San Felipe, Venezuela, 15 de noviembre del 2014. A partir de 1920 en pleno auge de la Revolución Mexicana, se inicia en México el proceso de revolución educativa y, dentro de ella, ocurre la creación de las escuelas normalistas, instrumentos que permitían formar docentes para la educación media sensibilizados con el tema rural. Dichas escuelas […]
San Felipe, Venezuela, 15 de noviembre del 2014.
A partir de 1920 en pleno auge de la Revolución Mexicana, se inicia en México el proceso de revolución educativa y, dentro de ella, ocurre la creación de las escuelas normalistas, instrumentos que permitían formar docentes para la educación media sensibilizados con el tema rural. Dichas escuelas prefiguraban desde la educación liberadora una sociedad diferente a la impuesta por el sistema imperial, inclusive en el tema de la administración de recursos, porque las escuelas normalistas se auto-financian casi en su totalidad por el trabajo organizado de estudiantes y profesores. La geometría de poder en estas instituciones revolucionarias, es diferente a las presentadas en las instituciones tradicionales educativas, ya que basan su planificación curricular y administrativa de manera consejista.
A mediados de las década de los ochenta, y en medio de la avanzada imperialista neoliberal en Latinoamérica, el mínimo presupuesto asignado por el Estado mexicano a las escuelas normalistas fue disminuyendo progresivamente (como ocurre en toda política neoliberal). Ello motivó a estudiantes y profesores a protestar en las calles, en movilizaciones que fueron sometidas a la más brutal represión, dejando un saldo de decenas de muertos y centenares de estudiantes heridos.
La política mexicana siempre ha estado relacionada con los narcotraficantes y prevalecen las actividades en las zonas de frontera para la salida y entrada de sus productos. A medida que las contradicciones políticas, económicas y sociales se incrementaban en el seno de la sociedad mexicana, los carteles-mafias apoyados por la oligarquía imperial, apoderados del aparato estatal de gobierno, pasaron a controlar el territorio del norte de México y lo convirtieron en un escenario de terror permanente. Se trata de una zona de guerra que mantiene en los estados de Jalisco y Guerrero el control del Estado burgués y de las mafias narcotraficantes, haciéndola un escenario complicado para cualquier asomo de carácter revolucionario. Sin embargo, las ideas de izquierdas siempre han prevalecido en el sector campesino que es una de las bases de las escuelas normalistas.
El 28 de junio de 1995 ocurre la masacre de Aguas Blancas, donde 17 campesinos fueron asesinados y la implicación del gobernador Rubén Figueroa Alcocer condujo a su renuncia. La desidia gubernamental dentro de la zona se expresa perfectamente en las palabras que dijera en 2005 Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, otro gobernador de Guerrero: «Ni quiero, ni puedo, ni tengo que combatir el narcotráfico» . Estos hechos marcan un punto de quiebre en la confianza y en la lucha de clase que se lleva a cabo dentro de las escuelas normalistas.
E l día 26 de septiembre del 2014 en la ciudad de Iguala, los estudiantes y profesores de la escuela normalista de Ayotzinapa salen a la calle reclamando justas reivindicaciones en el tema de mejoras de infraestructura y movilización. La protesta fue brutalmente reprimida en 3 ocasiones, siendo cada embestida policial más intensa que la anterior. La protesta evoluciona y en horas de la noche 46 estudiantes se hacen con el control de un bus que a los pocos minutos fue interceptado por las fuerzas policiales. Dicha operacióncriminal-policial a plena vista pública deja un saldo inmediato de 3 estudiantes asesinados y 43 secuestrados.
La canalla mediática internacional, programada desde los laboratorios imperialistas ha querido vincular a los camaradas normalistas en situaciones irregulares, siendo la realidad diametralmente opuesta. Los camaradas normalistas día a día construyen colectivamente un modelo de sociedad diferente, ese es su mayor pecado en un país gubernamental y económicamente entregado al amo imperial que no duda en utilizar las herramientas más sanguinarias y crueles a fin de crear conmociones colectivas que ocasionen la desmovilización de las luchas del pueblo.
El uso del terror por el poder establecido no es nuevo en México ni en el mundo, de hecho, en Venezuela, esa derecha imperial transformada físicamente en células paramilitares contratistas, intentan aterrorizar a nuestra juventud revolucionaria. Recordemos el vil asesinato del camarada Robert Serra (uno de los que impulsaba la investigación de Lorent Saleh y la infiltración paramilitar en Venezuela y sus nexos con la juventud de derecha) y más recientemente, el asesinato (a manos de un sicario) del camarada y militante TUPAMARO Yeison Carrillo, Presidente de la FCU de la Universidad Rómulo Gallegos.
Desde la Juventud Tupamaro condenamos enérgicamente la violencia sistemática contra la experiencia normalista a lo largo del tiempo, cuya última expresión se traduce en el crimen cobarde cometido en Iguala contra los estudiantes normalistas y la evidente indisposición del gobierno entreguista mexicano para la resolución del caso. Desde nuestro movimiento se rechaza a la canallada imperial y sus permanentes acciones que buscan producir más bajas a la juventud revolucionaria internacional.
Nosotros, la Juventud Tupamaro, no aspira a ser un relevo generacional, sino la continuidad de la lucha histórica de los oprimidos, y estamos seguros, de que unidos venceremos.
¡Patria o Muerte!
«La historia de la Humanidad se resume a la historia de la lucha de clases»
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