El asociacionismo tiene gran potencial en el ámbito científico, gracias a profesionales cualificados que voluntariamente hacen propuestas y llevan a cabo actividades muy valiosas para nuestro país. Las asociaciones de científicos en el exterior son un ejemplo de este potencial. Comenzaron sus andaduras entre 2012-2013 con apoyos muy dispares por parte de las instituciones españolas. […]
El asociacionismo tiene gran potencial en el ámbito científico, gracias a profesionales cualificados que voluntariamente hacen propuestas y llevan a cabo actividades muy valiosas para nuestro país. Las asociaciones de científicos en el exterior son un ejemplo de este potencial. Comenzaron sus andaduras entre 2012-2013 con apoyos muy dispares por parte de las instituciones españolas. La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) jugó un papel fundamental en las primeras fases de la creación de estas asociaciones, facilitando fondos para organizar actividades y dar visibilidad. Posteriormente, la FECYT se extralimitó en sus funciones explotando la imagen de las asociaciones en su propio beneficio, como veremos a continuación . En el seno de cada asociación se debatió, y se debate, el papel que ha de jugar la administración. No es un tema trivial. Sin apoyo de la administración la supervivencia de las asociaciones a largo plazo es mucho más complicado. Sin embargo, externalizar o ceder parte de la gestión a la administración conllevaría una pérdida de independencia . Es un equilibrio muy delicado ¿Quién debería responsabilizarse de su viabilidad?
En 2016 tras un encuentro en Madrid auspiciado por la FECYT, se materializó la idea de crear una red mundial de asociaciones, que sería la Red de Asociaciones de Investigadores y Científicos Españoles en el Exterior(RAICEX) para aunar esfuerzos. Éste fue el primer síntoma de la interesada deriva que estaban tomando las cosas. La FECYT no solamente conocía la idea de la red de antemano, sino que además ésta sugirió cuando era conveniente presentarla -data not shown but told-. El entonces presidente de la asociación de Reino Unido (CERU), Eduardo Oliver @eduolpe, hizo pública la red con la venia de la FECYT. En la actualidad Eduardo Oliver es secretario general de RAICEX, coordinador de Ciencia en el Parlamento y embajador de CERU en España. No sabemos si nos olvidamos de algún cargo más.
⇒ La comunidad de científicos en el exterior pide una mayor colaboración con España (29/06/15), @agencia_sinc
No resulta lógico que una red internacional no utilice el inglés como idioma vehicular, y que además tenga sede en España en vez de Bruselas (centro de decisiones y fondos de Europa) ya que ni es el país referente a seguir ni facilita una imagen internacional. Tampoco resulta razonable que el secretario general sea una persona con base en España por los motivos antes mencionados, además de, por otro lado, excluir a otras asociaciones de ámbito nacional que ya realizan una labor de promoción de la ciencia, ayudan a los investigadores retornados a España y trabajan para mejorar la política científica.
Durante el mismo periodo, la FECYT contrató a científicos que habían sido miembros de asociaciones en cada uno de los países de acogida , para ocupar puestos de asesores científicos en las embajadas de Londres (Lorenzo Melchor), Washington (Ana Elorza) y Berlín (Guillermo Orts). Sin duda, una gran idea para dar apoyo a los científicos en el exterior e impulsar la cooperación científica con otros países. Sin embargo, el delicado equilibrio no tardo saltar por los aires ya que los asesores científicos, que previamente formaban parte de asociaciones, trabajaban ahora para la administración y no se supo separar ambas facetas.
⇒ Científicos se instalan en embajadas para reforzar la diplomacia científica (27/02/16), @LaVanguardia
En 2017 saltaron todas las alarmas de quienes atisbábamos cosas raras, cuando los asesores científicos de la FECYT (los de las embajadas y los de la Fundación) publicaron un artículo en la revista Science and Diplomacy, asegurando que las asociaciones de científicos en el exterior eran parte de la estrategia del Gobierno para impulsar la diplomacia científica española ⇒ Spanish Science Diplomacy: A Global and Collaborative Bottom-Up Approach (14/2/17), por Ana Elorza Moreno, Lorenzo Melchor, Guillermo Orts-Gil, Cristina Gracia, Izaskun Lacunza, Borja Izquierdo, José Ignacio Fernández-Vera.
