Por un Primero de Mayo clasista y combativo
Este primero de mayo se da dentro de un escenario funesto. Nuevamente nos encontramos bajo un régimen político que ingenuamente pensamos desaparecería en el año 2000. Hace casi 13 años que el PRI perdía el mando del gobierno federal para pasarle la estafeta al también nefasto PAN, partido que se encargó de elaborar la siniestra «reforma laboral», para una mayor explotación del pueblo trabajador, la cual fue aprobada por el PRI y sus partidos comparsas, incluido el PRD.
El gobierno oligárquico de Enrique Peña Nieto pretende profundizar la política de privatización de los bienes nacionales tales como el petróleo y el suministro de energía eléctrica. Todo ello con el fin de seguir enriqueciendo a una plutocracia local y extranjera (clase adinerada o formada por los capitalistas o régimen político en que el gobierno está en manos de la clase capitalista o muy influido por ella). Este es el propósito neoliberal de la «contrarreforma laboral» aprobada el año pasado y que, como era de esperarse, no ha tenido ningún éxito, ni lo tendrá, relativo a la generación de fuentes de empleo; mucho menos de empleos y salarios dignos para la clase trabajadora mexicana, que sigue hundiéndose en la pobreza y el desempleo, en el marco de una profunda crisis económica nacional y mundial.
La imposición de la «reforma laboral» y de la «reforma educativa» ha sido posible por la extrema debilidad política del proletariado mexicano que, debemos insistir, carece de una organización política para defender y luchar por sus intereses clasistas; es decir, seguimos siendo «un proletariado sin cabeza», pues los trabajadores del campo y de la ciudad carecemos de un instrumento político revolucionario que nos permita en primer lugar defender nuestros intereses y conquistas sociales y, en segundo, avanzar en la lucha de clases por un mejor porvenir histórico. Hoy día está clarísimo que la burguesía como clase en el poder es incapaz de construir un proyecto nacional para beneficio de todo el pueblo mexicano; por el contrario, el pueblo está en vilo por la creciente barbarie social que se expresa, además del desempleo y la pobreza, en una violencia terrible con víctimas por doquier, muchas de ellas víctimas inocentes trabajadoras.
Es muy cierto que hay luchas de resistencia admirable de miles de maestros en contra de la imposición de la reforma educativa, la cual pretende anular derechos laborales, en estados como Michoacán, Guerrero y Oaxaca. Una reforma educativa que no tiene ninguna intención educativa sino la de someter políticamente aún más a los maestros, no obstante el encarcelamiento de la cacique sindical Elba Esther Gordillo. Pero, ¿acaso también veremos encerrados a los demás líderes charros sindicales? No los veremos, pese a su corrupción flagrante. Esta tarea le corresponde hacer a los propios trabajadores petroleros, electricistas, mineros y maestros, etcétera.
Para empezar esta tarea es necesaria la lucha por la autonomía sindical, democrática y clasista; y para ello es urgente e imprescindible la construcción de un amplio frente único proletario que permita coordinar las luchas sectoriales en todo el país. No basta con realizar marchas conmemorativas en el Día Internacional de los Trabajadores, es muy importante iniciar la organización unitaria de lucha permanente.
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