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¿Qué está pasando en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México?

Fuentes: Rebelión

El proyecto de universidad cristalizado en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, (UACM), tiene sin duda, aspectos muy importantes que el movimiento democrático debe defender. Nos referimos, por ejemplo, a la gratuidad, establecida claramente en su estatuto, para todos los servicios que la Universidad ofrece. Nos referimos también a la flexibilidad académica que […]

El proyecto de universidad cristalizado en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, (UACM), tiene sin duda, aspectos muy importantes que el movimiento democrático debe defender. Nos referimos, por ejemplo, a la gratuidad, establecida claramente en su estatuto, para todos los servicios que la Universidad ofrece. Nos referimos también a la flexibilidad académica que le permite a cada estudiante adecuar su ritmo de estudio a sus necesidades, cursando el número de materias que pueda, con la garantía de que la institución le otorga un reconocimiento oficial a cualquier estudio certificado en esta Universidad, sea una materia, un conjunto de materias o una licenciatura o posgrado completos.

Otro de los aspectos de avanzada de esta institución, es que no aplica examen de admisión, es decir, no impone un filtro social para elegir a sus alumnos, sino que ofrece a todos los que solicitan ingresar, la posibilidad de hacerlo. Por la evidente limitación física de espacio en sus instalaciones, se sortean los lugares de quienes ingresarán en cada ciclo, pero los demás aspirantes pueden ingresar en periodos posteriores si así lo desean.

No podemos dejar de mencionar que en este proyecto educativo, con apenas 9 años en su historia, existen también aspectos cuestionables, como la falta de democracia en la elección de los rectores, los exámenes departamentales (certificación centralizada) , y la existencia de grupos de poder incrustados en puestos de dirección académica. Estos problemas no deben nublar nuestra vista respecto a la trascendencia de defender los aspectos de avanzada que la hacen una institución única actualmente en nuestro país.

Desde hace un par de años, la UACM ha sido blanco de numerosos ataques de la derecha que la juzga con los criterios eficientistas con los que el Banco Mundial evalúa a la educación superior, y la considera un simple desperdicio de recursos. Para esta ultraderecha miope, la educación no tiene ningún valor social y por ello, sólo puede verla a través del cristal del costo-beneficio. Por otro lado, el gobierno del DF, encabezado por Ebrard, ha ejercido la presión del estrangulamiento presupuestal para lograr colocar en la rectoría a una académica afín a él: Esther Orozco. Pero, pese a las promesas, aun con la llegada a la rectoría de la Dra. Orozco, el estrangulamiento económico continúa.

La nueva rectora se apresta a echar atrás lo mejor de la UACM. Para empezar, quiere implementar una Propuesta de reorganización en la que se establece un límite de permanencia en la universidad, mismo que dejaría fuera de esa institución sobre todo a los jóvenes a los que, por su situación socioeconómica, les cuesta más trabajo estudiar. La huelga del CGH de 1999-2000 echó atrás, entre otras cosas, esta misma limitación cuando el entonces rector, Francisco Barnés, la quiso imponer en la UNAM.

Ya se habla también de la intención de la rectora de acabar con la flexibilidad académica imponiendo la obligatoriedad de cursar 5 materias por semestre. Si estas primeras medidas pasan, pronto se estará imponiendo un examen de admisión y no dudamos que incluso traten de eliminar la gratuidad. Conocemos muy bien las repercusiones de medidas de este estilo, contra las que siempre ha luchado el movimiento estudiantil. Se trata de negarle el derecho a la educación superior a un estrato social: los de abajo.

En el terreno laboral, el panorama no es mejor. Tras un ofrecimiento de 2.76% de aumento salarial y un bono único de $2000, que fue rechazado en asambleas sindicales, un grupo de sindicalizados, en pugna con quienes actualmente ocupan la coordinación ejecutiva, promovió la aceptación individual de la oferta de la rectora aprovechando, por un lado, la falta de información y de participación de una gran parte de los trabajadores y, por el otro, la confusión sembrada por las autoridades.

Cientos de trabajadores firmaron una carta aceptando este aumento sin saber que sus firmas se usarían para pedirle a la junta de conciliación y arbitraje que, en una acción sin precedente, se acuerden aumentos individuales sólo para los trabajadores que lo solicitan, al margen y en contra de sus propios compañeros de trabajo. Las autoridades laborales dijeron ¡sí, claro!, porque eso es exactamente lo que quieren: acabar con cualquier tipo de negociación colectiva, con los contratos colectivos y con los sindicatos. ¡Nunca esperaron que los propios trabajadores tocaran a su puerta para pedirles que hicieran lo que ellos quieren imponer a nivel nacional!

El proceso de enajenación del sindicato, venga de donde venga y tenga el color que tenga, sólo puede detenerse con la participación decidida de los trabajadores. Y si no se detiene ya, cada vez será más difícil, porque suelen formarse pequeños grupos que buscan el control del sindicato y que van adecuando los estatutos y la vida sindical cotidiana para garantizar su permanencia en los puestos, a través del clientelismo y la corrupción, buscando su beneficio personal.

Los estudiantes y trabajadores de la UACM tenemos la palabra frente a esta difícil situación. Reunirnos, discutir, tomar una posición clara frente a cada una de estas amenazas, y actuar en consecuencia, es no sólo nuestro derecho sino también nuestra obligación. ¡Es hora de actuar, compañeros estudiantes y trabajadores!