La situación económica está complicada para la mayoría de la población, especialmente los de menores ingresos, con inflación y bajo crecimiento, desempleo, seguido de represión (PepsiCo) y miserabilización de la vida cotidiana. El fondo de la cuestión está asociada a una política económica que deliberadamente promueve la restricción del consumo popular, al punto que estimula […]
La situación económica está complicada para la mayoría de la población, especialmente los de menores ingresos, con inflación y bajo crecimiento, desempleo, seguido de represión (PepsiCo) y miserabilización de la vida cotidiana.
El fondo de la cuestión está asociada a una política económica que deliberadamente promueve la restricción del consumo popular, al punto que estimula tasas de interés elevadísimas para invertir en Letras del Banco Central, ratificada en estos días a un 26,25%.
Especulación versus producción y consumo popular
Así, lo que se promueve es la especulación y quien tiene dinero sobrante lo coloca en LEBAC (Letras del Banco Central), u otros activos financieros, públicos o privados. Es el caso de las inversiones en divisas (dólar, euro, etc.), con lo que aumenta el tipo de cambio o cotización de las monedas externas (dólar a $17,28) y luego se extiende a los precios, tal como vimos hace poco con el combustible, y ya sabemos que faltan en este segundo semestre del 2017 dos actualizaciones más del precio de las naftas.
Sin embargo, esta semana sorprendió el acuerdo del Banco Provincia de Buenos Aires y los Supermercados, quienes a instancia del gobierno provincial dispusieron una oferta, uso de tarjetas mediante, con devolución del 50% de las compras hasta un máximo de reintegro por $1.500.
Quién compraba hasta $3.000 recibiría la bonificación en su cuenta bancaria. El BAPRO aportó el 30% y los supermercados el restante 20%. Hubo colas extensas y record de ventas para un segmento que mantiene capacidad de consumo o que reorganizó su compra mensual, quincenal o semanal para aprovechar la oportunidad.
Atrás de ese fenómeno de consumo estuvo la decisión oficial de la gobernadora Vidal, en plena campaña electoral y en un distrito en el que todos los analistas coinciden que se define la disputa política entre el macrismo y el kirchnerismo.
¿Es una contradicción con la política oficial nacional? No, ya que nacionalmente se avanza hacia el ajuste, tanto como se pueda y mientras, se mantiene la política social masiva, aun cuando se pretenden recortes en salarios estatales, jubilaciones, prestaciones y otros ámbitos del gasto público.
El propio Macri y funcionarios del gabinete afirman que el resultado favorable a Cambiemos en Octubre será el aval social para avanzar con decisión en un ajuste fiscal que tiene consenso en los principales medios de comunicación y formadores de opinión pública.
Sirve el caso comentado para pensar que la resignación de utilidades del Banco oficial del Estado provincial más rico y de algunos de los principales supermercados, mayoritariamente de capitales externos, aun siendo una acción restringida y para ganar votos, favorece el crecimiento del consumo y puede inducir la demanda de bienes y servicios.
Salarios o ganancias
Reorientar ingresos en desmedro de las ganancias favorece el consumo y el ingreso popular, y puede potenciar el crecimiento de la producción y el empleo.
Salarios y ganancias son las partes componentes del ingreso total de la sociedad. Todos vivimos de salarios o de ganancias, incluida la población inactiva o pasiva.
No hay dinero en los bolsillos que no provenga de su origen en la distribución funcional del ingreso, sea como propietarios de medios de producción o como propietarios de la fuerza de trabajo.
Hasta el que roba apunta a trabajadores o a empresarios; y los recursos fiscales o previsionales tienen origen en salarios o ganancias.
La disyuntiva es ganancias o salarios, que solo puede disimularse cuando crece la economía y esconde la desproporción en la distribución del ingreso entre unos y otros.
Se trata de una contradicción insalvable, que explica en la cotidianeidad las diferencias de objetivos entre la minoría dominante que apropia ganancias y la mayoría empobrecida que vive de la venta de su fuerza de trabajo.
El objetivo de la política económica privilegia la rentabilidad y el desafío es construir nuevo sentido común para instalar una lógica de satisfacción de necesidades, lo que orienta a la civilización a la ruptura del dilema entre ganancias y salarios para rumbear hacia una lógica de satisfacción de necesidades.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.