Juvenil Cruceñista que opera en Santa Cruz, con el objetivo de «expulsar a los indios de la ciudad». Así estalló la jornada trágica del 11 de enero, el pasado jueves, cuando se suscitó una violenta razzia que culminó con dos muertos y 120 heridos de gravedad, en su mayoría campesinos. Tras los luctuosos hechos, la Plaza 14 de Septiembre (sede de la Prefectura y símbolo del poder departamental) ha sido ocupada por más de 50.000 indígenas provenientes de las 16 provincias exigiendo la renuncia de Reyes Villa.
El día en que miles de «hijitos de papá» perpetraron aquella la razzia armados con cachiporras, bates de béisbol, palos de golf, tubos de fierro e incluso armas de fuego, Reyes Villa abandonó la ciudad y se dirigió a La Paz para reunirse con los cuatro prefectos autonómicos y con personeros de la Embajada norteamericana.
Pese a que el gobierno abrió todos los espacios de diálogo posibles, Reyes Villa se negó sistemáticamente a concertar con los representantes provinciales, «autoexiliándose» en Santa Cruz, desde donde pretende hoy convertir el problema en un explosivo conflicto nacional, amenazando contra la estabilidad y la democracia de este país presidido por un indígena.
La CIA y Reyes Villa
La influencia de la CIA y del embajador Goldberg en la conducta política de Reyes Villa (un ex capitán de Ejército ligado a las dictaduras de Banzer y García Meza) es inequívoca.
El prefecto separatista ha impedido sistemáticamente la solución pacífica del conflicto y su entorno desarrolla una sañuda campaña desinformativa que busca crear las condiciones para un enfrentamiento a escala nacional.
La Embajada norteamericana está desplegando una logística de adoctrinamiento colectivo en contra de la emergencia indígena, promoviendo un odio racial y separatista que se hizo patente en la jornada del 11 de enero, en concomitancia con organizaciones empresariales como la Cámara de Industria y Comercio (Cainco) de Santa Cruz, que apoya abiertamente a Reyes Villa y sus «asesores».
Pero la injerencia norteamericana durante este conflicto no solamente se produce desde el frente ultraderechista, sino también mediante infiltraciones en el propio gobierno del MAS.
El pasado fin de semana el matutino La Razón de La Paz publicó una foto que revelaba el desvío de víveres y vituallas pertenecientes al organismo estatal de Defensa Civil (que son destinados a damnificados de desastres naturales) hacia las multitudes campesinas concentradas en la Plaza 14 de Septiembre.
Se estableció que un ex agente de la NAS (el órgano logístico y financiero de DEA norteamericana en programas antidroga) identificado como Juan Carlos Chávez, quien extrañamente oficiaba como asesor del Ministerio de Justicia, se inmiscuyó en Defensa Civil sin tener competencia para ordenar ese desvío de recursos estatales. La fotografía del hecho irregular tomada por extraños, fue curiosamente publicada por un medio de La Paz, distante a más de 650 kilómetros de Cochabamba. Chávez fue destituido en el acto y deberá aclararse cómo un ex agente de la DEA ejercía alta influencia desde el Ministerio de Justicia.
La campaña mediática de desprestigio contra la movilización indígena de Cochabamba es parte de una guerra sicológica al típico estilo de la CIA, y es un puntal en la estrategia separatista que encabeza desde Santa Cruz el todavía prefecto cochabambino Manfred Reyes Villa.
La balcanización de Bolivia parece estar comenzando.