«Sueñe la talla del día del día que fui, del que soy que el de mañana alma mía lo tengo soñado hoy» En el Claro de la Luna. Silvio Rodríguez La página «Por quien merece amor: Silvio Rodríguez Domínguez» cumple este diciembre, una década en línea. Con una lista de información que ha venido […]
del día que fui, del que soy
que el de mañana alma mía
lo tengo soñado hoy»
En el Claro de la Luna. Silvio Rodríguez
La página «Por quien merece amor: Silvio Rodríguez Domínguez» cumple este diciembre, una década en línea. Con una lista de información que ha venido funcionando paralelamente y que actualmente cuenta con 3265 miembros de varios países. A través de esta comunicación asincrónica, el colectivo de amigos se ha dado a la tarea de reparar sueños, esperanzas y revigorizar el amor a la Trova a través de conocer y compartir noticias de Silvio, lo mas actual que va sucediendo con el.
Para festejar estos 10 años, que coinciden con los 60 de Silvio, Por quien merece amor inició la tremenda aventura de realizar esta pequeña entrevista a Silvio.
Sea esta entrevista un regalo a esos 3265 amigos invisibles e incondicionales.
Maryel, La Guardiana de la Suerte.
1. Silvio, en tu discografía oficial, hay 21 CDs editados. ¿Alguno de ellos ha tenido un significado especial?
Nunca he grabado por exigencias de una disquera, mis trabajos discográficos han ido saliendo en la medida que me ha sido necesario elaborar y cantar esas canciones. O sea que cada disco mío contiene su propia carga, su intensidad particular y responde a un momento específico en el que se combinan mucho trabajo y algunas ilusiones. Por eso para mí todos son especiales; porque cada uno me ha servido para mostrar facetas de un proyecto de comunicación personal, a través de la canción.
2. En «Días y flores» nos acercamos a ti por primera vez. Han transcurrido varias décadas y muchas canciones, de algunas se han hasta escrito libros acerca de su significado. Hay una canción que rara vez se escuchó en tus conciertos, incluso en tus interpretes: «En el Claro de la Luna». ¿Podrías platicarnos un poco acerca de esta canción?
Ya he dicho que Días y Flores fue muy difícil de organizar, porque tuve que escoger entre varios cientos de canciones. Estaba consciente de que aquel primer trabajo era una presentación, algo definitivo; sentía la importancia del momento y me pesaba la responsabilidad. Por eso traté de hacer una exposición cabal, lo más desprovista de hojarasca posible, tratando de mostrar lo esencial. Tanto fui fiel a ese concepto que hasta compuse una canción mientras grababa el disco, pensando que había cierta calidad expresiva que me faltaba por reflejar. Así salió «En el Claro de la Luna». Recuerdo que mientras ponía la voz fui terminando la letra. Ahora, después de tantos años, ha vuelto a aparecer en mis conciertos.
3. Los estudios de grabación. Cuéntanos un poco de cómo surgen los estudios Abdala, que se sabe nacieron de una idea creadora tuya.
La más remota razón de Abdala son las canciones que perdí, por no tener donde grabarlas. Otra es que un día supe que la EGREM (empresa de grabaciones y ediciones musicales de Cuba) había pagado un proyecto arquitectónico para un nuevo estudio y no había conseguido echar a andar su construcción. Era la década de 1980, las escuelas de arte venían creando hornadas de músicos asombrosos. En el mundo las técnicas de grabación se perfeccionaban y en Cuba, a pesar de que cada vez había más y mejores músicos, se seguía grabando en los mismos estudios que había antes de la Revolución, con técnicas obsoletas. Eran años de cierta bonanza económica y sin embargo algunos artistas jóvenes buscaban en la emigración los espacios que no veían en nuestro país. Todas estas verdades combinadas nos decían a gritos que había que seguir abriendo causes para el desarrollo musical cubano.
Por entonces los músicos, cuando trabajábamos fuera de Cuba, estábamos sujetos al sistema empresarial oficial. Pedí permiso para autogestionar mis proyectos comerciales en el exterior, con el propósito de reunir dinero para construir nuevos estudios de grabación. Esta idea fue comprendida en los altos niveles, pero no tanto en los intermedios. Algunos veían en mi propuesta una crítica directa a la gestión de ciertas instituciones. Sin embargo el presidente Fidel Castro apoyó la idea de crear los estudios Abdala y su oficina le dio seguimiento a la idea durante toda la etapa constructiva.
El primer concierto que aportó beneficios para la creación de Abdala fue el que hice en Chile en 1990, junto a Chucho Valdés e Irakere. Después y durante casi toda la década de los 90 me mantuve trabajando con la misma inspiración.
4. ¿Y los estudios Ojalá, que son considerados también como tu oficina?
Como el proyecto Abdala comenzó justamente cuando se inauguraba el «período especial» -que es como en Cuba se llamó a los años de crisis económica derivada del derrumbe del campo socialista europeo-, chocamos con muchas penurias. A veces había decenas de obreros en el terreno, esperando a que se reanudara el servicio eléctrico para que las concreteras continuaran mezclando cemento. Después de un par de años de esfuerzos con escasos resultados, propuse crear un estudio más pequeño, a la espera de que hubiera petróleo y prosperaran las condiciones económicas. De aquellas angustias surgió el pequeño Ojalá, con nombre y todo. Ojalá es un estudio alternativo, que no se rige por los cánones económicos habituales en Cuba. Es un centro de gestión autofinanciada y más del 70 por ciento de su actividad ha tenido un carácter donativo.
5. Hemos conocido a Silvio acústico, Silvio con AfroCuba, Silvio orquestado. Cuéntanos de tus sensaciones y motivaciones acerca de «Expedición», uno de tus mejores discos.
