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¿Primavera mexicana?

Fuentes: La Jornada

Es demasiado pronto para hablar de primavera mexicana. Llamamos primavera árabe a un despertar radical que permitió al mundo árabe deshacerse de algunos dictadores y desatar transformaciones profundas que lo pusieron en sintonía con el resto del mundo. Es una desproporción sostener que la reciente movilización de los jóvenes, que apenas empieza a extenderse, tiene […]

Es demasiado pronto para hablar de primavera mexicana. Llamamos primavera árabe a un despertar radical que permitió al mundo árabe deshacerse de algunos dictadores y desatar transformaciones profundas que lo pusieron en sintonía con el resto del mundo. Es una desproporción sostener que la reciente movilización de los jóvenes, que apenas empieza a extenderse, tiene ya ese carácter. Pero no es un despropósito. Sería igualmente desproporcionado considerarla irrelevante y efímera y descartar la posibilidad de que adopte ese rumbo.

Fueron los Ocupa Wall Street quienes hablaron de la primavera mexicana y la saludaron con entusiasmo. Podemos hacer una extrapolación y decir a estos jóvenes lo que Naomi Klein dijo a los de Wall Street: «Los confundidos líderes de opinión se preguntan en la televisión ‘¿por qué están protestando?’. El resto del mundo, mientras, se pregunta: ‘¿Por qué tardaron tanto? Nos preguntábamos cuándo iban a aparecer. En todo caso: Bienvenidos'».

Y sí, bienvenidos. Hacían falta. Esta generación no pudo experimentar nuestro propio despertar en 1994: apenas habían nacido. No pudieron enterarse de que, como decía Monsiváis, los zapatistas nos enseñaron a hablar con la realidad. Les tocó más bien la fase en que muchos reaprendieron a callarla, a cerrar los ojos, a acomodar de nuevo la realidad a sus empeños. Quizás no han podido apreciar la medida en que gracias a los zapatistas dejó de ser posible esconder la realidad bajo la alfombra, como lograba normalmente el PRI, cuyo uso de intelectuales y medios llegó a extremos espectaculares en tiempos de Salinas… hasta que los zapatistas le tumbaron el teatrito.

Es útil traer a colación el episodio. Hasta 1993 Salinas aparecía como un líder mundial que había sabido entender los vientos que corrían por el mundo y sacaba a su país del subdesarrollo. Era el candidato principal a dirigir la Organización Mundial de Comercio, la institución que representa la quintaesencia del neoliberalismo. Hablando con una comisión de alto nivel de Japón les dijo sin rubor: Pueden negociar conmigo. Aunque voy de salida estaremos en el poder los próximos 25 años. El 31 de diciembre celebraba en Huatulco sus triunfos, convencido de que dejaba todo bien atado, como decía Franco poco antes de morir.

En unos cuantos días la perspectiva cambió por completo. Tres semanas después del levantamiento zapatista Salinas se vio obligado a hacer a la oposición política más concesiones que las que el PRI había hecho en los 50 años anteriores. Un año después se encaminaba al exilio en Irlanda, mientras su hermano paraba en la cárcel.

Es espléndido que estos jóvenes desafíen a los medios. Es signo de salud social que Televisa te idiotiza haya llegado al primer lugar mundial en registro de audiencia, la medición en que se finca el negocio de las cadenas comerciales. La frase se ha dicho hasta el cansancio, pero es novedoso que un grupo prominente del sector que sostiene ese aparato estupidizante lo diga con imaginación y eficacia y produzca el efecto ajá que es síntoma de despertar colectivo. No es aún tiempo de cantar victoria, dada la naturaleza de lo que enfrentan. Pero debemos reconocer su tino al hacer suya la bandera de la reforma de los medios de comunicación.

Y esto lleva a lo que probablemente sea el asunto principal. El rechazo tajante al PRI y a su candidato puso en marcha a los jóvenes, los sigue unificando y puede contagiar a mucha gente. No sería poca cosa cerrar el paso a la coalición mafiosa que hoy usa la franquicia del PRI. Pero no debería pagarse el precio del año 2,000, cuando un rechazo semejante se convirtió en Fox.

Si de elecciones se trata, es útil recordar las frases del candidato Obama. No les pido que crean en mí, sino en ustedes mismos. Una vez en la Casa Blanca no podré arreglar las cosas, pero ustedes pueden. Quienes olvidaron esa advertencia sufren ahora la frustración de lo que el presidente Obama no pudo hacer.

Nadie, allá arriba, ni persona ni partido político, puede hacer lo que se requiere. El circo mediático de las campañas no debe distraernos de ese hecho: la esperanza, toda la esperanza, se encuentra abajo. A pesar de la movilización de los jóvenes tendremos las elecciones de la ignominia, como las ha llamado Javier Sicilia, y seguiremos teniendo medios cuya naturaleza es venderse al mejor postor, lo mismo a jabones que a candidatos.

Es cierto: los jóvenes serán decisivos en esta coyuntura y en los próximos años. Es su momento. Necesitamos todos que lo asuman con lucidez y responsabilidad.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/05/28/index.php?section=opinion&article=018a1pol