Recomiendo:
1

Sobre estrategias malparidas (III)

¡Que alguien les explique!

Fuentes: Rebelión

Al escribir “Sobre estrategias malparidas II”, me juré a mí mismo no continuar la secuela, pues pensé (ahora sé que fue iluso de mi parte) que las iluminadas autoridades educativas no me darían más tela de dónde cortar; sin embargo, parafraseando a Dewey, de la serie Malcolm el de en medio: a pesar de que no espero nada de ellas, aun así terminan decepcionándome.

Pues volvemos con el tema de la APROBACIÓN/REPROBACIÓN. En entregas anteriores –perdonen que lo repita, pero quiero que quede bien claro este punto– señalé que, normativamente hablando, el sistema “permite” la reprobación; sin embargo, nuestras autoridades educativas (en este caso, las estatales –¡Hola, Guanajuato!–, aunque las federales no cantan mal las rancheras) juegan requetebién a la simulación y los 0s, 1s, 2s, 3s, 4s y 5s los transforman en 6s y, en no pocas ocasiones, hasta en 7s. En otras palabras, para que se entienda, tenemos mandamases que le juegan a la alquimia con las calificaciones: de un pedazo de estiércol sacan un lingote de oro (según ellos, porque ni a oropel llega… si no me creen, pregúntenles a las preparatorias y a las universidades).

Ustedes se preguntarán: “¿Y ahora por qué viene otra vez este tipo con la misma cantaleta?”, y con justa razón. Pues por lo siguiente: ahora resulta que los egregios dirigentes educativos han decidido pasar a los alumnos ellos mismos. “¡Venga! ¡Para qué atenernos a los resultados entregados por los maestros, si podemos manipular el sistema al que se suben las calificaciones!”, gritaron a los cuatro vientos. ¡Así es, señoras y señores: el sistema no dejó subir 5s! Ya no solo fueron las presiones y amenazas hacia las escuelas con el propósito de maquillar las cifras, sino que se dieron el lujo de “moverle” a la plataforma donde se capturan los numeritos que dan cuenta del desempeño de los estudiantes.

¡Que alguien les explique, otra vez, que están violando la “ley”! Y no una “impuesta” por un tirano, sino una emitida por la misma autoridad. En función del Acuerdo 12/06/20 (sí, ese que dice cómo evaluar el último ciclo escolar, en función de lo provocado por la contingencia): “…Durante el mes de agosto se llevarán a cabo dos procesos de regularización para estudiantes de secundaria, previo acompañamiento y apoyo académico. Los resultados de las evaluaciones deberán emitirse a mas [sic] (¿se acuerdan que les dije que estaba escrito con las patas?) tardar el 31 de agosto…”. ¡¿Qué demonios se regularizará si el maldito sistema “pasó” a todos?!

Asimismo, la multiabusada normativa indica: “…El ciclo escolar 2020-2021 iniciará el 10 de agosto de 2020 con una etapa remedial o de nivelación, un periodo de valoración diagnóstica y de trabajo docente para resarcir rezagos e insuficiencias en el aprendizaje correspondiente al grado anterior y tendrá una duración mínima de tres semanas; el colectivo docente o el titular del grupo podrán determinar la ampliación de este periodo…”. ¡¿Para qué, grandísimos lerdos, si ustedes ya nivelaron a los alumnos que hicieron poco o nada durante la cuarentena?!

Y la cereza del pastel: “…En aquellos casos en los cuales las niñas, los niños y adolescentes demuestren contar con los conocimientos, habilidades y destrezas superiores a los reflejados en la evaluación del ciclo escolar 2019-2020, y ameriten una calificación mayor a la asentada en la boleta de calificaciones o certificado, la maestra o el maestro podrá realizar la rectificación de la calificación al final del periodo de diagnóstico y emitirla nuevamente. Las autoridades educativas involucradas, principalmente las áreas de control escolar, deberán realizar las gestiones necesarias con la finalidad de ejecutar el cambio de las calificaciones de manera inmediata y registrarlo en los sistemas de información escolar correspondientes…”. ¡Gracias, ignorantes supinos! Ya lo hicieron por mí… eso sí, sin diagnóstico y sin nada… Por su linda cara… y para poder decir: “¡Sí, jefe! ¡Lo logramos! ¡Todos pasaron y aprendieron! ¡El sistema funciona! ¡Vamos por buen camino!”.

Con lo previamente descrito no intento salir en defensa del magisterio, pues –como lo he señalado en otras ocasiones– muchos de sus integrantes no merecerían ser llamados maestros, ni mucho menos estar a cargo de la educación de nadie. No dudo que a varios les “venga como anillo al dedo” esta situación.

Finalmente, culmino con otro parafraseo, ahora de Moderatto: ¡Sí, ya lo veo venir! Veo, en un futuro no muy lejano, a las autoridades pidiendo que dicho periodo lo ocupemos para… ¡Esperen! ¿Para qué les doy ideas? Ellos, día a día, demuestran que para inventarse sandeces y exigir la aplicación de las mismas nadie les gana… Lo peor es que nadie les pone un alto.