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Elecciones en México

Polarización social e incertidumbre política

Fuentes: Rebelión

A dos meses de que se realicen las elecciones presidenciales y poco después de haberse producido el primer debate político entre los candidatos presidenciales el clima de incertidumbre crece en medio de una cada vez mayor polarización política. Esta situación parecería contradictoria con el panorama de una jornada electoral, supuestamente «democrática», dominada en forma absoluta […]

A dos meses de que se realicen las elecciones presidenciales y poco después de haberse producido el primer debate político entre los candidatos presidenciales el clima de incertidumbre crece en medio de una cada vez mayor polarización política. Esta situación parecería contradictoria con el panorama de una jornada electoral, supuestamente «democrática», dominada en forma absoluta por los partidos y formaciones políticas de la burguesía cuyos liderazgos son los únicos protagonistas de esta jornada electoral. El fracaso del registro de María de Jesús Patricio, llamada Marichuy como candidata presidencial apoyada por el Concejo Nacional Indígena y el EZLN impidió que hubiera una alternativa no burguesa en las próximas elecciones.

Ruptura política

Pero una profunda división se ha dado entre las filas de los grupos gobernantes como consecuencia de las graves contradicciones sociales y políticas que enfrenta el país después de más de tres décadas de la puesta en práctica de la devastadora política neoliberal impuesta por el Fondo Monetario Internacional y toda la parafernalia del «Consenso de Washington». La expresión política más acabada de esta crisis ha sido el rompimiento de la alianza de los dos partidos burgueses principales, el PRI y el PAN, el PRIAN. La crisis rompió al PRIAN y sus consecuencias se están presentando con toda su crudeza en la situación actual.

Esta ruptura es tan evidente que el candidato Ricardo Anaya de la coalición encabezada por el PAN con el PRD de faldero, ha desbordado por mucho al candidato oficial priista José Antonio Meade y se ha atrevido a declarar que si fuera elegido presidente metería a la cárcel al presidente Peña Nieto. Todo por lograr colocarse como un competidor confiable ante el candidato que por mucho todas, absolutamente todas las encuestas, ponen como líder en las preferencias como triunfador el 1° de julio próximo: Andrés Manuel López Obrador (AMLO) del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) quien en su tercer intento por llegar a la presidencia de la República se ha convertido en el depositario de los deseos de cambio de millones de mexicanos y mexicanas.

La ruptura del PRIAN ha producido la cuestión central que determina la presente coyuntura ¿será el bloque alrededor de AMLO el factor que ocupe el vacío dejado por el PRIAN? Sí, tales son los hechos que señalan el desprestigio inaudito del gobierno de la restauración priista de Peña Nieto así como la debilidad del actualmente dividido PAN heredero de los nefastos gobiernos de Fox y Calderón. El ascenso vertiginoso de Morena y el liderazgo incuestionable de su líder AMLO son la prueba más contundente de estos hechos. Los esfuerzos por evitar este resultado son la materia de las discusiones, reuniones y decisiones de los diversos grupos burgueses que determinan y determinarán la política en los dos meses que siguen. AMLO mismo hizo pública la información de una reunión que algunos de los líderes empresariales y políticos más poderosos e importantes tuvieron con Anaya para que «le bajara a sus declaraciones de que iba meter a Peña Nieto a la cárcel». Y le sugerían que lograra llegar a un acuerdo con él. Y a continuación dio los nombres de algunos participantes: Alberto Bailleres, Claudio X González, Germán Larrea, Alejandro Ramírez, Eduardo Tricio, Diego Fernández de Cevallos y Vicente Fox. (La Jornada, 2 de mayo de 2018).

