La psicologización de la educación
En los últimos años, uno de los elementos característicos de las escuelas es la aparición de una verdadera epidemia de escolares diagnosticados, por propios y extraños, con TDAH o TEA, estrés, depresión o ansiedad infantil y adolescente.
La moda de diagnosticar “trastornos” y medicarlos, está asociado a la incapacidad que muestra el estudiante de adecuarse al ambiente escolar, al deficiente desempeño académico o los problemas de aprendizaje en matemáticas, lectura y escritura. Este fenómeno a inspirado la psicopatologización del estudiante como una de las tareas centrales de la educación formal.
De tal suerte, que la mayor parte de los problemas educativos, no obedecen a un modelo escolar hostil, monologal y vertical o bancario, como lo denunciaría Freire en su Pedagogía del Oprimido, sino a la condición psíquica del escolar, a sus discapacidades, incluso o su falta de interés o motivación.
La psicopatologización del escolar ha trasladado el análisis de los fenómenos escolares y educativos de la pedagogía a la psicología, y con ello, ha evadido un problema detectado por Vygotsky hace casi un siglo: las deficientes estructuras de los programas escolares. Este hecho, la sustitución de la pedagogía por la psicología, expresa un fenómeno ya por todos conocido: la psicologización de la educación.
Una aclaración, cuando se dice que la psicopatologización del escolar sustituye la pedagogía por la psicología, no me refiero a la psicología relacionada con los estudios del desarrollo de la mente o al clásico problema pedagógico que relaciona el desarrollo y el aprendizaje analizado por Vygotsky, Luría o Lentiev, entre otros; sino a la psicología conductual, humanista, positiva, etc.
Aunque recientemente en México la psicopatologización del estudiante y la psicologización de la educación está asociado a la reforma educativa de 2019, la cual redujo radicalmente el sistema de educación especial e introdujo a miles de niños y adolescentes con necesidades educativas especiales a centros de educación regular en aras de instaurar la educación inclusiva, este fenómeno no es nuevo, tienen por lo menos dos antecedentes de larga data:
- Primero. Está asociada a la aspiración de que la escuela burguesa sea integral, como si esto fuera posible, es decir que no solo atienda las necesidades asociadas a la adquisición de conocimiento o habilidades, sino que también incorpore la educación de la subjetividad del escolar, con lo que la educación tradicional (disciplinamiento o entrenamiento), ya no debería ser solo por medio del currículum oculto como lo llamaría Hyrouxi.
- Segundo, también está relacionada con la aparición e influencia en la educación de los trabajos sobre Inteligencias Múltiples e Inteligencia Emocional de Howard Gardner en los 80; de Salovey y Mayer (1990) y de Goleman (1997)ii, los cuales se popularizaron en la década de los 90.
La psicologización del acto educativo, o el desplazamiento de la pedagogía a la psicología, desembocó en la búsqueda de herramientas terapéuticas de intervención que pudieran impactar en la motivación y desempeño del estudiante. Aquí es donde aparece la propuesta de educación socioemocional y la teoría de la educación socioemocional que, si bien tiene antecedentes en la década de los 60 del siglo XX, es popularizadas por los trabajos de Bisquerra, Fernández-Berrocal y Extremera, entre otros.
De esta forma, la psicologización de la educación está relacionada con los enfoques de la educación basada en competencias, particularmente al enfoque de competencias educativas en inteligencia emocional.
La educación socioemocional
Cuando la inteligencia socioemocional se incorporó al modelo escolar mexicano, los funcionarios que lo proponían argumentaban a favor por medio de recurrir a los principios de la teoría de Inteligencias múltiples, por ejemplo, que los estudiantes deberían tener la “capacidad de controlar las emociones, la capacidad de motivarse uno mismo, el reconocimiento de las emociones ajenas y el control de las relaciones” interpersonales, etciii.
La aplicación de un modelo escolar con un enfoque de inteligencia emocional, retomaba las propuestas del Foro Económico Mundial, quien en su documento: “Nueva Visión para la Educación: Fomentar el Aprendizaje Social y Emocional a través de la Tecnología”, indica que el aprendizaje socioemocional “formaría a los estudiantes para que triunfen en una economía digital en evolución”.
Además, el BM, abiertamente exponía que la educación emocional está dirigida para mejorar las oportunidades de “los postulantes a empleos”, ya que esta permite trabajadores “proactivos, adaptables y con capacidad de trabajar bajo presión”, de tal suerte que, las escuelas deben proporcionar esta capacidad a los jóvenes que se insertarán al mercado laboral.
El BM, incluso llegó a señalar que los empresarios lamentaban la falta de desarrollo en las escuelas de habilidades sociales y emocionales de los futuros trabajadores. Por su parte, el informe del Foro Económico Mundial sobre el Máster 2018-19 en Inteligencia Emocional, Psicología Positiva, Neurociencia, Ciencias de la Felicidad, el Bienestar y la Salud, concluyó que los trabajadores con formación socioemocional son mejores trabajadores, es decir, más frexibilizables y productivos.
En esencia, la moda sobre la enseñanza de la inteligencia emocional en la escuela, está relacionada con la influencia de los departamentos de “recursos humanos” de las grandes corporaciones que han diseñado el perfil más útil para incrementar la productividad de las empresas: trabajadores productivos y dóciles, pero satisfechos, que soporten las condiciones de un mercado laboral basado en la terciarización, precarizado y superexplotador.
