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Protestas encadenadas ante imparable violencia

Fuentes: IPS

«Es doloroso hacer un altar en ofrenda a un hijo fallecido», escribió en su cuenta de Twitter el mexicano Abraham Fraijo, uno de los protagonistas del movimiento ciudadano contra la violencia y la impunidad en su país surgido casi espontáneo en el marco de la celebración del Día de los Muertos. La fotografía de Emilia, […]

«Es doloroso hacer un altar en ofrenda a un hijo fallecido», escribió en su cuenta de Twitter el mexicano Abraham Fraijo, uno de los protagonistas del movimiento ciudadano contra la violencia y la impunidad en su país surgido casi espontáneo en el marco de la celebración del Día de los Muertos.

La fotografía de Emilia, la hija de Fraijo, y la de otros 48 niños y niñas que murieron calcinados el 5 de junio de 2009 formaron el domingo un inédito altar de muertos en la columna del Ángel de la Independencia, en la Ciudad de México. Ofrendas similares se instalaron en otros cinco estados para conmemorar la tragedia y apoyar la demanda de justicia de sus padres.

«Es muy triste que a Emilia le haya tocado vivir en un país en el que el gobierno le quitó todo y en el que la clase política desprecia tanto a los ciudadanos», dijo a IPS horas más tarde su padre, con la mirada clavada en las decenas de personas que respondieron al llamado de colocar una flor o encender una vela por los niños muertos en la guardería ABC, en el norteño estado de Sonora.

Las fiestas del Día de los Muertos es una de las tradiciones más arraigadas en México, como parte de la herencia de la cultura indígena y tienen lugar cada año a fines de octubre y comienzos de noviembre, cuando culmina el ciclo anual del maíz. Coincide en parte con los católicos Días de Todos los Santos, el 1 de noviembre, y el de los Fieles Difuntos, el 2 de noviembre.

Es cuando los mexicanos recuerdan a sus familiares y amigos muertos y les ponen coloridos altares y ofrendas, que incluyen la comida preferida de los que ya no están.

Pero este año, esa celebración se convirtió en luto para muchos. La semana previa al ritual coronó una escalada imparable de violencia con cuatro masacres de jóvenes y la represión policial a estudiantes de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) que protestaban contra la militarización en esa localidad y el resto de la zona fronteriza con Estados Unidos.

El viernes 22 de octubre en Ciudad Juárez fueron asesinadas 14 personas que festejaban una fiesta de cumpleaños, en un hecho similar a lo ocurrido el 31 de enero en esta misma urbe. Pero estaba vez no hubo tiempo porque dos días después, en Tijuana, otra ciudad fronteriza, un grupo de desconocidos entró a un centro de rehabilitación para drogadictos y fusiló a 13 internos.

El miércoles pasado, 15 personas fueron asesinadas en un negocio de lavado de automóviles en Tepic, en el occidental estado de Nayarit, y un día después la escena se repitió con siete jóvenes comerciantes del populoso barrio de Tepito, en la Ciudad de México.

La semana cerró con los disparos de policías sobre estudiantes de la UACJ. Una de esas balas le entró por la espalda a Darío Álvarez, quien quedó tendido dentro del campus, y su estado de salud es delicado, al punto de que los médicos dijeron que necesitará varias cirugías para salvarle la vida. El rector y la comunidad universitaria hicieron un fuerte reclamo al presidente de México, el conservador Felipe Calderón, quien no se ha pronunciado sobre el tema.

«Lo que hemos visto esta semana y los últimos meses es un juvenicidio, el asesinato sistemático de jóvenes», aseguró a IPS Carlos Cruz Santiago, dirigente de la no gubernamental Cauce Ciudadano.

Aunque las autoridades mexicanas responsabilizaron a la delincuencia organizada de las matanzas contra jóvenes, organizaciones de la sociedad civil calificaron el nivel de violencia en contra de este sector de la población como una «catástrofe humana» y solicitaron la intervención de agencias internacionales para detener estos ataques.

Frente a esta brutal escalada de la violencia, organizaciones que han defendido causas diversas en los últimos meses decidieron encadenar una serie de manifestaciones para demandar al gobierno un cambio de rumbo en su estrategia de seguridad.

«La idea surgió en la redes sociales por Internet. Se trata de aglutinar esfuerzos para decir ¡Ya basta! Esto no está resultando», dijo a IPS Alberto Escorcia, uno de los convocantes de las «Jornadas contra la Violencia y la Impunidad», que se identifican con la etiqueta de LutoxMéxico.

Las jornadas comenzaron con el altar para los 49 niños muertos en la guardería ABC y continuaron este lunes con un altar para los inmigrantes en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (Ciudad de México).

En esta ocasión se presentó el portal 72migrantes.com en homenaje a la matanza de extranjeros indocumentados el 23 de agosto en un establecimiento rural del nororiental estado de Tamaulipas. Se trata de un singular proyecto impulsado por la periodista Alma Guillermoprieto, para crear un «altar virtual» que recuerde a esas víctimas.

A la iniciativa se sumaron escritores, académicos, fotógrafos y periodistas, quienes aportaron textos breves sobre cada una de las víctimas, incluidas las que no han sido identificadas. Los visitantes de la página podrán dejar una rosa virtual e incluso hacer una donación pues con el dinero reunido se donará a organizaciones defensoras de derechos de los inmigrantes.

También se instaló un altar para los periodistas muertos. Es que la comunidad está consternada por las amenazas de muerte en contra de Jorge Alejandro Medellín, a raíz de la publicación de un reportaje sobre los supuestos vínculos de un general con el narcotráfico,

Las jornadas culminan con una caminata nocturna de luto por el paseo de la Reforma y un enorme altar en la columna del Ángel de la Independencia, como conmemoración a todos los muertos del sexenio, que oficialmente suman más de 30.000.

Aunque la respuesta ha sido positiva, la participación ciudadana en estas protestas no resultó masiva, en buena medida por el asueto oficial de las conmemoraciones.

Sin embargo, desde su trinchera en la escalinata del monumento a la independencia, Abraham Fraijo no pierde el ánimo.

«Siempre que el gobierno hace algo terrible, los políticos se protegen unos a otros, pero la sociedad no y por eso se aprovechan. Pero yo creo que no todo está perdido, hay gente que está despertando, quizá no tan masivamente como quisiéramos, pero al menos no han dejado de venir. Eso para mí es una esperanza de que de verdad, algo se puede cambiar», comentó.

– Fuente: http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=96788