Nada más alejado de la realidad. Este hecho generó desconfianza entre muchos miembros que se sintieron utilizados por la administración, para publicar un artículo de «postureo» que no beneficiaba en nada a la comunidad científica. Así, se desencadenaron una serie de comunicados y artículos de rechazo, como el de Amaya Moro en la revista Nature ⇒ How you dare to call us diplomats (14/03/17). Consulten los lectores, los autores del artículo original de Science and Diplomacy, indicado arriba, para ver las coincidencias más adelante. Las reacciones no se hicieron esperar demasiado:
⇒ Los científicos ‘exiliados’ no quieren ser «marca España» (16/03/17), @voz_populi
⇒ CERFA, una sociedad independiente, Científicos diplomáticos y otras aclaraciones (16/3/17)
¿Por qué se ocultó la redacción de éste artículo a los miembros de las asociaciones? Buena pregunta. Así mismo, el tono de las reivindicaciones sobre política científica se iba rebajando y, poco a poco, apareció una mayor resistencia a la crítica interna contra la Administración. Cada asociación presentaba propuestas e informes a discreción a los grupos políticos en el Congreso, contradiciendo la unión inicial de esfuerzos colaborativos en red. Por ejemplo, ECUSA (Científicos Españoles en USA) presentó propuestas de política científica en solitario a comisiones en el congreso (véase orden del día de la mesa pág. 2 y diario de sesiones Pág. 33) y CERU las presentó al grupo socialista (véase foto de más abajo). Acta de acuerdos de la mesa del Congreso (12/09/17). Esto puede poner en entredicho el carácter apartidista independiente de las asociaciones de científicos e investigadores en el extranjero, si no se realiza de una forma sistemática, clara y consensuada. Diario de sesiones del Congreso de los Diputados. Comisiones . XII LEGISLATURA Núm. 103 Pág. 1, 2017.
Daba la impresión que una minoría de personas no trabajaba por el bien común, sino para llegar los primeros y salir favorecidos en la foto. Faltaba independencia y no llegaban mejoras en política científica e inversión, tras más de 5 años de asociacionismo. Estos hechos han sentado un peligroso precedente, ya que se puede percibir el asociacionismo científico como una puerta de acceso a la Administración, sin ninguna contrapartida positiva para el conjunto de la comunidad científica, más allá del reparto de puestos a dedo. Los asesores científicos de la FECYT en las embajadas fueron despedidos o no renovados, elijan la mejor palabra, mie ntras que Ana Elorza continuó en la administración. Su caso es digno de indagar ya que tiene vínculos familiares con altos funcionarios de la diplomacia española. Este hecho ya fue puesto en cuestión por los medios de comunicación y ha de ser meticulosamente analizado para descartar que dentro del asociacionismo científico otros incurran en las malas prácticas con las que tanta firmeza estamos luchando. Es difícil de entender que algunos científicos apoyen esto.
⇒ El yerno de Solbes y el sobrino de Guindos facturaron 21 trabajos en la embajada de Washington, (27/04/17), @elespanolcom
Las protestas iniciales contra el artículo de Science and Diplomacy se fueron transfigurando, en la idea de que los científicos exiliados sí son «elementos de la diplomacia científica». Véase el último comunicado al respecto:
⇒ Comunicado de la Red de Asociaciones de Científicos en el Exterior (10/9/17).