En el año 2000 se dio una «transición pactada» que permitió a Vicente Fox, candidato del PAN, llegar a Los Pinos y romper más de 70 años de dominio priista. Sin embargo, los dos nefastos sexenios panistas de Fox y Calderón permitieron en 2012 la restauración priista de Peña Nieto. Todos estos cambios fueron realizados con el acuerdo de un proyecto de «democratización» liberal puesto en marcha por la oligarquía de los dos partidos gobernantes principales con el aval del Partido de la Revolución Democrática (PRD) expresión débil y minoritaria en México del «progresismo» latinoamericano. Este experimento burgués de democracia contó con el apoyo de amplios sectores sociales: intelectuales, magisteriales, burocráticos e incluso de importantes capas populares. Pero fue un experimento de una democracia burguesa manca, tuerta y coja cuyos resultados no han echado raíces en el suelo árido de un país dominado durante casi un siglo por la dictadura bonapartista del priato. Y el sexenio de Peña Nieto lo demostró con creces: la desigualdad se ha incrementado, la violencia oficial y delicuencial ha llegado a cotas inauditas, la corrupción ha imperado sin freno entre los gobernantes priistas, panistas y perredistas por igual, las privatizaciones se dispararon e incluso las amenazas de Donald Trump al Tratado de Libre Comercio ha puesto en riesgo la privilegiada relación de socia menor de la burguesía mexicana con la de Estados Unidos. Las repercusiones de estos desastres han significado un hartazgo social nacional que ha llegado a un nivel muy alto y que al no tener espacio político idóneo donde expresarse, ninguna organización política, sindical o campesina en donde sentirse representado se ha reflejado en el liderazgo de AMLO cuya persistencia opositora a la «mafia del poder» durante dos décadas lo ha convertido en el personaje político más conocido y popular de México.

El primer debate (habrá otros dos) de los cinco candidatos presidenciales fue una demostración de la polarización existente y al mismo tiempo de la incertidumbre en la que se inserta inevitablemente. En realidad no hubo debate pues de hecho fue una expresión de la total y desenfrenada oposición del frente amenazado por la victoria de AMLO representado por todos los demás candidatos: José Antonio Meade, Ricardo Anaya y Margarita Zavala, esposa del ex presidente Calderón y Jaime Rodríguez, El Bronco, éstos dos últimos candidatos «independientes» promovidos descaradamente por Peña Nieto con el único fin de hacerle montón a AMLO. Para los medios la decisión de AMLO de permanecer quieto y sin responder las evidentes provocaciones y cuestionamientos que le hicieron los otros candidatos determinó que el debate se convirtiera en un anti-AMLO con pocas o nulas ganancias para ellos.

Los problemas del bloque anti AMLO

La incertidumbre corresponde enteramente a la situación del bloque anti-AMLO. Aquí reina la más completa confusión que se ha profundizado por la intervención constante de Peña Nieto en el proceso electoral. Ciertamente es mucho lo que está en juego para él en estas jornadas electorales. El destino de varios presidentes suramericanos es la sombra que amenaza a su destino como ex presidente. Tal vez sea también el factor que lo obligue a reconocer su derrota y buscar la negociación, la cual, por otra parte, siempre le ha ofrecido AMLO. Esta es una de las razones por las que no hay la menor duda que el nerviosismo en Los Pinos es una de las fuentes principales de la incertidumbre en la cumbre.

Las dificultades y contradicciones del bloque anti-AMLO son patentes. El propio Anaya sin duda el mejor colocado para enfrentar a AMLO, es el candidato más joven y hace sólo quince años era un completo desconocido. Es un personaje que carece de la suficiente solidez como para enfrentarse al viejo zorro que es AMLO. Su meteórico ascenso se ha debido a la habilidad que ha demostrado tener para orientarse en las altas cúpulas del PRI y el PAN por igual, de allí que su actual situación sea vista por muchos sectores de estos partidos como la de un traidor. Su candidatura representó una división del PAN con la ruptura de Zavala, la ex esposa de Calderón, que aspiraba a ser la candidata presidencial del partido. Ha convocado muchas veces a los demás anti-AMLO a unirse para presentarle un frente con posibilidades de triunfo pero la desconfianza que inspira hace muy difícil la posibilidad que éste bloque se dé. Conclusión, sin duda es el más cercano y probable competidor de AMLO pero por el momento no se percibe la superación de los obstáculos que impiden que encabece un frente anti-AMLO.

