Comunicado de Estudiantes y Profesores de la Facultad de Economía – UNAM
Ante la presentación del Presupuesto de Egresos de la Federación para el año 2019, uno de los sectores que ha causado inquietud y controversia ha sido el educativo. Se anunció que la Educación Pública tendrá un aumento de 2.9% respecto al periodo anterior, es decir, el presupuesto pasará de 291,813 a 300,140 mdp, situación que evidencia que hay un incremento para este sector, en donde se contempla un aumento de 10 mil millones de pesos para becas otorgadas a estudiantes de nivel superior y la creación de 100 nuevas universidades.
A pesar de esto, se aprobó un recorte para el presupuesto de las principales universidades públicas del país: UAM (-7.7%), IPN (-4.9%) y UNAM (-6.3%). Esta situación ha causado inconformidad, principalmente en la comunidad universitaria (trabajadores, profesores, estudiantes), lo cual incluso llevó a que las autoridades de la UNAM difundieran un comunicado en el que expresan su oposición a estos recortes en el presupuesto público que les es asignado. Según las autoridades administrativas de la UNAM, «la sorpresiva e inusitada propuesta de reducir el presupuesto de la UNAM… pone en riesgo el adecuado cumplimiento de sus tareas sustantivas de docencia, investigación y difusión de cultura». Y es justo en este punto donde tenemos que resaltar varios elementos.
El presupuesto para educación aumentó, pero el presupuesto para universidades públicas disminuyó. ¿Cuál es el argumento?… La austeridad. Por lo tanto, en este último caso, es fundamental conocer el destino del presupuesto asignado para las distintas universidades públicas. En el caso de la UNAM, el 87% del subsidio que le entrega la Federación va directamente al pago de remuneraciones personales y prestaciones, lo cual equivale a 32 millones 132 mil 323 pesos. Pero de este monto, la distribución entre el rector, directores, investigadores y profesores por supuesto que dista mucho de ser equitativo.
El 70% de los profesores que conforman la planta docente de la UNAM son profesores de asignatura, es decir, que se les paga por hora de clase dada. La remuneración para estos profesores es muy escasa, siendo que un profesor de una asignatura de rango «A» percibe unos $ 361.42 por la impartición de 4 horas de clase frente a grupo.
Por otro lado, en una historia muy diferente, tenemos los sueldos de los altos mandos administrativos de la UNAM. Estos no perciben una remuneración en base a las horas de trabajo laboradas, sino que tienen un sueldo fijo establecido de base, siendo que los directores de las facultades perciben entre 100 mil y 108 mil pesos mensuales; el Coordinador de Asuntos Académicos y el Director General de Comunicación Social ganan 133 mil 400 pesos mensuales; el Secretario de Desarrollo Institucional, el Coordinador de la Investigación Científica y el Abogado General Controlador y Tesorero 173 mil 060 pesos; el Secretario General y Administrativo de la UNAM 174 mil 262 pesos; y el rector de la UNAM percibe un sueldo 177 mil 868 pesos. Es decir, para pagar a 11 funcionarios, la UNAM eroga más de 2 millones y medio al mes.
La diferencia salarial entre los trabajadores directos de la universidad, la planta docente y los administrativos es abismal , y dado que la UNAM es autónoma en la utilización del presupuesto que le es otorgado por el ejecutivo federal, el responsable de las malas condiciones laborales de la mayoría de los profesores tiene que ver directamente por un manejo a conveniencia por parte de las altas esferas de la autoridad universitaria. Entonces, ¿a qué se refieren estas autoridades cuando afirman que se «pone en riesgo el adecuado cumplimiento de sus tareas sustantivas de docencia, investigación y difusión de cultura»? Si en verdad las autoridades de la UNAM están tan preocupadas por «el adecuado cumplimiento», entonces ¿por qué no reducen los sueldos de estos altos funcionarios, y aumentan el de los profesores de asignatura? ¿qué explica el hecho de que se pueden mantener organizaciones represivas de choque contra los estudiantes como los porros, pero que no se pueda aumentar el dinero destinado a becas y comedores universitarios?; es decir, al oponerse al recorte en su presupuesto ¿lo hacen por un verdadero interés y preocupación por las «tareas sustantivas de docencia, investigación y difusión de cultura» de la UNAM, o por mantener sus altos sueldos de funcionarios públicos?… Así como causa tanta indignación popular los estratosféricos sueldos de los ministros de la SCJN, también tendría que causar indignación en la comunidad universitaria los sueldos que perciben estos funcionarios universitarios.
Varios sectores se han pronunciado en contra del recorte al presupuesto de las universidades, pero lo que llama la atención es que grupos conservadores e históricamente agresores a la universidad pública (el PAN y el PRI), se han pronunciado igualmente en este sentido. ¿Cómo explicar que sectores que incluso en algún momento pidieron la desaparición de la UNAM y que intentaron su privatización en 1999 ahora la estén «defendiendo»? Porque justamente no la están defendiendo, es una defensa de los privilegios que se están viendo amenazados al interior de las universidades, en cuyo seno ellos están presentes.
¿Estamos a favor del recorte en el presupuesto de las universidades públicas? Respondemos tajantemente que no. El presupuesto tiene que aumentar, se tienen que destinar año con año más recursos a la educación desde los niveles básicos hasta los superiores, se tiene que fortalecer la educación pública en todos sus aspectos y en todos sus niveles; pero esos recursos tienen que utilizarse para favorecer a la sociedad en su conjunto, a los estudiantes, a los jóvenes, a los profesores, y con ello la investigación, la cultura y demás proyectos en cualquier área, se verán fortalecidos. No puede ser posible que año con año aumente el número de rechazados, de deserciones (principalmente por el elemento económico); el presupuesto tiene que servir para construir más universidades públicas, más planteles, más becas, más apoyos a los estudiantes y profesores; pero no para engrosar más las carteras de los altos mandos. He aquí nuestra diferencia con los grupos reaccionarios que rechazan el recorte por sí mismo.
López Obrador ha salido a decir que «tiene que rendir más el presupuesto porque deben terminarse lujos», y ante la reacción que ha suscitado el recorte a las universidades ha dicho que «Se cometió un error durante la presentación del presupuesto. Yo hice el compromiso de que no se va a reducir. Y en efecto, en el presupuesto hay reducción. Sostengo que se va a reparar ese error y se le va a entregar a las universidades lo que les corresponde». Pero es importante tener en cuenta que por más que Obrador diga que va a hablar con los rectores para que se bajen los sueldos, que hagan el compromiso de austeridad y que va a revisar el «error» del recorte, la realidad es que de él no va a depender que cambie la situación imperante.
La tarea va a recaer sobre la comunidad universitaria, y esta debe exigir mayor presupuesto, pero utilizado para un aumento de la matrícula (construcción de más planteles y escuelas), aumento de los salarios de la mayoría de los profesores que se encuentran en condiciones precarias y de inestabilidad laboral, disminución de salarios de las altas esferas universitarias, mayor transparencia de la utilización de recursos y democratización en las universidades. Se ha abierto la discusión y el debate, y es ahora cuando debemos profundizar los cambios que se abren frente a nosotros, sólo con la fuerza del pueblo se podrá avanzar, sin el pueblo nada.
¡Mayor presupuesto a la Universidad pública año con año!
¡Democratización de la Universidad!
¡Recorte de los enormes sueldos de los funcionarios de la UNAM!
¡Aumento salarial a los profesores de asignatura!
¡A fortalecer la educación pública, gratuita y para todos!