A los 8 años yo jugaba a que era un «pirata», «abordaba» imaginarios barcos y decía que cuando fuese grande sería maquinista de trenes y también carpintero como mi papá. Pensé en esto cuando lei la noticia horrorizado. En su edición del viernes 21 de septiembre, justamente el día de la primavera, de […]
A los 8 años yo jugaba a que era un «pirata», «abordaba» imaginarios barcos y decía que cuando fuese grande sería maquinista de trenes y también carpintero como mi papá. Pensé en esto cuando lei la noticia horrorizado.
En su edición del viernes 21 de septiembre, justamente el día de la primavera, de los jóvenes, de las flores, Clarín publicó una noticia que es la más tremenda denuncia social: «12 chicos entraron a una farmacia de Palermo con la excusa de que querían pesarse en la balanza. Pero enseguida dos saltaron el mostrador, amenazaron a las empleadas con cuchillos de cocina y vaciaron la caja registradora. Mientras tanto el resto se dedicaba a saquear el negocio. Luego, con tranquilidad, en el mismo local dividieron el dinero que robaron y escaparon. El grupo estaba integrado por chicos menores de edad que tienen entre 8 y 15 años. Luego del asalto cuatro de ellos fueron detenidos por la Policía. El episodio ocurrió ayer a la mañana en una farmacia de Santa Fe y Bulnes, a sólo 48 horas de que dos comerciantes de la zona denunciaran que también fueron asaltados por grupos de chicos. «Apenas entraron al local me imagine que me iban a robar. Tenían mucho olor a nafta y algunos llevaban bolsitas con pegamentos en sus manos. Estaban armados con cuchillos de cocina y a una empleada llegaron a lastimarle un dedo. Dos saltaron el mostrador y pedían el dinero», explicó Hugo, el dueño de la farmacia a Clarín».
¿Qué terrible abismo social se ha abierto cuando un niño de 8 años, drogado con pegamento, asalta un negocio, amenaza con destripar con una pua al empleado y reparte con sus amiguitos el botín obtenido ahí mismo?
Esta noticia, tremenda, y que en Argentina todavía es relativamente novedosa, ya no sorprendería en Centroamérica, Colombia o Brasil. Los sanquinarios ricos brasileños, dignos descendientes de la oligarquía esclavista, inventaron, hace ya muchos años, una «solución final» para terminar con las bandas de niños. Sabían que esos niños al crecer se podrían convertir en criminales despiadados. Como ni las amenazas, ni las leyes más duras, ni los castigos terminaban con esas bandas, crearon los «escuadrones de la muerte» de policías y matones que los asesinan.
Imaginamos ya la reflexión de todos los Blumberg e hijos de Patty y Videla, que pululan por estos pagos: hay que castigar y encarcelar a los padres que son los responsables de estos niños. ¿Y si las madres y padres no están? ¿Y si están presos? ¿Y si están destruídos socialmente, sin trabajo y sin casa? Lo de los «escuadrones de la muerte» quizá lo piense más de uno, pero no lo diría en público.
El gobierno afirmó recientemente que «solo» hay 8 millones de pobres. Pero, ya hace rato que las estadísticas oficiales del kirchnerismo no las creen ni los niños de 8 años. Es muy razonable pensar que no son «solo» 8 millones, sino más del doble. Con salarios de hambre, con madres en la extrema pobreza que selan a limpiar casas por 500 o 600 pesos al mes, con el desarrollo de marginalidad en la vivienda, con tanto abismo social: ¿quien cuida de los niños?
¿Y quien se ocupa de los niños abandonados? En Ezeiza funciona un Hogar Escuela creado por Eva Perón con ese fin. Lanquidece siempre al borde del cierre y funcionando a un tercio de su capacidad. Ahí, esforzados docentes, atienden a los niños, que reciben ropa, alimentos y una cama limpia. Pero, es una gota de agua en el mar. El otro destino son los depósitos llamados «reformatorios» para niños.
«Más de veinte mil niños y adolescentes están recluidos. El 87 por ciento es por causas asistenciales, es decir que sólo el 13 está detenido por hechos delictivos. El estudio fue elaborado por la Secretaría de Derechos Humanos y Unicef. El 87 por ciento está bajo un régimen de encierro no por la comisión de un hecho delictivo sino como consecuencia de situaciones de carencias socio-económicas. La «institucionalización» ha sido la respuesta generalizada que ha dado el Estado desde las políticas públicas a los chicos abandonados, abusados o víctimas de otros delitos… El estudio encontró que, en algunos casos, chicos con «causas asistenciales» comparten el mismo establecimiento con menores con «causas penales». «La separación de los niños y niñas de sus familias y su consecuente institucionalización, lejos de evitar problemas, constituyeron el camino hacia la carrera delictiva. Los institutos y ‘reformatorios’, además de violar los derechos de los niños y niñas internos, han sido verdaderas escuelas del delito», señala el informe oficial. El relevamiento detectó 19.579 niños, niñas y jóvenes de hasta 21 años de edad privados de libertad en todo el país. Pero la cifra total real sería entre 25 y 40 por ciento mayor, según reconoció Victoria Martínez, directora nacional de Derechos de Personas y Grupos Vulnerables de la Secretaría de Derechos Humanos, ya que algunas provincias, como Córdoba, no brindaron el número de chicos institucionalizados por causas asistenciales» (Página 12, 14/7/2006).
¿Hay entonces responsables? Sí claro. En primer lugar un régimen social despiadado, el capitalismo, adonde nadie se hacer responsable de un niño abandonado. La solución de fondo es terminar con el capitalismo. En Cuba, pese a su pobreza estructural , burocracia y problemas económicos, no hay niños abandonados. Pero aun en sociedades capitalistas hay ejemplos de otras leyes. Leyes norteamericanas que venían del New Deal de la década del 30, responsabilizaban penalmente a las autoridades políticas por cada niño abandonado. Era procesado el intendente del lugar adonde hubiera niños abandonados. Esas leyes las anuló Reagan.
Sin un plan masivo de hogares escuelas y asistencia directa a todo niño abandonado, no solo no hay solución para este drama, sino que los problemas de «seguridad» que tanto preocupan a las clase acomodadas se harán incontrolables, aunque llenen el país de cárceles.