Por su parte el caso de Meade, el candidato priista oficial que en realidad nunca fue priista sino «ciudadano independiente», es la representación más palpable del patetismo de un personaje que a pesar de tener todo el apoyo del enorme cúmulo de recursos de toda índole a disposición del gobierno de Peña Nieto, no ha podido remontar el tercer lugar que ocupa en las encuestas. El PRI está profundamente dividido y las presiones a un cambio de estrategia ya han producido que se considere un hecho que en los próximos días se verifique el recambio de la actual presidencia del partido. Pero será muy difícil lograr que decline la candidatura de Meade para apoyar a Anaya. En el caso que sea obligado a ello, su ruptura completa se dará silenciosa pero inevitablemente. El PRI en cualquier escenario que se produzca es la viva imagen de un partido condenado a la peor derrota de su historia sin la posibilidad de una futura restauración.

¿Cuál perspectiva?

A reserva de un hecho que sea de tal magnitud que cambiara la tendencia que anuncia el triunfo de AMLO, éste es el pronóstico más probable. Sólo un enorme desacierto de AMLO en los próximos debates o en cualquier otro momento, lo impediría. También el destino de Colosio puede estar sugiriendo en algunos rincones de la cumbre del poder planes macabros. Un atentado contra AMLO sería una provocación colosal de consecuencias imprevisibles que no se podrían pagar de inmediato. Un riesgo muy grande en estos momentos. Los rumbos de los grupos burgueses apuntan hacia otras soluciones como lo demuestra el carísimo y corruptísimo aparato electoral que se ha puesto en pie y que con el INE representa el proyecto político hegemónico en donde están participando todas las fracciones burguesas. El horizonte de la situación actual se moverá bajo los parámetros de pugnas interburguesas en las cuales los militares y los sectores más oscuros (por ejemplo los ligados al negocio del narco) intervienen pero no son los decisivos.

La intervención del imperialismo de Estados Unidos en la política mexicana ha sido siempre un factor fundamental. Es indudable que para Washington lo que sucede o no sucede en su vecino sureño es muy importante. Trump ha sido, dentro de su caótica política, muy claro con respecto a México: el muro, las amenazas de liquidar el TLC, las movilizaciones de la guardia nacional en la frontera, su hostilidad hacia nuestro país ha sido constante. AMLO se ha mantenido dentro de su escrupulosa política nacionalista «juarista» en la cual no se ha permitido ni el menor asomo de una postura antiimperialista que permita a los políticos de Estados Unidos acusarlo de enemigo.

Sectores burgueses reaccionarios están aceptando que el cambio de tendencia en el gobierno puede ser inevitable y el propio AMLO los ayuda a que se convenzan que él no amenaza de ninguna manera sus privilegios. El caso de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) es emblemático. En forma sorprendente AMLO se declaró contrario a su construcción haciéndose eco de las informaciones abrumadoras que los científicos e ingenieros más destacados han hecho públicas desde hace años y que incluso fueron aceptadas por José Luis Luege el presidente del poderoso ente del agua (Conagua) durante los gobiernos panistas (El Universal, 30 de abril de 2018). Para ellos los planes de la construcción del aeropuerto y la enorme urbanización satélite que lo rodeará en el espacio del ex vaso del lago de Texcoco, significa un ecoicidio de gravísimas consecuencias no sólo para las poblaciones de la región, sino para toda la cuenca donde se asienta la Ciudad de México. Cambio de clima (calentamiento), desertificación de enormes espacios, afectación decisiva de la flora y fauna del lugar y la propagación de factores dañinos para la salud de millones de personas entre otros efectos determinan que su construcción debe ser prohibida. Ante estas evidencias la postura de AMLO era muy respetable. Pero cuando surgió la crítica de Carlos Slim, el hombre más rico de México y uno de los cinco más ricos del mundo, cuyos capitales son fundamentales en la construcción del NAICM, AMLO retrocedió y aceptó que la construcción del aeropuerto es factible pero con inversiones privadas, no con dinero público. Es evidente que AMLO no es partidario de una política de protección al medio ambiente y en cambio acepta la hegemonía del capital «privado».