No es casual que la educación socioemocional se considere como parte de la propuesta que retoma la tesis de que la escuela debe ser un espacio de formación de “capital humano”, pero con un ingrediente adicional a las habilidades y capacidades técnicas, los cual implica la formación de una subjetividad adecuada y sumisa a la explotación laboral
Usando las tesis de David Pavón, podríamos decir que la inteligencia emocional es la dimensión formativa y disciplinaria de la mano de obra que requiere el capital inteligente. Podría agregar, tal como lo expone Emiliano Exposto que la inteligencia emocional, responde a “los síntomas que evidencian que hay algo “en los escolares” que se resiste a encajar en los automatismos de éxito, productividad y rendimiento” de la escuela tradicional, diseñada para el adiestramiento de fuerza de trabajo para la acumulación de capital.
Es la mediación perfecta entre escuela — salud mental burguesa – trabajo — explotación, y con ello, se garantiza que la producción y reproducción de la fuerza de trabajo obedezca plenamente a las necesidades de la máxima valorización del capital.
De esta forma, existe un vínculo entre la educación socioemocional y la visión de una “salud mental” burguesa, como la define Exposto: de bienestar individual o una cuestión psicológica, psiquiátrica y médica, de atención y control de la futura mano de obra empleada por las corporaciones transnacionales y sus subsidiarias criollas. Todo lo dicho hasta aquí, que la educación socioemocional es la respuesta convencional a la psicologización de la educación no es nuevo.
Sin embargo, lo que podría ser interesante, es la permanencia de la educación socioemocional como enfoque psicopedagógico para atender las dimensiones formativas del escolar en la reforma educativa de la 4T, que según se autonombra, decolonial e influenciada por el pensamiento crítico.
Si bien la educación socioemocional se incorporó como parte de las características que debería tener el Sistema Nacional de Educación después de la reforma priista de 2013, debido a que la crítica a esa reforma educativa se concentró en su contenido laboral, el análisis crítico sobre la educación socioemocional tuvo poca relevancia en el debate público.
Pero con la reforma educativa de la 4T del 2019, el concepto se recuperó. La educación emocional o socioemocional parece en el inciso h) de la fracción II del artículo 3ro Constitucional; y en la Ley General de Educación en los artículos 16 fracción IX, artículo 18 fracción VI, artículo 30 fracción XI y articulo 59. En los libros de texto de la Nueva Escuela Mexicana aparece, por ejemplo, en el texto de Lo Humano y lo comunitario, como parte del enfoque de la asignatura de tutoría en secundaria.
El imperialismo
Más allá de que la educación socioemocional sea una de las propuestas de los organismos representantes por excelencia del imperialismo como el FMI, el BM o el FEM, parece que lo relevante es la aplicación de propuestas formativas de los trabajadores en países caracterizados por la superexplotación de la fuerza de trabajo, es decir, de países de capitalismo dependiente.
Aquí me gustaría hacer una acotación: es Imperialismo y no solo colonialismo porque supone una forma particular y precisa de enajenación de la fuerza de trabajo, a saber: la extracción del excedente económico mediante la apropiación de plusvalía por el capital bajo la forma de monopolios asociados al capital financiero. De esta forma, la subsunción del trabajo al capital, tanto material como espiritual, está definida concretamente por la forma en que aparece el capitalismo, es decir, como imperialismo.
La consideración del Imperialismo como una fuerza material que regula la extracción de plusvalía y con ello, las formas específicas de explotación de los países dependientes, supone también que es el imperialismo capitalista quien organiza la subsunción de la subjetividad. Con ello, evitamos caer en el error de algunas perspectivas del pensamiento de colonial que separan arbitrariamente la teoría explicativa de la explotación, de la teoría de la dominación mental, como lo hace Tania Carranzaiv. La primera, según algunos autores decoloniales, es propia de la teoría del capitalismo, la segunda del colonialismo y neocolonialismo.
Si el imperialismo y el capitalismo son fuerza material que subyace detrás de las políticas formativas de la subjetividad, las propuestas educativas “criticas” y la pedagogía y psicología critica, deberían no solo visibilizar su papel y función, si no también abiertamente declararse como antiimperialistas y anticapitalistas.
Lo anterior no es poca cosa. Ya que uno de los principales representantes del pensamiento decolonial, Ramón Grosfroguel, reconoce la existencia de perspectivas decoloniales que no rechazan al imperialismo. Quizás este punto explique por qué la Nueva Escuela Mexicana, concilia sin mucho problema la educación socioemocional y la pedagogía decolonial.
Notas:
i Aunque en México la educación integral como concepto aparece en la reforma educativa de 1946, no cobrará fuerza sino cuatro décadas después.
ii En la literatura psicopedagógica en 1966 en la revista Journal of Emotional Education, la cual fue publicada hasta 1973 por el Instituto de Psicología Aplicada de Nueva York.
iii La inteligencia emocional incluye el control de los sentimientos y su adecuación al momento y la situación, su subordinación a un objetivo, la empatía y el arte de gobernar las relaciones para el liderazgo y la eficacia interpersonal”
iv Descolonización epistémica y proyectos políticos en América Latina. Una mirada a los marxismos del Sur Global, en Kohan y López-Castellanos. Marxismo y pensamiento critico en el sur global. AKAL, 2023-
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