En octubre del 2003 el pueblo boliviano escribió una sus más memorables y heroicas páginas. Tras una denodada lucha en las calles y en los caminos, con la movilización de masas más grande de los últimos 20 años – defendiendo los intereses nacionales, por el rescate del gas y el petróleo enajenados – logró poner […]
En octubre del 2003 el pueblo boliviano escribió una sus más memorables y heroicas páginas. Tras una denodada lucha en las calles y en los caminos, con la movilización de masas más grande de los últimos 20 años – defendiendo los intereses nacionales, por el rescate del gas y el petróleo enajenados – logró poner en fuga al gobierno de Sánchez de Lozada. La derrota no fue sólo del presidente neoliberal, la derrota fue también de sus socios: el MIR de Jaime Paz, la NFR de Reyes Villa y ante todo del modelo neoliberal implementado por la oligarquía e impuesto por el imperialismo y sus agencias financieras internacionales: el FMI y el Banco Mundial.
La triunfante Insurrección Popular de Octubre ha dejado muchas enseñanzas aunque no alcanzó a plasmar los objetivos de los anhelos populares. La principal consigna movilizadora y unificadora fue la del rescate del gas para los bolivianos, su industrialización en el país y el restablecimiento de YPFB con la plenitud de sus funciones, lo que revela la alta conciencia patriótica y antiimperialista de nuestro pueblo. Adicionalmente se planteó la realización de un referéndum para determinar la política de hidrocarburos del país y la convocatoria a una asamblea constituyente. Sin embargo, rápidamente maduró en las masas la convicción de que, con Sánchez de Lozada en el gobierno, no se alcanzaría ninguno de estos objetivos. Confirmó esta conclusión el uso de la brutal represión, contra un pueblo inerme y así se desechó toda negociación y se concentró la lucha por la renuncia de Sánchez de Lozada. Es en esa circunstancia que Carlos Mesa asume, por sucesión constitucional, el mando de la República. El pueblo no buscó esta solución que simplemente resultó la más factible ante la ausencia de una alternativa surgida del pueblo. Aunque ciertas formas y estilo de gobernar cambiaron, la esencia del dominio oligárquico y pro-imperialista continuó inalterado. Al fin y al cabo se trata, con Mesa, del acompañante de la fórmula del MNR, impuesta al país por la embajada yanqui.
El gobierno de Mesa – que habló y habla de cambiar, pero no cambia nada – ha conservado casi intacto lo fundamental de la política económica, social e internacional del antiguo régimen. De la manipulación ha pasado al chantaje tratando de imponer una ley de hidrocarburos que es apenas un arreglo cosmético de la vieja ley de Sánchez de Lozada. Para ello cuenta con una mayoría parlamentaria derechista y brigadas que, emborrachadas en cálculos electoralistas, acabarán aprobando una norma que no permite el rescate de los hidrocarburos y sí seguir llenando las arcas de las transnacionales. El referéndum, como lo advirtió el Partido, Mesa lo convirtió en ambiguo para una interpretación tramposa. Tramposa también puede resultar una constituyente fabricada a la medida de los intereses de la oligarquía nativa y las transnacionales. Sólo la actitud vigilante y movilizada de las masas puede evitar que se consuma un engaño más al pueblo. En esa tarea, y por la más importante experiencia de Octubre, hay que elevar el tono cuestionador del régimen, incluido el gobierno de Mesa. Los poderes ejecutivo, legislativo y judicial han tocado fondo en su degradación y crisis. Sin caer en la aventura ni favorecer al golpismo, que rechazamos decididamente, el pueblo debe madurar en la idea de que sólo un cambio real, un desplazamiento revolucionario de los actuales factores de dominación, puede conducirnos al cumplimiento de los objetivos nacionales de un desarrollo soberano y de real contenido democrático y popular.
La victoria del levantamiento de Octubre no se la puede atribuir nadie en particular. Fue el gran resultado de la una larga acumulación de fuerzas y conciencia social, sustentada por varios centros de la resistencia popular. Debe destacarse la gran participación de amplios sectores de trabajadores del campo y la ciudad, de asalariados, profesionales mujeres y jóvenes que estaban neutralizados o pasivos políticamente. También es destacable la reactivación de la COB, aunque no han sabido aprovechar el impulso de octubre para fortalecerse orgánica y políticamente como lo exigen los desafíos del momento con coherencia, seriedad y con los probados métodos de lucha del proletariado boliviano. En este mismo orden hace falta trabajar más por una real unificación de las fuerzas patrióticas, populares, revolucionarias y de izquierda y la elaboración de un programa mínimo que dote de objetivos alcanzables tanto en la plano nacional como internacional. Hay que desarrollar una firme lucha contra el aventurerismo y la verborrea de apariencia revolucionaria, así como contra el caudillismo y el sectarismo, miopes y esterilizantes.
POR LA NACIONALIZACIÓN DIRECTA E INMEDIATA DEL GAS Y EL PETROLEO
POR LA INDUSTRIALIZACION DEL GAS EN TERRITORIO NACIONAL
POR LA REFUNDACIÓN DE YPFB
POR UNA CONSTITUYENTE EN LA QUE DECIDA EL PUEBLO Y NO LA OLIGARQUIA Y LAS ONGs
Por la Dirección Nacional del Partido Comunista de Bolivia
Marcos Domich
Primer Secretario del CC