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Profundizar la democracia y la participación social

Fuentes: Rebelión

De los actos de conmemoración de 30 años de democracia en Bolivia, resaltó aquel sucedido en el auditorio del Banco Central, donde el Presidente Evo Morales, propuso efectuar un segundo Encuentro Plurinacional; esta vez con el objeto de «profundizar la participación social y la democracia». Recuérdese que a inicios del presente año, en la ciudad […]

De los actos de conmemoración de 30 años de democracia en Bolivia, resaltó aquel sucedido en el auditorio del Banco Central, donde el Presidente Evo Morales, propuso efectuar un segundo Encuentro Plurinacional; esta vez con el objeto de «profundizar la participación social y la democracia». Recuérdese que a inicios del presente año, en la ciudad de Cochabamba, ya se había realizado el Primer Encuentro Plurinacional que tuvo por objetivo «profundizar el cambio», en respuesta a la demanda social que reclamaba su reconducción y teniendo como telón de fondo el conflicto del TIPNIS y diverso tipo de movilizaciones que cuestionaban el accionar del gobierno sobre el tema.

Resultado de ese primer encuentro para «profundizar el proceso», se elaboró un listado de 500 demandas y 70 proyectos de ley que aún se encuentran en agenda, aunque a pesar del esfuerzo invertido, no se percibe que el objetivo haya sido cumplido en concordancia a los términos del debate desatado en esa coyuntura y las expectativas populares.

En esta ocasión (la conmemoración de 30 años de democracia), y siguiendo esa lógica gubernamental tan corriente de identificar culpables y enemigos para explicar lo que sucede en la realidad, el Presidente Evo Morales, al mismo tiempo de acusar (no sin razón) a los EE.UU. de ser el promotor de los golpes contra la democracia en el Continente, también señaló que algunos sectores sociales exageran y se aprovechan del sistema, al utilizar los instrumentos de la lucha social para fines sectoriales. Por tanto, ello explicaría muy claramente la enorme conflictividad social, los enfrentamientos y las movilizaciones sociales que han implicado muchísimo esfuerzo y desgaste tanto para las organizaciones sociales, como para la propia gestión gubernamental.

Es decir, podría pensarse que el Presidente del Estado Plurinacional ha visto la oportunidad para canalizar constructiva y propositivamente esa enorme energía popular que aún se percibe en el pueblo, para volcarla en la realización del Segundo Encuentro Plurinacional. De esa forma, previniendo y anticipando el surgimiento de nuevas movilizaciones y conflictos, se podría facilitar la formulación y entrega de 3 demandas priorizadas en los diversos estamentos y sectores sociales, de modo que puedan ser atendidas en los diversos niveles de gobierno. Es claro que se trata de una forma muy inteligente para contribuir a profundizar la democracia y la participación social, amén de anticiparse a los conflictos.

La pregunta es: qué está faltando y cuál es la debilidad de esta iniciativa(¿). Al respecto, quisiera recordar aquella sentencia que señala que: «los procesos revolucionarios que no avanzan, se estancan o retroceden». Podría pensarse que habida cuenta de lo señalado anteriormente y siendo que la idea del Presidente Evo Morales ciertamente contribuirá a profundizar (avanzar) la democracia y la participación social, la afirmación no tiene asidero, es una exageración, o está fuera de lugar. Sin embargo, lo que sí podría ser discutible es que, quizás, dicha iniciativa no sea suficiente o, aún más, puede ser contraproducente. Veamos.

La propuesta del Presidente no tiene la virtud de unir, sino de separar (que no es lo mismo que dividir, pero que podría derivar en ello), porque invita a desarrollar procesos independientes a cada uno de los sectores y organizaciones sociales, para la construcción de agendas propias de cada sector. No aporta con un objetivo y una consigna común de movilización.

Ahora bien, tomando en cuenta ello y paralelamente a la realización del Segundo Encuentro Plurinacional, ¿cuáles serían las virtudes de plantear un objetivo común y una tarea de carácter nacional?. Primero, que contribuiría a otorgar un sentimiento y una conciencia conjunta a las clases y sectores populares, lo que les otorgaría la fuerza y el impulso necesario para profundizar los cambios y transformaciones, y emprender tareas de mayor envergadura que las meramente sectoriales. De esa forma, no solo se favorecerían condiciones para avanzar en el proceso de cambio, sino que al contar y compartir un mismo objetivo, las clases populares se unirían y movilizarían aliadas. En otras palabras, cuando los procesos revolucionarios o sus dirigentes dejan pasar la oportunidad, o lo que es peor, alientan el faccionalismo de las clases para promover o consentir que los sectores sociales actúen por su cuenta, con liderazgos e intereses corporativos y egoístas que pugnan únicamente por resolver sus problemas más inmediatos y sectoriales; entonces no solo se pierde la ocasión de profundizar las transformaciones, sino que se convierten en artífices de la división, el conflicto, el enfrentamiento y la confrontación por intereses mezquinos y excluyentes. Aunque evidentemente no se puede negar la justeza de sus demandas, resulta claro que se ha perdido el horizonte de transformaciones mayores, para reducir el proceso a un escenario de apaga incendios de conflictos y demandas que, dependiendo de su violencia y radicalidad, inclusive pueden poner en jaque la gobernabilidad y la estabilidad democrática.

Segundo (y aquí se precisa la tarea nacional a emprenderse), al encarar de manera simultánea la resolución de las contradicciones internas y las tareas de descolonización y liberación nacional, no solo se evita el riesgo de que las (nuevas) clases dominantes tiendan a realizarse plenamente y organizar la sociedad de acuerdo a sus intereses y, por tanto, mantener la condición dependiente y semicolonial del país frente al imperialismo y los intereses transnacionales; sino que se contribuye a establecer condiciones para que los sectores populares y las organizaciones revolucionarias avancen más allá, hacia el cumplimiento de la liberación nacional y el establecimiento de una sociedad socialista. Por esta razón se dice que los países dependientes y semicoloniales para liberarse deben cumplir simultáneamente la tarea de vencer y superar el dominio burgués nacional, y al mismo tiempo encarar la lucha por la liberación nacional contra el imperialismo y la descolonización. Al asumir en carne propia la explotación, el dominio y el sometimiento que ejerce el imperialismo y los intereses transnacionales, los sectores populares tienden a aliarse y emprender una lucha conjunta; de esa manera no solo se evita el riesgo del faccionalismo, la división y la lucha corporativista sectorial, sino que se aporta una condición cualitativamente superior al proceso y las demandas sociales.

Por estas razones, puede afirmarse que la necesidad de profundizar la democracia y la participación social es una tarea importante, pero será inútil e insuficiente si paralelamente no se aborda la lucha por la liberación nacional con base en los principios del Vivir Bien, que constituye al paradigma alternativo al capitalismo y el neoliberalismo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.