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Populismo de derecha en Prime Time

Fuentes: Rebelión

Desde el comienzo de la instauración continental de gobiernos más parecidos a sus pueblos, con raíces populares, progresistas y democráticos, las derechas latinoamericanas han intentado desvirtuar a las fuerzas políticas que comenzaron a revertir el neoliberalismo. Frente al hecho incuestionable del sostenimiento electoral en forma reiterada de los sectores populares, comenzaron a plantear que estos […]

Desde el comienzo de la instauración continental de gobiernos más parecidos a sus pueblos, con raíces populares, progresistas y democráticos, las derechas latinoamericanas han intentado desvirtuar a las fuerzas políticas que comenzaron a revertir el neoliberalismo. Frente al hecho incuestionable del sostenimiento electoral en forma reiterada de los sectores populares, comenzaron a plantear que estos países habían configurado democracias acotadas, pese a que las decisiones políticas tienen respaldo electoral. Diatribas que hacen foco en la dictadura de las mayorías, son algunos de las críticas que circulan, pero a lo largo de todo el continente, quizá el ataque más sistematizado ha sido, el tildar a estos gobiernos de populistas, pan y circo.

Precisamente eso es lo que inunda el horario central de la televisión argentina con la nave insignia de Marcelo Tinelli, quien sostuvo recientemente que «me encanta mostrar a gente que necesita y hacer algo para que esa gente pueda estar mejor. Eso es lo que tratamos de hacer hace cuatro años y es a lo que apostamos y vamos a seguir apostando». Es el mismo conductor del Prime Time de canal 13, que fue declarado recientemente personalidad destacada de la cultura, por la Legislatura Porteña. Marcelo es Macri, o Mauricio es Tinelli.

La culocracia tinellista se ha convertido en el opio que distrae la configuración de subjetividades transformadoras; esa es la plataforma de lanzamiento del pre-candidato del PRO, como lo fue en su momento para Francisco De Narvaez, con su Alica-Alicate.

El uso mediático de la pobreza, como discurso lacrimógeno, sazonado con el abuso de la seguridad/inseguridad, quita de foco, la posibilidad de discutir la delincuencia en profundidad, obstruye la posibilidad de las grandes mayorías de comprender que herramientas son indispensables para dar un combate de frente a este flagelo. En contraposición a la demagogia del Prime Time, la presidenta Cristina Fernández, ha dotado de instrumentos normativos racionales, para asegurar la tutela de muchos derechos conseguidos en la última década y modificar paradigmas investigativos obsoletos que no ayudan a mejorar el servicio de justicia que la sociedad exige.

En la misma secuencia en que Tinelli sostiene que «Hay una degradación del diálogo en la Argentina», «Pensar diferente es ser un enemigo», la realidad se empeña en desautorizarlo, como hemos visto con la comisión impulsora del nuevo Código Civil y Comercial, producto del consenso de las diversas representaciones parlamentarias.

Lo que esconden las declaraciones del presidente de San Lorenzo, cuando sostiene que «Antes podíamos convivir con ideas diferentes», es que no tolera que su discurso, punto de vista, filosofía, sean ley. Antes y ahora vivimos con ideas disímiles, la diferencia central es que antes las ideas de las mayorías populares no podían anclar en derechos concretos, mientras las ideas de las élites conducían el país. Antes, como sostienen los franceses, las grandes mayorías tenían el derecho de morir debajo de los puentes de París.

Cambia, todo cambia. La pluma filosa de Mario Vargas Llosa debe de estar presurosa para denunciar a lo largo de todo el continente el desembarco del populismo de derecha que se emite por cadena nacional en Prime Time.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.