«Expedición» fue como una necesidad de crecimiento. Había terminado una tetralogía sonora con «Descartes» y necesitaba salir de aquella década predominantemente guitarrística. Se me empezaron a aparecer canciones sinfónicas, las escuchaba integralmente y así mismo pretendí elaborarlas. Esto me obligó a regresar a una materia como la orquestación, en la que había incursionado sobre todo en mis etapas cinematográficas. El material de «Expedición» no fue lo único que surgió entonces. Escribí orquestaciones para otras canciones, temas instrumentales, música para un hipotético ballet llamado «El Güije» y hasta la música para una película que no existe, con la que quizá elabore otro trabajo danzario. Todo eso, más «Expedición», fue el resultado de aquellos dos años de trabajo y estudio.
6. En tu mano derecha hay una calavera con una rosa. ¿Cuándo fue que te realizaste ese tatuaje? ¿Algún significado en especial?
El diseño del tatuaje es mío, pero me lo hizo Carlos Téllez, cuando era el lavandero del motopesquero «Playa Girón», el 29 de noviembre de 1969, en algún punto entre Dakar y Cabo Verde. Habíamos hablado algunas veces de eso y aquel día se juntaron varios barcos cubanos, a la espera de un buque cisterna que debía vaciar nuestras bodegas de pescado. Cuando se encuentran dos barcos en alta mar, generalmente hay fiesta. Aquel día había cinco naves acoderadas, así que podrás imaginarte el ambiente. Habíamos ingerido alcohol en cantidades suficientes como para creernos capaces no sólo de tatuarnos, sino hasta de soportarlo, así que le metimos mano con un pomo de tinta china y una enorme aguja de poner inyecciones.
7. Tus guitarras. ¿Que marcas son las que mas utilizas, cual de todas ellas tiene un lugar especial en tus recuerdos?
Lo de mirar las marcas de las guitarras vino mucho después. La primera guitarra que compré fue cuando estaba en el ejército y me costó 60 pesos. Acabó un poco desbaratada y le pinté la cara al óleo. Años después se la regalé a un amigo, pero según parece la perdió. Aida Santamaría Cuadrado me consiguió una guitarra cuando estaba empezando. Por entonces también Leo Brouwer me dio una argentina, que el había usado cuando estudiaba. Después conseguí una guitarra marca Miguel Company, que es el nombre de un antiguo y célebre lutier cubano. Todas esas guitarras iniciales las fui regalando a trovadores más jóvenes.
La primera crítica que me hizo la prensa española, en 1977, hablaba bien de mis canciones pero muy mal de mi guitarra. Como no tenía dinero, tuve que esperar a que un funcionario amigo me regalara una. Tengo una modesta Ramírez de estudio, pero de la época en que Ramírez vivía. Antes de partir de Cuba Pablo Quintana, un gran lutier, me llamó a su casa en Matanzas para que escogiera una guitarra y dejármela de regalo. Cuando anduve con grupos semi-eléctricos toqué con una Ovation, que no me gustaba porque sonaba muy nasal. Después estuve años trabajando con Takamine, que más o menos resuelve el problema del guitarrista acústico con grupo. No hace mucho compré una Godin, que suena bastante bien con cuerdas de nylon. Pero en materia de guitarras mi tesoro es una Contreras que adquirí hace un par de años, en Madrid. Nunca en mi vida había tenido un instrumento tan bueno y lo único que me pesa es no haber podido tenerla antes, cuando posiblemente le hubiera dado mejor uso.
8. Silvio, en tu obra en algunas ocasiones has agrupado, canciones, como en trilogías o en tetralogías. De las que recuerdes, ¿podrías platicarnos un poco sobre las motivaciones para agruparlas y algunos ejemplos de ellas?
Las canciones que componen estos trabajos han tenido una misma motivación, como es el caso de «Exposición de Mujer con Sombrero», quizá el más ambicioso de todos porque hasta lo titulé. Hay otras canciones que concebí también como ciclo, como es el caso de la trilogía formada por «Esto no es Una Elegía», «En Estos Días» y «Ronda de los Condenados», que aún no ha sido grabada. Un dato poco conocido es que «En Busca de un Sueño», «Tonada de la Muerte» y «La Resurrección» fueron compuestas para un espectáculo que nunca se llegó a realizar.
9. México. Nos gustaría saber que canciones tuyas han sido inspiradas por mexicanos o mexicanas. Se comenta entre tus seguidores acerca de «Caballo Místico», «De la Ausencia y de ti, Velia» «Rabo de Nube».
«Caballo Místico» sí que está dedicada a una amiga mexicana y también «De la Ausencia y de ti, Velia», además de «Rabo de Nube». Esta última fue escrita en casa de Ángel Cervantes, una tarde de 1977, durante una larga gira que yo hacía junto a Noel Nicola y el grupo Sanampay. Pero antes de mi primera visita a México ya había usado elementos de la cultura mexicana, como sucede en «Mariposas», que es una clara referencia al mito náhuatl.
10. Finalmente. «Por quien merece amor» a lo largo de estos 10 años, ha tenido el honor de que hayas interactuado en su libro de visitas. ¿Podrías hoy, a través de esta entrevista, enviar algún mensaje en especial a esos 3265 amigos cibernautas?
Creo que más bien he sido yo quien ha tenido la gran suerte de que tantas personas hayan dedicado momentos de su vida a escuchar mis canciones y a interactuar con ellas, a través del vínculo que ha creado esta página. Siempre que regreso a la conciencia de esta fortuna me pregunto cuántos buenos autores seguirán en el anonimato. Personas como ustedes son los culpables de que mi trabajo llegue a otros y eso me llena de gratitud. Por eso les mando una ráfaga de estrellas virtuales, cargada de óptimos deseos para cada una de vuestras vidas.