Por último, en 2018 apareció la famosa iniciativa Ciencia en el Parlamento. Ésta fue celebrada en un primer momento, pero no tardó demasiado en presentar síntomas del mismo modus operandi. Al son de «esto es una iniciativa ciudadana independiente», los colaboradores de la FECYT parasitaron progresivamente la organización. Véase, por ejemplo, la fotografía del Premio Mejores Ideas Diario Médico 2018, donde aparecen los mismos autores del artículo publicado en Science and Diplomacy que generó el citado rechazo ¿Casualidad? Como se dice vulgarmente, los mismos personajes con diferentes poses, y valga la pena indicar, que ninguno de ellos estaba presente en la propuesta de la iniciativa de Ciencia en el Parlamento.
⇒ La Iniciativa Ciencia en el Parlamento recibe el Premio Mejores Ideas 2018, de Diario Médico (4/12/18). @Cienciamento.
Para colmo, se envolvió la iniciativa de la palabra «democracia» y se añadió el símbolo del 40 aniversario de la constitución, la guinda para terminar de politizarlo del todo. Éstas son dos de las afirmaciones más escandalosas que hacen estallar a quien esto suscribe, por atentar contra el intelecto de los científicos españoles:
- Es una iniciativa ciudadana democrática: Falso. La administración selecciona quién participa, no hay ningún ciudadano de a pie implicado y está controlado por los mismos colaboradores que se han intentado apropiar de la diplomacia científica.
- Es una iniciativa independiente: Falso. No cumple con los principios de independencia. Aunque los participantes de la iniciativa estén de sobra cualificados y tengan una opinión independiente para el asesoramiento, la administración supervisa a través de sus coordinadores (autocalificados para filtrar al personal) quién participa y quién no . Posteriormente, lo ratifica la mesa del Congreso con el posible sesgo político que eso conlleva. Esto no descalifica a nadie, pero es un agujero en la cadena de independencia de la iniciativa que no se puede negar (véase extracto de la evaluación de #Cienciaenelparlamento).
Por ello, es bueno que las evaluaciones se realicen por un panel de expertos externos, como en cualquier convocatoria pública. No cuesta tanto. Este último punto (el de la auditoria externa) es crucial, ya que resulta el pilar esencial para asegurar el rigor, la participación ciudadana, la transparencia y la independencia de una iniciativa como ésta, así como la publicación de las actas de las reuniones, que ni siquiera la misma Mesa del Congreso de los Diputados hace pública.
Toda esta trama de cargos siempre en manos de las mismas personas, cuyas actividades suelen estar a la sombra y siempre influenciadas por las mismas personas o instituciones, chocan frontalmente con los valores que defendemos desde la comunidad científica y muchas de las personas implicadas en estas iniciativas. Es decir:
- Independencia de nuestra voz, libertad para la crítica y contar con observadores externos.
- Transparencia en los procesos de selección, la toma de decisiones y acceso abierto a los datos.
- Evitar la endogamia institucional, seleccionando siempre a los mismos y sin perspectiva internacional.
- Luchar contra la corrupción ,evitar concentrar el poder en las mismas personas y que utilicen recursos para favorecerse ellos mismos, o a personas afines a su visión.
Con la proximidad de las elecciones se intuye un posible reparto de cromos y puestos a dedo, por ejemplo, en la Oficina de Ciencia y Tecnología, recientemente anunciada y dependiendo de quién las gane. Sería muy grave si pudiéramos predecir quién (o quiénes) encontrarán empleo en dicha oficina. Pondría al descubierto la existencia de una red clientelar en el ámbito político-científico, cuyo objetivo pudiera ser el «postureo» y el acceso a puertas giratorias.
Esta información (accesible y pública en los enlaces ofrecidos) es un acto de defensa de los valores mencionados anteriormente, como pilar de una ciencia más justa y libre, y de aquellas personas voluntarias que sí trabajan desinteresadamente por mejorarla, como muchas de las personas que pertenecen desinteresadamente a las iniciativas y asociaciones mencionadas. Legitimar a quien actúa por propio interés, en nombre del progreso y la ciencia, no hace más que perpetuar nuestros problemas estructurales. Deseo y espero que en un futuro se corrijan estos sesgos.
Post enviado a la Trinchera de #InvestigadorEnParo por una de las persona que nos lee