Cuando el jefe de gobierno, comisario Macri y el ministro, principal Montenegro, anunciaron su «plan de seguridad» para la ciudad de Buenos Aires, se cansaron de repetir que, para diseñar la «policía metropolitana», tomaron de modelo a la yanqui y a la inglesa. De la primera ya sabemos lo suficiente, pues basta recordar, entre miles, […]
Cuando el jefe de gobierno, comisario Macri y el ministro, principal Montenegro, anunciaron su «plan de seguridad» para la ciudad de Buenos Aires, se cansaron de repetir que, para diseñar la «policía metropolitana», tomaron de modelo a la yanqui y a la inglesa. De la primera ya sabemos lo suficiente, pues basta recordar, entre miles, los casos paradigmáticos de apaleamientos como el de Rodney King; de torturas como el de Abner Louima, golpeado y sodomizado con un palo de escoba, o de gatillo fácil como el de Amadou Diallo, acribillado por 41 disparos. De la muy pulcra Scotland Yard se sabe menos por estos lados, aunque fue noticia el fusilamiento del brasileño Menezes en el subte, sólo porque era morocho, tenía mochila y corrió porque se le iba el tren.
La policía inglesa, además de tener en su haber permanentes denuncias por torturas, especialmente respecto de presos políticos como los militantes independentistas irlandeses, y en los últimos años, de sospechosos de terrorismo (que pueden estar detenidos una semana sin asistencia legal ni cargos formulados, gracias al equivalente británico de la Patriot Act de Bush), es famosa por su política de promoción de la «participación ciudadana» y sus mecanismos de «alerta temprana».
Pues bien, a partir de ahora, el «alerta temprana» a la inglesa incluirá el estricto control desde la infancia de los «niños problemáticos», que serán obligados a firmar un contrato de buen comportamiento «no negociable». Si no aceptan rubricar ese documento, tendrán que hacer frente a una orden judicial sobre comportamiento antisocial. El sistema fue anunciado hace dos semanas por el ministro para la infancia, Ed Balls, quien explicó que se pretende así « reducir las futuras cifras de criminalidad (…) evitar que la espiral del mal comportamiento conduzca a estos niños a ser futuros criminales «. El programa, llamado «Proyecto de Intervención Familiar», cuenta con un fondo de 283 millones de euros y apunta a individualizar niños y adolescentes que muestren un agudo problema de abuso o estén sin hogar o en riesgo de quedarse sin él .
En el mismo sentido, Gary Pugh, director forense de la Policía Metropolitana (Scotland Yard) sugirió que se cree un banco de datos con el ADN de los alumnos de primaria cuyo comportamiento indique que podrían delinquir en el futuro. Aplicando a rajatabla la tesis del Manhattan Institute de la «ventana rota», la tesis es que el pibe que comete una travesura en el colegio primario, se porta mal en la fila o juega al «ring raje», es un potencial delincuente que debe ser neutralizado. Ese es el modelo de nuestra futura policía metropolitana, control social y disciplinamiento al mango.