Prácticamente aprobada por vía rápida la Ley Federal de Telecomunicaciones y las reformas a siete artículos de la Constitución, el 22 de marzo en la Cámara de Diputados, existen ahora evidentes señales de que al gobierno y sus aliados del Pacto por México, les gana la prisa para que concluya pronto el proceso legislativo en […]
Prácticamente aprobada por vía rápida la Ley Federal de Telecomunicaciones y las reformas a siete artículos de la Constitución, el 22 de marzo en la Cámara de Diputados, existen ahora evidentes señales de que al gobierno y sus aliados del Pacto por México, les gana la prisa para que concluya pronto el proceso legislativo en el Senado.
El mismo presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Senadores, Emilio Gamboa advirtió con toda claridad al Consejo Rector que preside Jesús Zambrano, «no vamos a dejar que nos sustituya como legisladores: Estamos haciendo el papel que nos corresponde. Legislar una minuta de la Cámara de Diputados que nos llegó apenas el jueves 22».
Político profesional que emergió al estrellato como administrador de las llaves para acceder a las oficinas presidenciales de Miguel de la Madrid, jefe al que presionó para que se desdijera de las acusaciones de corrupción que formuló a Carmen Aristegui sobre el indefendible Carlos Salinas, Gamboa Patrón explicó además que los jefes de la muy dividida partidocracia, por lo menos en sus vertientes blanquiazules y amarillas, «promueven el aval de la minuta sin cambios».
Justificó el yucateco con la obviedad de los papeles diferentes que desempeñan el Consejo Rector y el Senado», las presiones del primero sobre el segundo. Y por supuesto que le quemó incienso al pacto porque «es un instrumento político de gran valía para México; no para el presidente Enrique Peña Nieto, sino para México». Y explicó con desparpajo «que no es (un) cogobierno y el presidente está siendo, sin duda alguna, generoso en cuanto a que abre las cartas, y el Pacto por México ha funcionado». Pero es Peña el gran beneficiario en términos políticos, tanto que el optimismo por el clima de colaboración y consenso construido en los últimos cuatro meses, empieza a embriagar a los arquitectos y voceros, los mismos que envían preocupantes mensajes de cerrazón ante el beligerante reclamo magisterial.
Fue el diputado Ricardo Monreal quien desde temprano alertó que las cámaras federales estaban convirtiéndose en «oficialía de partes» del pacto. Y en sustancia las dos denuncias tienen la misma raíz aunque difieran en grados.
Mas las presiones no se limitan a los presidentes de las tres fuerzas políticas donde «están representados la mayoría de los mexicanos» -como si el panismo no estuviera muy divido tras la firma del pacto y el perredismo permaneciera sin la separación del vigoroso obradorismo-, sino que permanecen y muy fuertes las del monopolio de la telefonía, el duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio.
Los coordinadores de los tres grupos parlamentarios, además del mencionado, Ernesto Cordero y Miguel Barbosa, «juran que de ninguna manera aceptarán presión algún de los poderes fácticos». Veremos.
Por lo pronto ya tienen encima la enorme presión imperial, encarnada por la Representación Comercial de la Casa Blanca, que sin ambages festina la «eliminación de los límites a la inversión extranjera» en telecomunicaciones (mientras el gobierno estadunidense actúa en su territorio en dirección completamente opuesta), consigna que su aliado mexiquense «se movió rápidamente» y «urge a México a aprobarla de manera expedita».
Las presiones sobre los senadores de parte de sus correligionarios priístas, panistas y perredistas son nada comparadas con las de la voraz plutocracia mexicana y éstas resultan menores respecto de las exigencias de Washington, acostumbrado a imponer sus intereses – aunque cada día batalla más en una aldea global subrayadamente multipolar, diversa – , por las buenas y por las malas, militarmente, cuando así lo deciden concertadamente demócratas y republicanos.
Fuente original: www.forumenlinea.com