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Presentan libro censurado Cuando lo trans no es transgresor

Fuentes: SEMlac

Hoy más que nunca es indispensable el pensamiento crítico. «Si se acaba la libertad de pensamiento, ya todo está acabado», señaló Laura Lecuona, al referirse a la persecución y agresiones de las que ha sido objeto por sus opiniones contra el transgenerismo en México.

Mientras más mujeres hablen, menos será el acoso contra quienes lo hacen. «No nos pueden cancelar a todas. Callarnos en este punto, es complicidad», agregó.

Durante la Primera Jornada Abolicionista: Vindicaciones Feministas 2023, organizada por Alianza de Redes Feministas Nacionales el 31 de marzo, la escritora, junto con la abogada Alicia Elena Pérez Duarte, la defensora Argentina Casanova y la politóloga Yndira Sandoval, presentó su libro Cuando lo trans no es transgresor, el cual fue censurado.

En el espacio virtual, Pérez Duarte recomendó su lectura a las y los legisladores para que aprendan del tema y se den cuenta de lo aberrante y lo costoso en dinero que representaría cambiar todas las estructuras que se basan en una realidad material (el sexo) para transformarla a lo que siento ser (denominado como «género»).

La obra se presentaría en la Feria Internacional del Libro en noviembre pasado, pero esos grupos amenazaron con quemar el stand por lo que la editorial decidió no publicarlo. La autora, quien debido a sus opiniones ha sido amenazada de muerte por transactivistas, entiende que hay miedo de hablar, pero es porque justamente no quieren que nadie lo haga, expresó.

Quienes censuran logran que a veces esta se convierta en autocensura. «Nos ponen como chivos expiatorios: vean lo que le pasó a ella, porque se atrevió a disentir, a decir algo que no es bien visto». Tergiversan lo que decimos, pero no explican nuestra postura, porque no les conviene, continuó.

En lugar de argumentos, comentó, lo que tienen es una campaña propagandística que nos pinta como demonios, nazis o Hitler revivido. El mensaje es: «No hagan lo mismo, si no quieren que les pase lo mismo (que a Laura). Y a ella la vamos a acosar, a insultar, acechándola para ver lo que dice, lo que hace, para criticarla».

Lecuona hizo notar que en el ambiente cultural que se respira hay mucha gente que se asusta y termina actuando como si ya viviéramos en esa dictadura con la que sueña el transgenerismo: qué debemos leer, qué debemos decir, qué debemos pensar. Incluso, mucha gente ya actúa como si estuviera prohibido llamarnos «mujeres», organizar un movimiento o escribir libro feminista.

Indicó que por ahora hay una estrategia de «entrismo» que hace que activistas trans estén en todas partes, tengan más poder y ocupen cada vez más espacios: en los congresos de todo el país, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), en varias organizaciones, en las leyes, en las pruebas deportivas para mujeres o en las cárceles femeninas.

«Nos meten la ideología transgenerista en todas partes», amplió y expuso como ejemplo que en el Día de la visibilidad trans, el 31 de marzo, en varias partes del mundo iluminaron los edificios gubernamentales con los colores de la «bandera trans». Lo mismo sucedió en la Ciudad de México, con el Palacio Nacional. A ellos los reciben con los brazos abiertos, pero «cuando las feministas nos movilizamos, ponen vallas», recalcó.

Hace énfasis en que es falso que quienes hablan no tienen nada que perder. «Sí perdemos al estar insistiendo y negándonos a ser silenciadas, pero no me imagino callarme y obedecer». Por eso, para ella es importante que mientras más mujeres hablen, menos será el acoso contra las demás.

La escritora consideró que se necesita fuerza numérica y unidad para evitar que se cumpla el sueño totalitarista. Ante ello, propuso recuperar los grupos de mujeres, «hablar entre nosotras y desmenuzar lo que dicen», a partir de un chantaje transgenerista típico.

Sobre su libro, Lecuona precisó que del tema que aborda no había muchos títulos en español, además de que se dio cuenta de que existe una gran necesidad de información para entender lo que está sucediendo. Su texto plantea argumentos, tanto de ella como de la contraparte, sin acudir a chantajes emocionales.

El libro presenta la postura de las feministas radicales, porque fueron las primeras que se dieron cuenta de que había un problema, son las que pueden dar una explicación más precisa y porque ahí está la principal solución a ese malestar, incomodidad, inconformidad y rechazo de algunas personas que tiene que ver con el hecho de que sean mujeres u hombres, en especial las niñas.

El transgenerismo ofrece una salida fácil y falsa: «Di que eres niño», pero el feminismo radical sabe que el problema no son las niñas, sino la sociedad patriarcal que las convierte en ciudadanas de segunda, carne de cañón para el proxenetismo, objeto sexual para los hombres -incluidos sus compañeros y cada vez más jóvenes-, estar expuestas a niños que a su vez están expuestos a pornografía cada vez más violenta y a más temprana edad.

Lecuona alertó del riesgo que corren las y los niños que se diagnostican con «disforia de género», concepto con el cual se muestra escéptica, porque están cada vez más expuestas/os a la pornografía, además de que van destruyendo su cuerpo poco a poco. Las niñas no necesitan eso, sino teoría feminista y un mundo sin violencia contra las mujeres, puntualizó.