Otro caso en que se aprecia el cambio de los grupos burgueses importantes ante la alternativa obradorista es el documental El populismo en América Latina. En este reportaje se repite hasta la saciedad el argumento del «populismo» de AMLO y se le compara con los «populismos» de otros países de América Latina, en particular de de peón y de Hugo Chávez. La sorpresa ha sido que, a diferencia de hace doce y seis años, importantes medios se han rehusado a difundirlo incluida la poderosa Televisa. Hoy la derecha burguesa más ultra aparece desfasada, no es la que representa a los sectores decisivos. Es una derecha que sigue viendo en AMLO a un «izquierdista y subversivo», a un «enemigo de México». Hay ejemplos de rabiosos enemigos de AMLO que lo llegan a equiparar con…¡Trotsky!

Como se decía al principio, las elecciones del 1° de julio se darán con la hegemonía completa de los grupos burgueses. ¿Por qué ha aparecido en estos dís y se recrudecerán los próximos tanta incertidumbre y polarización cuando en realidad todos los protagonistas responden fundamentalmente a los mismos intereses y están lejos de querer un cambio radical de la situación actual por la que atraviesa el país, cambio radical, vale decir revolucionario, que es la única forma de superar la crisis? México es un país cuyo pueblo tiene una gran tradición de lucha. Siempre sus potencialidades combativas han representado hitos históricos que marcaron su evolución y su imaginario histórico es el de la revolución, aunque ese imaginario haya sido dilapidado, prostituido y finalmente convertido en un abuso discursivo.

La burguesía con su profunda consciencia de clase puede darnos lecciones. Creemos que la situación actual es un ejemplo de ello. ¿Por qué esa resistencia a aceptar a un personaje que ha dado todas las pruebas necesarias de que es un buen liberal juarista, respetuoso de las instituciones fundamentales del México capitalista? Ciertamente no viene de las instituciones elitistas educativas neoliberales como el ITAM, la Anáhuac o la Panamericana como Meade, Videgaray, Anaya o Peña, tampoco pertenece a los círculos de la alta burguesía de las ciudades de México, Monterrey o Guadalajara, pero su conformación dentro de la política y la ideología burguesas es notable y lo ha demostrado con creces, por ejemplo cuando AMLO fue jefe de gobierno de la Ciudad de México, uno de los puestos de estado más altos en México. Un personaje que todas las encuestas (todas ellas en el fondo sirviendo a intereses particulares) hasta hoy en forma absoluta consideran casi invencible en las elecciones del 1° de julio ¿por qué tantos grupos burgueses lo consideran peligroso? Estamos ante un sentimiento de clase, elitista y restringido que afecta por igual a todas las fracciones de la burguesía mexicana. Por eso, la esencia democrática del régimen burgués es tan pobre y finalmente es la razón de la ausencia de un verdadero sistema democrático en México.

El temor profundo que está bien enraizado en los círculos dominantes dentro y fuera del gobierno federal y de muchos estados es en realidad un temor al pueblo. Temen que a pesar de que las condiciones electorales restrictivas han impedido la participación el 1° de julio de representantes de los trabajadores y de los indígenas, el sentimiento popular encuentre en AMLO y su victoria una fisura por donde penetrar con sus protestas y sus luchas por sus intereses y objetivos. Temen que una victoria de AMLO la hagan suya millones de mexicanos y mexicanas que están esperando el momento propicio para ponerse en movimiento por sus intereses y objetivos.

Para nosotros la minoría política que somos hoy nuestra tarea es educar y propagandizar con calma y perseverancia la situación real del país en que se darán las elecciones. Y la de organizar y desplegar, en especial, a partir del 2 de julio, sean cuales sean finalmente los resultados electorales, nuestros esfuerzos por el fortalecimiento de los embriones de la organización socialista, democrática, independiente, feminista e internacionalista que tanto urge surja como fuerza decisiva en nuestra país en estos tiempos.

Manuel Aguilar Mora. Militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.