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¿Qué significan las nuevas alianzas del MAS de Evo?

Fuentes: Boletín Bolivia Izquierda Socialista

La alianza del MAS con los racistas de la ex Unión Juvenil Cruceñista de Santa Cruz, recibió el merecido repudio hasta de dirigentes del MAS, como la representante del Gobierno en materia de Autonomías, Helena Argirakis, pidió no olvidar el pasado «nefasto» de estos nuevos acompañantes del MAS que amedrentaban campesinos, «no simplemente para insultarlos […]

La alianza del MAS con los racistas de la ex Unión Juvenil Cruceñista de Santa Cruz, recibió el merecido repudio hasta de dirigentes del MAS, como la representante del Gobierno en materia de Autonomías, Helena Argirakis, pidió no olvidar el pasado «nefasto» de estos nuevos acompañantes del MAS que amedrentaban campesinos, «no simplemente para insultarlos verbalmente, sino también para tomar instituciones públicas, durante la gestión de Branko Marinkovic» (www.rebelion.org).

Por su lado, Mariano Huayta, dirigente de los ‘ponchos rojos’ de la provincia Omasuyos de La Paz, anunciaron que analizarán la alianza que hizo Ávalos con ex unionistas. Para ese fin, se declararon en emergencia y se reunirán en el transcurso de hoy en los 24 cantones de la provincia Omasuyus para definir una posición sobre el tema (Erbol).

En el Plan Tres Mil, bastión del MAS en la ciudad de Santa Cruz, la Unión Juvenil Popular (UJP), que el año pasado se enfrentó en intensas batallas campales con la Unión Juvenil Cruceñista, rechazó esta alianza y advirtió a los dirigentes masistas que tengan cuidado con este bloque. El representante de esta organización, Richard Céspedes, dijo que «es una mala decisión porque, en el fondo, estos jóvenes siguen odiando a la gente colla. No creo que esos sentimientos cambien de un rato para otro, es muy sospechoso».

El dirigente de la Central Obrera Departamental (COD) cruceña, Lucio Vedia, afín al MAS, también expresó sus dudas acerca de la «intención» de los unionistas. «No sea como el caballo de Troya».

Una política general

Pero esta alianza con los racistas de la UJC, tan repudiable como es, no es un hecho aislado, o una ocurrencia de Isaac Avalos, sino que forma parte de una política más general de aliarse con dirigentes derechistas y oligarcas en todo el país.

El presidente del Comité Cívico Provincial de Santa Cruz, Alberto Añez, denunció que el vicepresidente Álvaro García Linera sostuvo una reunión secreta el 2 de noviembre con empresarios cruceños con el objetivo de buscar el apoyo de este importante sector. Áñez dijo que la reunión se realizó el lunes pasado en la casa del ex ministro de Tuto Quiroga, Carlos Kempff Bruno. Entre los empresarios se encontraban Juan Carlos Sánchez, de Ferrotodo; el médico Carlos Fütchner, Pablo Bedoya, del Banco Nacional de Bolivia; Joaquín Aguirre, de Puerto Aguirre, entre otros (Erbol, FMBolivia).

Del mismo modo, el ex senador tarijeño de Poder Democrático y Social (PODEMOS), Roberto Ruiz Bass, calificó como «derecha gorila» al partido Plan Progreso para Bolivia, liderado por Manfred Reyes Villa, y explicó: «Queremos sintonizar a Tarija con el proceso político que vive Bolivia y no estar a contrarruta, añadiendo que también se debe a la posibilidad de consolidar las autonomías», justificando así su apoyo a candidatura de Evo Morales (www.rebelion.org).

A estos sectores hay que agregar los que silenciosamente fueron cambiando de camisa y entraron al MAS, ex dirigentes adenistas, miristas, emenerristas… En cada distrito cualquier militante de base del MAS conoce muchos casos. No se trata de los millones de humildes trabajadores, obreros, campesinos, gremiales, maestros que repudiaron en masa a los partidos tradicionales de la oligarquía en el 2003, sino de vividores de la política, trepadores corruptos que ahora encuentran un lugar bajo el sol, y son bienvenidos por la burocracia del MAS. Gente en los que no se puede confiar en su honestidad personal ni que apoyen un cambio a favor del pueblo.

Estas alianzas, responden en primer lugar a una política electoral llamada de los «dos tercios», según la cual, la garantía para «continuar el proceso de cambio» sería que el MAS alcance esa proporción de senadores y diputados. ¿Pero cuales son los «cambios» a los que conducen estas alianzas? No ciertamente los anhelados por las mayorías populares.

Caminos opuestos

Hay algo más profundo en esas alianzas que un mero cálculo electoral o aritmética parlamentaria. Y también sectores de clase más consistentes e importantes que los racistas lúmpenes y no tan jóvenes de la Unión Juvenil Cruceñista. Lo que se está produciendo es un cambio en sectores fundamentales de la oligarquía y del propio imperialismo que, después de intentar derrocar a Evo Morales, comprendieron que la cúpula del MAS no tiene intenciones de afectar sus intereses principales. Esto se plasmó con el acuerdo con sectores económicos como la visita de Evo a España y acuerdo con Repsol, la visita de Evo y acuerdo con Lula y Petrobrás, los cambios en la Constitución protegiendo a los latifundistas. El propio Evo explicó esto señalando que los empresarios españoles le dijeron que «ahora Bolivia es un país confiable».

Pero, también en el MAS están concentradas las esperanzas de la gran mayoría del pueblo trabajador, urbano o rural. Estas esperanzas podrían verse defraudadas si el MAS lleva adelante sus flamantes alianzas y el programa económico social que implican. El «cambio» es una consigna cada vez más vacía que cada cual puede llenar a su gusto, pero que puede traducirse en un gobierno cada vez más entregado a ese pacto con las transnacionales y la oligarquía.

Son los trabajadores, obreros, campesinos, maestros, gremiales, hombres y mujeres que llevaron al MAS al poder derribando a los viejos partidos oligárquicos, y que se aprestan a darle un voto mayoritario para su segundo mandato, los que deberán sacar las conclusiones, con su propia experiencia, y retomar la lucha por sus reclamos sociales insatisfechos. Sin expropiar y expulsar a las transnacionales y tomar el control de todos los hidrocarburos y minerales para el pueblo boliviano, sin expropiar a los latifundistas para entregar tierra a los que la trabajen para producir alimentos baratos para todo el pueblo, no habrá solución para la pobreza estructural de millones de bolivianos, no habrá trabajo, sueldos y jubilaciones dignas. Este camino es el opuesto a la alianza con la oligarquía y las transnacionales. O se favorece a las transnacionales y oligarcas, o se gobierna para las mayorías populares de Bolivia.